domingo, 2 de agosto de 2020

La epidemia del cólera en Torrelavega en el siglo XIX.



Grabado con enfermos de cólera en 1855


            Si la peste fue el azote de la humanidad del siglo XVII y la viruela la del siglo XVIII,  el cólera lo fue del siglo XIX. El cólera morbo apareció en 1818 en la India, en el delta del rio Ganges,  extendiéndose por Asia, Europa y América. Penetró en España por el puerto de Vigo, ocasionando en todo el siglo XIX más de 600.000 muertos. Esta epidemia que padeció la humanidad aparece en contextos de insalubridad, hacinamiento de la población y falta de los servicios sanitarios básicos como alcantarillado, agua corriente y el control sanitario de los alimentos. La enfermedad cursaba de una forma aguda, con vómitos, diarreas intensas, fuertes retortijones causando la muerte por convulsiones. La trasmisión se hacía a través del agua. Los sistemas de abastecimiento de agua contaminados con aguas residuales eran la principal vía de transmisión.
            Hubo  tres grandes epidemias de cólera en España. La primera que se desencadenó en  1843  no afectó a esta Villa con muy poca población. Fallecieron[1] en este año tan solo  23 personas y ninguna de cólera. La segunda oleada de cólera que si afectó a la villa de Torrelavega en 1855 la cogió desprevenida. En este año, aunque los censos eran muy imprecisos, todo el municipio de Torrelavega contaba con aproximadamente 2.650 habitantes. Solo 1.100 eran convecinos de la Villa. Ese año murieron de la epidemia del cólera morbo 46 personas que citaremos una a una. Se pasó de una media de fallecimientos anuales de menos de 50 a al doble, 103 óbitos en el año del cólera. El medio centenar de fallecimientos anuales se extendieron hasta que en 1858 apareció otra enfermedad, la viruela que acabó[2] con la vida de 16 torrelaveguenses.

EVOLUCION DE LAS DEFUNCIONES EN LA VILLA

                                                              1851     33
                                                              1852     34
                                                              1853     50
                                                              1854     39
                                                              1855     103
                                                              1856     47
                                                              1857     57
  


            En 1833, el cólera invade España y el sur de Francia desde Portugal. En España se constituyeron tres focos: Galicia, Extremadura y Andalucía. La primera gran epidemia de cólera entró a España por Vigo, islas Cies, al fondear embarcaciones que traían soldados polacos enfermos de cólera, que habían participado en la guerra de Portugal. Según Mariano González de Sámano, médico coetáneo de la epidemia, el virus del cólera  se introdujo en la península por Vigo en enero de 1833. El primer afectado por la epidemia, lo fue el 19 de enero de 1833, se llamaba Francisco Conde y vivía junto al arsenal de Vigo; desde aquel día, una triste desgracia recorrió todo nuestro país durante el siglo XIX. Como ya hemos mencionado esta primera oleada del cólera  no afectó a la villa de Torrelavega.
             En muchos lugares, para evitar en lo posible que la enfermedad se propagase se crearon en los pueblos cuadrillas que recorrían las calles para recoger los cadáveres nada más morir. Las familias a veces no colaboraban e intentaban ocultar durante días los fallecimientos ante la duda de que enterrasen a alguien sin estar muerto, rumor que en todos los pueblos tenía algún precedente verídico. Al principio les decían una misa antes de enterrarlos, pero eran tantos los que morían, que algunas veces salía el párroco a la puerta de la iglesia y echaba la bendición a los cadáveres que se acumulaban en la plaza. En muchos cementerios se mantenían abiertas fosas "familiares", a la espera de nuevos fallecimientos entre los parientes más cercanos, para taparlas cuando quedaban llenas.



            La epidemia de 1855, que es a la que nos vamos a referir, afecta a amplias capas de la población castigando con mayor virulencia a las clases más bajas. En Torrelavega se comenzó a hablar de la necesidad de un buen sistema de abastecimiento de agua que culmina a finales del siglo XIX con la construcción de la Traída de Aguas de Cohicillos[3]. Este fue uno de los efectos positivos que trajo a esta Villa la epidemia del cólera. La enfermedad sirvió de acicate para mejorar la calidad de vida de aquellos pobladores. A partir de mediados del siglo XIX se promulgaron leyes sanitarias que mejoraron notablemente las condiciones higiénicas de pueblos y ciudades. Abastecimiento de aguas, eliminación de excretas, viviendas más saludables, enterramiento de cadáveres en los cementerios, modernización de los hospitales fueron los aspectos positivos de esta epidemia. Incluso gracias a ella se dignificó la hasta entonces denostada figura del médico, dejando de ser éste un mero sangrador para ser reconocido como alguien que tenía un conocimiento científico de las enfermedades.
            “Tanto la ciudad de Santander como toda la provincia padecieron una gran epidemia del llamado cólera morbo asiático, y que ocasionó la muerte de miles de personas. Este año culminó la máxima virulencia de la enfermedad que ya se venía padeciendo hacía tiempo”[4]. En Santander se inició en la parte sur y acabó en el Barrio de Cajo. Fue en primavera de ese año cuando la población se vio afectada con fuertes diarreas acompañadas de gran deshidratación. En verano se agudizó el proceso ocasionando la muerte a muchos lactantes, niños, embarazadas y adultos. Santander se quedó sin actividad comercial ni portuaria. Las industrias, talleres y lugares públicos, cerrados. Era tal la angustia, que algunas personas fallecían, no por la enfermedad propiamente dicha, sino del alcohol que bebían pensando que así placaban la diarrea. Con este panorama se crea una Junta Parroquial de Beneficencia del distrito de San Francisco. Para recaudar fondos se hizo una colecta pública, en la que se recaudaron 47.248 reales, contribuyendo con 3.000 reales el Rey, con otros tantos la alcaldía y con 2.500 reales el Obispado. "

Acuerdos Municipales de 1855. Archivo Municipal Torrelavega



            Se estableció una ayuda alimenticia, para los pobres y personas que se habían quedado sin trabajo. Se estableció un servicio con el que colaboraba el Ayuntamiento  "teniendo entendido que debía procederse a dar sopa económica y la Junta repartiría siete onzas de arroz y dos libras de pan". Se administraron medicamentos antidiarreicos, se dieron lavativas, se usaron sangrías y sanguijuelas. Se usaron 681 sanguijuelas, por un importe de 1.358 reales. Era la medicina que había.
            El 19 de octubre de 1854 el Gobernador edita un folleto titulado "Precauciones de higiene elemental para evitar la infección”. En él relata como un pueblo en su Distrito, de 130 vecinos, tuvo 81 defunciones por el cólera. Como colofón el 14 de diciembre de este año el ayuntamiento de Santander “acuerda que se cante un Te-Deum al Todopoderoso en acción de gracias por la desaparición del cólera, que durante dos meses causó multitud de victimas  en la ciudad. Santander tenía entonces 20.000 habitantes y quedó reducida a unos 13.000 aproximadamente”
            Finaliza la epidemia en Santander y comienza en Torrelavega. El primer caso lo encontramos en el verano de 1855. Una mujer, Martina Arriero Ibáñez, de 56 años que  fallece  "del cólera morbo asiático". Es  enterrada[5] el 3 de agosto por el cura Josef Alonso Astúlez. Había nacido en Los Corrales[6], y era hija de Santiago Arriero, natural del mismo lugar, y Maria Ibáñez, natural de Sierra Ibio. Estaba casada en Los Corrales[7] con Julián Fresnedo, hijo de Josef Fresnedo y Mariana Fernández. Tuvieron por hijos a Ángela, Eduarda, Eustaquia, Gumersinda, Joaquina, Magdalena, Manuel, Marcelo y Nicolasa.
            Fueron meses complicados hasta llegar al último difunto a causa del cólera morbo. Atrás quedaron 46 personas fallecidas por esta epidemia. El último difunto a causa de esta enfermedad es una niña Lorenza Alonso Haro[8] que falleció siendo párvula de 4 años y fue enterrada[9] el 22 de octubre de 1855. Había nacido[10] en Torrelavega el 23 de diciembre de 1851. Su padre, Jose Alonso, latonero natural de Burgos, y su madre de Joaquina de Haro, natural de esta Villa. Tuvieron, además de Lorenza, tres hijos más: Amalia, Anselmo y Pedro.


FALLECIDOS  DE CÓLERA EN 1855 EN LA VILLA DE TORRELAVEGA[11]

                                   Martina Arriero Ibáñez                                    56 años
                                   María Jesús Fernández                                      4 años
                                   José Alonso García Campiza                            5 años
                                   Luis Gómez Martínez                                     30 años
                                   Josefa de la Calle Ibáñez                                 60 años
                                   María Diaz Álvaro                                          56 años
                                   Ezequiel Pazos Parga                                      52 años
                                   María García Quijano Menocal                      66 años
                                   Joaquina Fernández Diaz Álvaro                    26 años
                                   Vicenta Gomez Canalizo Diaz                        60 años
                                   José Nafarrate Luza                                           2 años
                                   Manuel Llamas Moro                                        1 año
                                   Petra Carus                                                      32 años
                                   Manuela García del Barrio                              50 años
                                   Matea Peña Ruiz de Villa                                58 años
                                   Micaela Llamas Moro                                        5 años
                                   Josefa García Carus                                            3 años
                                   Ignacia Antia Alvizu                                        22 años
                                   Manuel Ruiz González Camino                       60 años
                                   Ruperta Iturbe Liaño                                        10 años
                                   Pedro Gómez-Soldado González                     84 años
                                   Teodora Caballero González-Campuzano       35 años
                                   Rosa Bagués Texidor                                       38 años
                                   Rafaela Navamuel Celis                                   42 años
                                   Juan González Campuzano                               62 años
                                   José Collantes Larreta                                       18 años
                                   Eulalia Escobedo Martínez                                 3 años
                                   Benita Mantilla                                                 56 años
                                   Filomena González Cacho Cuesta                     7 años
                                   Crisanto Dominé González                                6 años
                                   Felipe González Ruiz                                       70 años
                                   Maria Cruz Zubicaray Gárate                           78 años
                                   Josefa Martínez Piñera                                        9 años
                                   Matías Buysan Garcés                                      36 años
                                   Manuel González Herrera                                14 años
                                   Eugenio García Carus                                        1 año
                                   Manuel González Campanario Diaz                57 años
                                   Clara de Ceballos Domínguez                         56 años
                                   Joaquín García Barrio Ruiz de Villa                39 años
                                   Maria del Otero Perez                                      38 años
                                   Víctor Mendía Lorenzo                                    40 años
                                   Francisca Josefa Aro Cuesta                            49 años
                                   Gabriela Gutiérrez Fernández                          27 años
                                   Mariano Sánchez Mesones                                3 años
                                   Cesáreo García Corona Ruiz de Villa              10 años
                                   Lorenza Alonso Haro                                        4 años
  
                                 


            En plena epidemia del cólera no quedó otro remedio que ponerse manos a la obra. Durante  este año de 1855 era alcalde de la villa de Torrelavega Angel Ruiz, que sucedió en el cargo a José Felipe de Quijano y Moncalián[12]. Estuvo Angel Ruiz como máxima autoridad dos años  hasta que en 1956 es nombrado Francisco Manuel Obregón. En plena epidemia se van a tomar una serie de medidas que vamos a relatar.
            En los primeros días del mes de agosto se produce el primer fallecimiento por cólera. En pleno verano, el 18 de agosto se celebra la primera reunión del Consistorio municipal para tratar sobre esta epidemia. Acudieron el alcalde Ángel Ruiz y los  munícipes Sres. González, Palacios, Buisan y Perojo.
            El primer problema suscitado fue la escasez de tumbas donde enterrar a los muertos. Había poco espacio para dar sepultura a los fallecidos por esta epidemia. Por ello, siguiendo la recomendación de la  Junta de Sanidad Local, se aprobó ampliar el Cementerio de Geloria. El proyecto se denominó “ensanche al Cementerio de esta Villa”[13]. La epidemia de cólera no hacía más que golpear a los habitantes de esta Villa. “Se acumulaban los cadáveres sin que el local del que hasta el día ha existido,  permitiese la conservación de ellos en las fosas por el tiempo que es indispensable para la total disolución”. Este era el panorama y por tanto era indispensable “la ampliación del cementerio de Geloria” y terminar con “la escasez de recursos con que contaba el consistorio”.
            El relato de la primera ampliación del camposanto (después vendrán más), se desarrolló de la siguiente manera: Agustín Gómez de las Bárcenas, propietario del terreno que colindaba con el antiguo cementerio de Geloria, fue convocado por el alcalde Ángel Ruiz[14] a una reunión en el Ayuntamiento, con la siguiente citación: “Es preciso que se persone usted en esta mañana del lunes a fin de demarcar el que se ha de agregar,  hacer su medición, tasar y abonar su valor”[15]. La reunión se celebró el 19 de agosto de 1855. Al mes siguiente ya estaba hecha la tasación. El terreno arrojaba las cifras siguientes: 17.356 pies, lo que equivale aproximadamente a 7'5 carros, ascendiendo su tasación a 827,16 reales de vellón[16].

 
Plano, croquis del cementerio antiguo de 1809 y primera ampliación de 1855, realizado por Juan Alonso Astúlez. Archivo Municipal Torrelavega

            El paso siguiente fue incorporar todos los terrenos a un solo recinto cerrado y tapiado. El pliego de condiciones del nuevo proyecto, que se denominó “Ensanche en el cementerio de la villa”, se redactó el día 2 de septiembre.  Pretendían  construir las nuevas cercas del camposanto, que “debían de ser iguales a las que ya existían de grueso y espesor,  de doce pies de altura” con las esquinas de sillería. Eso era todo.
             El contratista, que ajustaba a los peones que necesitaba por su cuenta, era el encargado de construir la tapia que rodeaba al nuevo cementerio, uniendo las antiguas tapias con las de nueva construcción. Además, estaba incluido en el proyecto  el derribo de la tapia trasera, que sobraba al agregarse el triángulo de terreno antes descrito. La obra fue adjudicada a favor de Rafael Ruiz, vecino de esta Villa, a razón de 14 reales la braza, saliendo como fiador Andrés Herreros. Aproximadamente, el coste de cada peón en aquellos tiempos era de “12 reales por la mano de obra de cada braza”[17].

INVERSIÓN  CEMENTERIO GELORIA

                                    Primer cementerio   1809/1810    5.235,17  maravedíes
                                 Ensanche                1854/1855    6.477,68  reales de vellón


            El desglose de estos 6.477,68 reales de vellón invertidos en el ensanche del cementerio es el siguiente: 827,16  por el valor del terreno y los 5.650,52 restantes por materiales empleados y los jornales de sus empleados[18].
            Durante este año, y una vez ampliado el cementerio de la Villa, se construyeron nuevos nichos. Para ello se nombró una comisión compuesta por el perito D. Antonio Martínez Oñate, y los convecinos D. Juan Ruiz de Villa y D. Manuel Urbina para que llevaran a efecto el “señalamiento del terreno, su medición y demás operaciones”. Se acordó construir nichos o sepulcros cuya propiedad se adquirirá “perpetuamente” por los que la soliciten vecinos o habitantes de esta Villa. El Ayuntamiento era el encargado de aplicarles una cuota que servirá para pagar las obras que se iban a ejecutar. Y también se determinó que sean D. Andrés González Piélago, y D. Guillelmo Gómez Cadorrniga los que acuerden que venga de Santander un médico “durante las circunstancias excepcionales a encargarse de la asistencia de enfermos de cólera de esta Villa. Con esta aprobación se dio por concluida la sesión extraordinaria de este día.

NICHOS CONSTRUIDOS CEMENTERIO GELORIA 1855[19]

                        Águeda Ruiz – Pedro Campo             Feliciano de la Mora
                        Antonia Alonso Astulez                     Gregorio Miguel
                        José Díaz                                            Antonia de la Cuesta
                        Francisco de los Terreros                    Dolores González
                        Isidoro Fernández                               Nicanor Díaz Labandero
                        Juan Francisco Castañeda                   Manuel Obregón Piélago
                        (General)
                                                         

            También en esta reunión se aprobó apartar al médico D. Teodoro Castañeda, asalariado de esta Villa, y poner en conocimiento del Gobernador Civil el comportamiento de D. Juan José Argumosa “quienes faltando a lo que la humanidad doliente exigía, con extrañeza se les vio abandonar la asistencia de algunos enfermos que sucumbieron sin auxilio médico a pesar de haber sido avisados”. Se ausentaron y fueron a Las Caldas del Besaya a tomar baños. De esta manera quedó vacante  la plaza de “médico asalariado de la Villa”. Se solicitó un nuevo médico al Gobernador.

           
ENTERRAMIENTOS EN TORRELAVEGA

                                                     Periodo 1810/1820     13 al mes
                                                     Periodo 1840/1870     32 al mes
                                                     Periodo 1870/1890     122 al mes


                En el mes de noviembre, el día 17, vuelve a reunirse el consistorio municipal. Ya había finalizado “el aumento del cementerio y se iba a comenzar la construcción de la Capilla y los nuevos nichos. Se acordó en este día reservar el suelo restante para las “clases que no quieran, o no se hallen con medios pecuniarios” suficientes. Se comisiona a D. Antonio Martínez Oñate y a D. Juan José Alonso Astulez, para que se encarguen del plano y del presupuesto de la obra de los nichos.

            Unos días antes de la Navidad, el 15 de diciembre se vuelve a reunir el gobierno municipal. Este día se aprueban dos importantes acuerdos. Uno se refiere a  la “Lista de donativos para atender a los enfermos del cólera” que se había creado. Se acordó que la encabezara el Excmo. Sr. D. Ramón Castañeda con 300 reales de vellón y que pasara a gestionarla D. Francisco Manuel Obregón, presidente de la Junta de Beneficencia. Y el otro acuerdo se refería, a que tras la separación en agosto de los médicos oficiales, comienza a trabajar como médico de la Villa, D. Teodoro Castañeda, profesor de Medicina y Cirugía. Le tocó lo peor, la asistencia a los enfermos afectados por la epidemia de cólera morbo. Eran conscientes que no solo había que agradecérselo sino también gratificarle generosamente. Por ello aprobaron “satisfacerle generosamente”. A partir de los primeros días de enero del año siguiente, la plaza de médico Cirujano de esta Villa fue adjudicada[20] a este galeno con el sueldo de 7.000 reales de vellón. Y por último, siete días después, se acordó gratificar a la persona que aplicaba a los enfermos pobres del cólera lo descrito por los médicos. Se trataba de D. José Fernández Felgoroso al que se le abonaron “por los servicios prestados durante la época que reinó la epidemia del cólera morbo asiático en esta Villa, la cantidad de 640 reales de vellón”. Los fondos del ayuntamiento no daban para más. Al año siguiente, 1856, no falleció nadie de cólera


Torrelavega, 1 junio 2020.



           




[1] Bustamante Gómez, Tomás y Fernández-Regatillo Ruiz, Amparo; José Benito Gutiérrez Bustamante, Manuel González Campuzano, Marcos Barreda Soto y 712 vecinos más. Editorial Quinzaños 2018, páginas 173 a la 179.
[2]  Bustamante Gómez, Tomás y Fernández-Regatillo Ruiz, Amparo; El cólera de 1855. 1365 enterrados en el cementerio de Geloria, 1851-1870. III volumen de la colección del Cementerio de Geloria.
[3] Bustamante Gómez, Tomás; El Banco de Torrelavega, 1920/1942. Graficas Quinzaños, 2009, páginas 62/70.
[4] Vázquez González Quevedo, Francisco; Gran epidemia del Cólera Morbo Asiático de 1855. La medicina en Cantabria.
[5] Libro Difuntos Torrelavega (1852-1862), folio 50 vto.
[6] No hay registros de Los Corrales.
[7] No hay registros de los Corrales.
[8] Sus abuelos paternos fueron Sebastián Alonso, tintorero,  natural de Burgos, y Rosalía Quintana, natural de Pámanes; y los abuelos maternos Miguel de Aro, natural de Rivero, y Gertrudis Cuesta, natural de esta Villa. Todos labradores.
[9] Libro Difuntos Torrelavega (1852-1862), folio 70.
[10] Libro Bautizados Torrelavega (1835-1852), folio 252.
[11] Fueron 46 las personas fallecidas de cólera en 1855 en la villa de Torrelavega. La historia familiar de todos ellos la pueden leer en el Tomo III del Cementerio de Geloria, cuyos autores son Tomás Bustamante Gómez y Amparo Fernández-Regatillo Ruiz.
[12] Ver https://www.torrelavegaantigua.com/2014/12/jose-felipe-de-quijano-y-moncalian-1804.html
[13] Bustamante Gómez, Tomás y Amparo Fernández-Regatillo Ruiz; El cementerio de Geloria en el siglo XIX. Artes Gráficas Quinzaños, 2016.
[14] Alcalde de Torrelavega de 1854 a 1856.
[15] Archivo Municipal Torrelavega, legajo H 165;4, 10.
[16] Archivo Municipal Torrelavega, legajo H 165;4,11.
[17] Archivo Municipal Torrelavega, legajo H189;02,001.
[18] Archivo Municipal Torrelavega, legajo H165;04,19.
[19] Archivo Municipal Torrelavega, legajo H165; 4; 2
[20] Sesión Municipal correspondiente al 9 de enero de 1856.