Pedro Matías Gómez Sánchez (1868-1957) nace en el
pueblo de Cos, Cabuérniga, el 19 de
noviembre de 1868. Al día siguiente es bautizado en la parroquia de Santiago. Fueron sus
padres Indalecio Gómez y Natalia Sánchez. Abuelos
paternos Andrés Gómez e Isabel García de Ceballos y maternos José Sánchez
Bustamante y Antonia de los Ríos. Se casa con Filomena Collado Lavín,
oriunda de Trasmiera en la antigua provincia de Santander. Del
matrimonio nacerán siete hijos, seis mujeres, Luisa, Aurora, Rosa, Victoria,
Encarnación y Filomena y un varón, José.
Desde muy joven Pedro Matías Gómez
Sánchez comienza a trabajar en Requejada, en la fonda de Manuel Laguillo. No
cobraba nada, trabajaba a cambio de la comida. Después de unos años se traslada
a la capital de la provincia, donde trabaja
en una taberna por cien pesetas al año. Regresa a Torrelavega, para
trabajar en la casa de comidas y tienda de comestibles “El Recreo”, que regenta
su tío Pedro, primero en la calle Ancha y más tarde en la esquina de las calles
Ruiz Tagle y José María de Pereda. Más adelante completa su aprendizaje en el
comercio “Casa Esles”, en la plaza Baldomero Iglesias de Torrelavega.
Trabaja de repartidor llevando
verduras y carbón por las casas y acaba casándose con la sobrina de la dueña,
Filomena Collado; más adelante llegará a regentar el negocio. Pasan los años y
traslada su establecimiento a su ubicación más emblemática entre las calles
Serafín Escalante y Ruiz Tagle, en la esquina, donde se instala una de las
principales tiendas de comestibles y coloniales del floreciente comercio de
Torrelaveguense en sus años más prósperos, el primer tercio del siglo XX. En
este edificio, que daba a las dos calles y tenía forma de proa de barco vivió,
encima de la tienda, concretamente en el número tres de la calle Serafín
Escalante. Anteriormente en este mismo local estaba instalado “el sillero y
guarnicionero” Salvador Alonso sucesor de Manuel Rodrigo.
A Pedro M. Gómez Sánchez se le
conocía por dos apelativos: “Perico el Guapo” y “Perico el Calvo”, debido a que
a muy temprana edad perdió parte del pelo de su cabeza. Este último “mote” fue
el que más trascendencia tuvo. Vestía con traje negro y botas, este comerciante
hecho a sí mismo, con inteligencia
natural, serio aunque con golpes de humor, buena persona, sin enemigos, de
escasa formación, que incluso tuvo que aprender a leer él mismo y que construyó
su negocio a base de
fe, trabajo, disciplina y tesón. Persona de autoridad, querido por sus
empleados a los que, si podía, ayudaba, al igual que a sus familias, a
completar su bienestar. No era una
persona muy aficionada al ocio. Le gustaban los bolos y solía acudir, en días
festivos, claro está, a las partidas de este deporte vernáculo que celebraba la
Peña Bolística de Torrelavega. No le gustaba alternar y el beber le sentaba
mal; pero, desgraciadamente para él, tenía que comprobar muy a menudo la
calidad y el sabor de los vinos que él vendía. Para ello, los metía en la boca,
los paladeaba, los pasaba de un lado a otro de los carrillos, giraba la cabeza
y los escupía.
En aquellos años veinte y treinta
del siglo XX, Torrelavega era una ciudad cuyas ferias ganaderas y mercados
crearon un comercio cada vez más próspero y floreciente. Destacaban las tiendas
de ultramarinos, los establecimientos
donde vendían aceites de calidad, vinos blancos y rojos de primeras marcas,
coloniales finos y donde la charcutería ocupaba un lugar privilegiado. Entre
ellas, llamadas también de coloniales, destacaban la tienda de Jaime Fernández
Diestro, los Azcárates, propiedad de Herminio Azcárate Campo, y el
establecimiento de Pedro Matias Gómez Sánchez. De los tres, los dos últimos son
comerciantes y banqueros. Eran consejeros fundadores del Banco de Torrelavega.
En su tienda
vendía grandes marcas: el famoso coñac Terry, aceites andaluces de primera
calidad, ultramarinos finos, bacalao y vinos de La Nava y de Jerez. Todo de
primeras marcas. Además, lo completaba con una destacada charcutería. “Subía”
piaras enteras de cerdos de Extremadura, que alojaba en la finca que poseía en
la Montaña, donde también ordeñaba excelentes vacas holandesas, blancas y
negras, que preparaba para vender en la feria como animal de ordeño.
Pedro M. Gómez Sánchez participó en diversas
instituciones locales. Fue concejal del Ayuntamiento de Torrelavega, formó
parte de la Junta Directiva de la Sociedad Gimnástica, todavía no Real, en 1921,
fue consejero fundador del Banco de Torrelavega y designado presidente de la
gestora de la Cámara de Comercio.
Entró a formar parte de la Cámara de Comercio e
Industria de Torrelavega, en su Junta Directiva, en 1934. Durante la guerra
fratricida es nombrado presidente de la gestora creada después de haber destituido
a Santiago Sañudo Solórzano. El día 3 de septiembre de 1937 “en cumplimiento de
lo ordenado por la alcaldía, Julián Urbina Carrera, y el comandante militar de
esta ciudad, destituyen a Santiago Sañudo Solórzano, como presidente efectivo
de la Cámara, entregando y cediendo su cargo al gestor Pedro M. Gómez Sánchez”.
Seis meses después las aguas vuelven a sus cauces. El día 12 de abril de 1938 el
Comandante Militar de la ciudad, Bermúdez de Castro, comunica la desaparición
de la comisión gestora administrativa tomando nuevamente posesión como
presidente de la Cámara de Comercio Santiago Sañudo Solórzano. Después de este
hecho, Pedro Matías Gómez abandona el comité ejecutivo de la Cámara.
Pedro Matías Gómez Sánchez participó
en las reuniones preliminares que se celebraron en los primeros meses del año
1920 para la creación de la “sociedad de crédito llamada Banco de Torrelavega”.
Junto a Santiago Sañudo Solórzano son los dos únicos miembro del Consejo de
Administración del Banco que lo fueron desde su fundación, en 1920, hasta su
disolución, en 1942. Por lo tanto participa en la constitución del Banco y,
también en el último Consejo de Administración donde se aprueba la absorción del
Banco de Torrelavega por el Banco de Santander en 1942.
Pedro Matías Gómez Sánchez fallece en
Torrelavega a los 88 años, el día 3 de marzo de 1957. Aproximadamente cinco
años más tarde se cierra el negocio de comestibles, coloniales y embutidos de
“Perico el Calvo”. Lo clausuran sus hijas, Rosa y Filomena, “Menuca”, que
fueron las que llevaron las riendas del negocio familiar en ausencia de su
fundador.
Para más información ver la biografía que sobre Antonino Pedro Matias Gómez Sánchez contiene el libro "El Banco de Torrelavega, 1920/1942" que ha publicado el autor de este blog.
Para más información ver la biografía que sobre Antonino Pedro Matias Gómez Sánchez contiene el libro "El Banco de Torrelavega, 1920/1942" que ha publicado el autor de este blog.