César Campuzano Ruiz
La historia de este comerciante, primer
presidente electo de la Cámara de Comercio e Industria de Torrelavega, con ferretería
en la calle del Comercio, comienza en la villa de Cartes a finales del siglo
XVIII. Allí nace, en el lugar de Mijarojos, su abuelo Pedro Isaac Campuzano
Caballero, que va a contraer matrimonio con Teresa Barreda González, del pueblo
de Campuzano. Se instalan a vivir en el pueblo de su madre y allí verá la luz, el
día 3 de octubre de 1834, su hijo Pedro Campuzano Barreda, padre de nuestro
comerciante[1]. Cuando Pedro contaba seis
años, en 1840, “baja” toda la familia a vivir a Torrelavega instalándose en la
calle del Comercio y donde abre su primer establecimiento.
Pedro
Campuzano Barreda (1834-1896) pasa gran parte de su niñez y juventud correteando
por los alrededores de la calle donde vivía, la más comercial de Torrelavega,
enfrente de la Plaza Mayor en donde los días de mercado semanal el bullicio era
palpable.
Conoce a la torrelaveguense
Adelaida Ruiz Pérez de la Sierra y con solo veintitrés años contrae matrimonio
en la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación de Torrelavega, el día 14 de
enero de 1856. La contrayente, Adelaida Ruiz, dos años mayor que él, había
nacido en la villa de Torrelavega, el 13 de agosto de 1832. Era hija de Ángel
Ruiz de la Cueva, natural de Mazcuerras y de Águeda Pérez de la Sierra y
Portilla, natural de Comillas.
Cuando
el padre de nuestro comerciante se pone al mando del negocio anuncia su
comercio como: Pedro Campuzano Barreda.
Compras y ventas. Comisiones y Consignaciones. Torrelavega[2]. Pasan los años y junto
a otras personas pudientes fundan la sociedad Círculo de Recreo de Torrelavega en 1861[3].
Tuvieron cinco hijos: Gregorio[4],
nacido el día 24 de mayo de 1857; César, que nació el día 30 de enero de 1860;
Federico, que había nacido el día 6 de noviembre de 1862; Darío, nacido el día
26 de diciembre de 1865; y Carmen, que lo había hecho el día 7 de octubre de
1871.
Ferretería de César Campuzano Ruiz un
jueves con Mercado
Por los padrones
de Torrelavega de 1875/1876 sabemos que la familia formada entre Pedro
Campuzano, “que era propietario y del comercio”, y Adelaida Ruiz estaba formada
por Gregorio, que a los 19 años estaba
ya estudiando en Valladolid; César, que
con 16 años empezó a trabajar en la ferretería de su padre; y Federico que, al igual que su hermano Darío,
estudiaba en Torrelavega[5]. Obviamente el censo de vecinos estaba incompleto,
como era bastante habitual, faltaba la hija pequeña.
Adelaida
Ruiz, madre de nuestro comerciante, muere el día 17 de marzo de 1890 y seis
años más tarde, el día 14 de marzo de 1896, lo hará su marido, Pedro Campuzano
Barreda. Ambos están enterrados en el panteón de los Campuzano-Barreda en el
cementerio de Geloria de la Llama.
César Campuzano Ruiz (1860-1940) comienza a trabajar
en la ferretería de su padre y es allí donde aprende las primeras prácticas comerciales.
Hasta que le toca ponerse al mando y heredarlo. Sus aptitudes mercantiles y su
valía personal transforman la ferretería convirtiéndola en un comercio más prospero
y floreciente.
La Ferretería Campuzano estaba ubicada en
lo que hoy son las dependencias de la oficina principal de Caja Cantabria, en
la calle José María de Pereda frente a la Plaza Mayor. Estaba situada en el
número 27 en la calle del Comercio. Cuando llamabas por
teléfono a este establecimiento marcabas el 27. Los días del Mercado
de los Jueves las ventas aumentaban significativamente. El ajetreo era
atrayente. Entraban a la tienda clientes
que llegaban en carros tirados por mulos y en caballos con cuévanos para
proveerse de lo necesario. El trasiego en los soportales, que formaban la casa
con cuatro arcos, era constante en esos días.
Allí se vendía
casi de todo. Desde baterías de cocina hasta cualquier tipo de cristalería.
Tenía la representación y era el expendedor oficial de explosivos para toda la
comarca del Besaya. Contaba con un depósito de dinamita y vendía pólvora para
la caza y sobre todo para las voladuras en las minas. Y también cañizos y
esteras para carros. Las ventas para las
voladuras en las minas eran importantes. Hasta el punto de construir en 1928 en
una finca de su propiedad llamada el Prado de la Aceña, en Campuzano, un
polvorín[6].
Cesar
Campuzano Ruiz vivió gran parte de su vida en Torrelavega aunque también pasaba
temporadas en Madrid. Como otros comerciantes, era asiduo a pasar los veranos
en Suances donde disponía de algo más que una simple vivienda:
La familia del rico hacendado y acaudalado
comerciante Don Cesar Campuzano se encuentra saboreando la fresca brisa de la
hermosa playa de Suances en su precioso palacete[7].
Era una
persona con gran sentido del humor, con un gracejo personal. Una sordera
incipiente le acompañó casi toda su vida aunque no le dificultó en su quehacer
diario y empresarial. Ocupó diversos cargos en la sociedad de aquella época, destacando el puesto de tesorero que desempeñó
en la sociedad más antigua de Torrelavega, el Círculo de Recreo, en los períodos comprendidos de 1905 a 1909 y de
1913 a 1915. En este último año, acompañando al Barón de Peramola y Peracolls,
Florencio Ceruti de Castañeda, como presidente, ocupa el cargo de depositario,
junto a Antonio García de los Salmones como vicepresidente; a Juan Bautista
Ruiz Noval como secretario; a Vicente Blanco como vicesecretario; a Antonio
Argumosa como contador y a Vicente Muñoz como bibliotecario[8].
Durante
los primeros años de mil novecientos se produce un hecho en España que marcará
la diferencia con casi todos los países europeos de su entorno. Mientras que en
los países cercanos el número de bancos que operaban era muy numeroso, por el
contrario en España era llamativamente escaso. Este déficit se contrarrestaba
por la existencia en España de las “casas de la banca”. Estas entidades
menores, que suplían la carencia de los bancos, eran regentadas por
comerciantes. Uno de ellos era César Campuzano Ruiz, que fue corresponsal del
Banco de España en Torrelavega, y regentó una “casa de la banca” de 1918 a 1923[9].También
tuvieron “casas de la banca” en Torrelavega Alejo Etchart Mendicouague
(1918-1923)[10], E. Cabrillos (1922-1923)
e Isidro Diaz-Bustamante Blanco (1922-1923)[11].
A
finales de 1900 César Campuzano Ruíz y su hermano mayor Gregorio deciden
reformar la casa donde vivían, el número 25 de la calle del Comercio. Presentan
en el ayuntamiento, el proyecto firmado por el maestro de obras Pablo Piqué para su aprobación el día 25 de
octubre[12].
César
Campuzano Ruiz se casó, cuando contaba 31 años, con Marcelina Cacho Obregón[13] de 19 años de edad y oriunda de Suances, el día 20 de febrero de 1881 en la iglesia de
la Consolación de Torrelavega. Tuvieron cinco hijos: Adelaida, Federico, César,
Pedro y Jose Luis.
Firma de
Pedro Campuzano Barreda en 1876.
La
mayor, Adelaida Campuzano Cacho (1892-1954), nace el día 14 de marzo. Contrae
matrimonio con el vecino de Cartes e hijo de los dueños de los Torreones de Cartes, Joaquín García Arroyo[14]
(1888-19559). Vivió en el número 22 de la calle
Consolación y fue una de las personas que regentó la Ferretería Campuzano cuando César Campuzano Ruiz deja de trabajar.
Tuvieron cinco hijos: Adelaida, Cristina, Enrique, Marcelina y Jose Luis García
Campuzano, empresario de la Hostería del
Santuario de las Caldas y juez de Paz de Torrelavega. Adelaida Campuzano
Cacho falleció el 14 de marzo de 1954. Sus restos reposan en el cementerio de
la Llama[15].
Su
segundo hijo, Federico Campuzano Cacho (1895-1957), nació el 17 de octubre de 1895.
Fue abogado y estuvo casado con Rosa Gómez Collado (1903 -1974) con la que tuvo
un hijo del mismo nombre que su padre: Federico Campuzano Gómez. Ocupó la
presidencia de la sociedad Círculo de
Recreo de Torrelavega. Falleció el 4 septiembre 1957 y su cuerpo reposa en
el cementerio de la Llama.
Lleva
su nombre su tercer hijo, César Campuzano Cacho (1898-1970), que fija su
residencia en Madrid al acabar sus estudios. Pasa temporadas en la casa de
indianos que poseía en Villapresente denominada “Villa Leticia” en honor a su
primera mujer. Se casa en primeras nupcias con Leticia Cacho Ruiz de Villa con
la que tiene su único hijo: César. En segundas nupcias con Mercedes Sanchez de
Movellán, con la que no tiene descendencia alguna. Fue lo que se denomina un “hombre
de negocios”. Su hijo, César fue un destacado medico radiólogo con consulta en
Madrid que se casó con Dolores Peñaranda. Como dato curioso cabe mencionar que
César Campuzano Cacho fue una de las personas que descubrió y dio a conocer al
golfista de fama mundial Severiano
Ballesteros. Falleció en Torrelavega el 13 de mayo de 1970. Sus restos reposan
en el cementerio de Geloria en la Llama.
A
su tercer hijo le ponen el nombre de su abuelo. Pedro Campuzano Cacho
(1905-1978) nace en Torrelavega, al igual que todos sus hermanos y pronto la
abandona para estudiar la carrera de medicina, especializándose en radiología.
Se instala en Madrid y allí vive con su esposa Aurora González Campos, natural
de Sevilla y sus cinco hijos: Aurora, Pedro, Carlos, Eduardo e Inés. A los 73
años muere[16] en Madrid el 30 de mayo
de 1978.
Y
por último, su hijo pequeño, José Luis Campuzano Cacho, muere siendo muy joven
cuando solo contaba con 16 años y está enterrado en el panteón de los
Campuzano-Barreda en el cementerio de Geloria en la Llama de Torrelavega[17].
Cesar
Campuzano Ruiz es elegido presidente de la Cámara
oficial de Comercio e Industria de
Torrelavega en un acto que se celebra el 27 de abril de 1913 en el salón de
plenos del Ayuntamiento, que por entonces estaba situado en la Plaza de los Granos. Pero su relación con la Cámara comienza mucho antes.
Este comerciante de convicciones liberales
estuvo desde los comienzos. Participó en las primeras reuniones en la primavera
de 1912 y formó parte de la histórica comisión de comerciantes que propició la
creación de la Cámara. Le acompañaron Isidro Diaz-Bustamante Blanco, Fidel
Ramón Palacio, Julián Urbina Alegre, Pelayo Moreno Martinez de Pinillos, Angel
Achustegui y Lorenzo Sánchez Alonso. Conseguida la autorización para la
creación de la Cámara, por la primera Real Orden, es llamado a formar parte de
su Junta Provisional presidida por Florencio Ceruti de Castañeda.
Más adelante forma parte de los cuarenta
comerciantes que avalan con su firma todas las obligaciones exigidas en Madrid
y firma la escritura de compromiso. Será el primer presidente electo de
la Cámara de Comercio. Cuando el Rey de España disuelve la institución es
designado nuevamente para formar parte de la Junta Interina encargada de los
asuntos de trámite. Por tanto, estamos ante un comerciante que bien se merece
que historiemos detalladamente su elección y los nueve años de servicio.
Nuestra admiración.
Frente de la tienda de César Campuzano
Ruiz en la Calle del Comercio en 1903. Archivo Municipal Torrelavega
Ese día de 1913, el 27 de abril, que
era domingo, después de las diez de la mañana fueron llegando al ayuntamiento
los miembros de la Cámara de Comercio que habían sido declarados elegibles. Les
recibe el alcalde, Florencio Ceruti de Castañeda, que a su vez era el
Presidente provisional de la Cámara recién creada. Van llegando Santos Mesones
García, Arturo Fernández Diestro, Isidro Díaz-Bustamante Blanco y César
Campuzano Ruiz. Después llegarán José Ortiz Ruiz, Miguel Zabala Gómez, Alfonso
Pérez Gallego y, por último, lo hará José de Diego Sánchez.
Cerca
de las 11 de la mañana, el secretario accidental, Francisco Fuente Fresnedo, da
comienzo a la reunión leyendo el acta de la convocatoria que días antes habían
recibido todos los allí presentes. Se les convocaba para, nada más ni nada
menos, elegir a la Junta Directiva que
iba a regir los destinos de la nueva institución.
Antes
de pasar a la votación se constató la ausencia sin justificar de los miembros
Fidel Ramón Palacio, con comercio de alimentación y ultramarinos, e Ignacio
Pérez Canales, con ferretería en la calle de La Estrella. También se echó en
falta a una de las personas que más había influido en la creación de la Cámara,
me estoy refiriendo a Julián Urbina Alegre. La causa de su ausencia se sabrá ya
entrada la reunión.
Toma
la palabra Florencio Ceruti, para manifestar “su gran satisfacción y alegría al
haber conseguido entre todos este magnifico objetivo como es el de crear una
Cámara de Comercio en Torrelavega”.
Comienza
la votación, secreta y nominal, para elegir al primer presidente. Sale elegido
con ocho votos y mayoría absoluta César Campuzano Ruiz. A partir de entonces será
él el que presida este momento histórico, sustituyendo al alcalde. Ahora le
toca el turno al vicepresidente y el afortunado, con seis votos, fue José Ortiz
Ruiz. Como contador de la Junta Directiva es elegido Santos Mesones García con seis
votos. En este momento se incorpora a la reunión con voz y voto, el comerciante
Ignacio Pérez Canales. Ahora había que decidir quién era el tesorero de la
Junta. Con ocho votos a favor resultó elegido Isidro Díaz-Bustamante Blanco. Y,
por último, son nombrados los vocales de la Junta Directiva de la Cámara de Comercio,
los comerciantes: Arturo Fernández Diestro, Ignacio Pérez Canales, Fidel Ramón
Palacio, Miguel Zabala Gómez, Alfonso Pérez Gallego y José de Diego Sánchez.
Cuando
César Campuzano Ruiz anuncia una nueva votación para elegir al secretario de la
Cámara, en ese momento toma la palabra el nuevo tesorero de la entidad Isidro
Díaz-Bustamante Blanco, para rogar a la presidencia y a los demás compañeros,
que este nombramiento recayese en una persona, “hijo de la localidad con
suficientes facultades” para desempeñar el cargo. Se estaba refiriendo al entonces
secretario accidental Francisco Fuentes Fresnedo. Le contesta el presidente que
nada se puede hacer. Aunque reconoce el positivo y magnífico trabajo realizado por el secretario accidental, ese
cargo también debería ser votado. Isidro Díaz-Bustamante era de la opinión que
debía de continuar el que hasta ahora lo había hecho a pleno rendimiento. No
fue así: por mayoría de cinco votos salió elegido Vicente López Delgado
frente a Francisco Fuentes Fresnedo, que
obtuvo solo tres.
Ya
solo faltaba la elección de los denominados vocales cooperantes según reflejaba el artículo veintitrés del Reglamento
de las Cámaras de Comercio de veintinueve de diciembre de 1911. Manuel Trujeda
(sic) Cayuso con ocho votos, Severino Setién Barquín con seis votos y Vicente
Arques Payá con cinco votos, fueron los comerciantes afortunados.
Y
por fin llegó el momento de saber por qué no había asistido Julián Urbina
Alegre, uno de los muñidores en la creación de la Cámara. Fue leída una carta
en la que presentaba la dimisión del cargo de miembro de la Junta de Directiva
por motivos de salud. La carta de dimisión fue acompañada por un certificado
medico donde se aconsejaba reposo y tranquilidad. Después de un cambio de
impresiones se acordó admitir su dimisión quedando pendiente su resolución
definitiva, la elección de su sustituto, para la siguiente reunión.
Reforma
de la casa de César Campuzano Ruiz en la calle del Comercio en 1900.
Archivo Municipal Torrelavega.
Archivo Municipal Torrelavega.
Tomó
en ese momento la palabra César Campuzano Ruiz para, en un improvisado
discurso, dar las gracias a sus compañeros por la elección y se ofreció para, entre todos, fomentar el comercio y la industria
en la ciudad. Así mismo dio las gracias a Florencio Ceruti de Castañeda, por sus grandes, insistentes y
desinteresadas gestiones cerca del Gobierno para ver de conseguir la creación
de esta Cámara.
Por
indicación de Alfonso Pérez Gallego, vocal allí presente, se extendió esta
gratitud a cuantas personas coadyuvaron
en Madrid en misión del citado Señor Alcalde. El encargado de comunicar
este acuerdo a todos recayó en el comerciante y tesorero de la Cámara Isidro
Díaz-Bustamante Blanco.
Se
estaban viviendo días históricos en la historiografía económica y social de la
ciudad. Años atrás quedó el entorno geográfico y económico de un valle fértil
entre dos ríos; un cruce de caminos; el Camino Real con Castilla; la concesión
del Mercado de los Jueves y el permiso para celebrar Ferias Ganaderas. Todo
dibujó este lugar hasta llegar a la creación de la Cámara de Comercio e Industria
de Torrelavega.
Fueron muchas las gestiones realizadas por
César Campuzano Ruiz durante estos años. Días intensos y laboriosos.
Había que empezar desde abajo creando una nueva organización para lo que no se
tenía experiencia. Las reuniones fueron constantes y los contactos muchos. Se
emitieron saludas y presentaciones a todos los poderes de la época y a todas
las Cámaras de Comercio de España. En una de las primeras reuniones de la Junta
Directiva se acordó publicar el Boletín
Oficial de la Cámara. Se decide que el primer número fuera el del mes de
octubre del año de la fundación. Después de escuchar ofertas de las distintas
imprentas locales, resulto elegida la de El
Impulsor de Manuel Blanco, con una adjudicación de catorce pesetas setenta
y cinco céntimos cada tirada de 200 ejemplares[18].
Sello
del comercio de de Pedro Campuzano
Barreda 1876.
Durante este primer año de
mandato preside varias Juntas donde poco
a poco se va dando cuerpo a esta institución. El director general de Comercio,
Industria y Trabajo aprueba el Reglamento Interno de la Cámara[19]. Y ya en
diciembre de este mismo año se recibe una notificación de la alcaldía informándoles
la concesión de una subvención de 300 pesetas anuales. Y por último, en este mismo
mes se aprobó[20] el presupuesto para el
año siguiente de 1914.
El año siguiente no comenzó
bien para la economía de la ciudad. Los periódicos se habían hecho eco del
rumor que afirmaba que el Consejo de
Administración de la Sociedad General Azucarera de España había acordado el
cierre definitivo de la Fábrica Azucarera
Montañesa de Torrelavega. No quedaba mucho margen de maniobra. El
presidente se puso en contacto con el alcalde, con la Cámara Agrícola de
Santander y con la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de la provincia.
La Cámara de Comercio de Torrelavega m y preocupada por la repercusión que
podría tener sobre la economía local decide crear una comisión que se traslada a
Madrid para reunirse con los máximos mandatarios de la empresa[21]. De
poco sirvió porque el cierre ya estaba decidido.
A la vuelta del verano tocaba
renovar la Junta. El procedimiento era el estatutario: “proceder al sorteo que
habrá que determinar los cinco miembros de entre los once que componen la Junta
Directiva que han de cesar en el desempeño de su cargo”. En un bombo preparado
al efecto, “se insacularon once papeletas exactamente iguales conteniendo cada
una el nombre manuscrito de los once miembros de esta Junta Directiva y
extraídas cinco de dichas papeletas
resultaron ser las que de Ignacio Pérez Canales, Fidel Ramón Palacio, José de
Diego Sánchez, Miguel Zabala Gómez y Alejo Etchart Mendicouague”[22].
Pasaron solo tres días y César
Campuzano Ruiz se lleva una decepción. No había voluntarios para renovar la Junta Directiva. Y por tanto no
quedó más remedio que volver a nombrar a los tres primeros y sustituir a los
dos últimos, que insistieron una y otra vez en abandonar. Los nuevos fueron Feliciano
Bilbao Fernández e Isidro Díaz-Bustamante Blanco[23].
Nos adentramos en 1915 y gracias a una gestión
de César Campuzano y sus compañeros de Junta, se consigue ante el servicio de
Correos que las cartas sin franqueo o con franqueo insuficiente llegaran a su
destino. También entabla negociaciones con la Compañía de Ferrocarriles del
Cantábrico para solicitar “unos billetes especiales”, con descuento, a las
personas que iban a tomar las aguas en el mes de septiembre a los sitios de
baños: Comillas, San Vicente de la Barquera, Suances y la Hermida.
Curiosamente en los dos primeros años de
existencia de la Cámara no se hicieron memorias anuales. La primera será
aprobada en la sesión correspondiente al día 12 de octubre de 1915. Se aprovecha esta
fecha para aprobar, como era preceptivo, todos los trabajos realizados por la
institución desde su constitución hasta esa fecha.
Comienza 1916 con nuevas incorporaciones. Es
elegido por unanimidad para formar parte de la Junta, el industrial con
panadería en Torrelavega, Alfredo
Lavid Rebolledo en sustitución de Arturo Fernández Diestro[24].
Durante
todos estos primeros años de mandato se atiende prioritariamente a todo lo
relacionado con el transporte “por los caminos de hierro”. Entre otras muchas
actuaciones consigue, después de entrevistarse con los responsables de la
Compañía Ferroviaria del Norte de España, de la Compañía de Santander a Bilbao
y de la Compañía del Cantábrico, “que con motivo de las ferias de esta ciudad
estableciesen servicios extraordinarios y especiales tanto para el trasporte de
ganado como para viajeros”. Además, solicitó, al igual que lo había hecho la
Cámara de Comercio de Sevilla, “la supresión del pago de cinco céntimos de
peseta por el reparto a domicilio de la correspondencia nacional y la baja del
franqueo de la misma”[25].
El pésimo
funcionamiento del transporte de mercancías por tren repercutía negativamente
en el comercio en una ciudad donde las fábricas de zapatillas tenían mucha
importancia. Los retrasos eran constantes y el servicio muy deficiente. El
descontento lo lideró el que más tarde será el tercer presidente de la Cámara,
José Molleda Ugarte, con fábrica de zapatilla. El empresario puso de manifiesto
“el escandaloso retraso con que se reciben todas las expediciones de
mercancías con destino a esta Ciudad y pidió a la Junta haga llegar ante quien
corresponda las justas quejas del comercio de esta plaza por los perjuicios que
esos retrasos le ocasionan y que deben de ser evitados a toda costa”. César
Campuzano Ruiz y su Junta Directiva comprobaron lo denunciado y ofrecieron la
solución[26].
Parecido ocurría con el correo postal. Aquel
año, la Administración de Correos de Torrelavega había reducido drásticamente
su horario de atención al público que era de tres horas por la mañana y dos por
la tarde, pasándolo a solo tres horas
por la mañana. Los comerciantes lo desaprueban:
[…]Este
nuevo horario perjudica grandemente al vecindario en general, pero más
especialmente al comercio, se haría preciso recabar de quien corresponda que
vuelva a implantarse el antiguo servicio. […]
En vista del mal funcionamiento de estos dos
servicios, básicos en un comercio pujante y en una economía competitiva, la
Junta Directiva aprueba una interesante resolución fechada hace cien años y que
parecería que todavía en gran medida estuviera en vigor actualmente, en el año
2012:
[…]Elevar a los respectivos Ministerios
respetuosas exposiciones en súplica de que se hagan observar y cumplir a las
Compañías ferroviarias los plazos establecidos en cada tarifa para el trasporte
y entrega de mercancías; que la estación del ferrocarril de la Compañía del
Norte en esta ciudad sea de más categoría a fin de que sea mayor la dotación de
su personal y estén por tanto mejor atendidos sus servicios: que en ella se
aumenten las vías para facilitar y acelerar la carga y descarga de mercancías
cuya falta es causa hoy y muy principal del retraso de las entregas; que
también se dote esta administración de
Correos de más personal para que sus servicios no estén desatendidos ni
limitados como lo están hoy.
También se
acordó oficiar al Director de la Compañía del Cantábrico responsable dé las
órdenes oportunas para que se arreglen el firme desde la portilla a los
almacenes de carga y descarga en la estación de esta Ciudad pues su mal estado
hace muy difícil el tránsito de los carros de transporte que conducen
mercancías a los mismos.[…]
Comienza 1917 y mediados del mes de
enero “se aprueba el presupuesto para el año actual y las cuentas
del ejercicio anterior”. Las reparaciones solicitadas para la Estación del
Norte al Ministerio de Fomento se retrasaban más de lo deseado, lo que provoca
una “huelga de los carreteros de transportes y de las estaciones ferroviarias motivada por el mal estado de los muelles de
descarga y carga de la Estación del Norte y cuyas obras de reparación han sido
solicitadas a tiempo por esta”.
Los dos años siguientes trascurrieron sin
grandes novedades. En el año anterior a 1920 y después de una larga enfermedad,
había fallecido el secretario de esta Cámara de Comercio. Correspondía a la
Junta Directiva nombrar a su sustituto. Siete fueron los aspirantes y en una
sesión celebrada en este año de 1919, el día 26 de marzo, se acuerda “nombrar
como secretario de la Cámara de Comercio e Industria de Torrelavega a Manuel
Barquín Agüero”. Cuatro días más tarde, en la siguiente sesión, celebrada el día
31, tomó posesión. Para esta época (no sabemos a ciencia cierta si también
antes) la Cámara estaba ubicada en el primer piso izquierda del número 32 de la
calle Consolación. Los servicios que demandaban los asociados cada vez eran
mayores e iban en aumento por lo que se aprueba “habilitar la sede social de la
Cámara, y fijar un tiempo de atención al público que será de seis a ocho de la
tarde y, también, la compra de material de oficina para dicha sede”. Está
bastante claro que comienza una nueva época en esta emblemática institución[27].
En la primavera de este año va ocurrir otro
hecho que obliga al presidente a intervenir. Sin tener mucho sentido “se
prohíbe la facturación de mercancías en la estación del norte del término
municipal de Torrelavega”. La medida era un perjuicio económico importante. Rápidamente
se toman cartas en el asunto y se forma un comisión presidida por César
Campuzano Ruiz y en la que también estarán, Isidro Diaz-Bustamante, Santos
Mesones y Alfonso Pérez. El objetivo era reunirse con los directivos de la
Compañía de los Ferrocarriles del Norte para conseguir el levantamiento de esta
absurda orden. Se trabajó mucho hasta la revocación de la prohibición[28].
La
seguridad de la ciudad era otra de las grandes preocupaciones del presidente.
En el verano de este año acuerdan los comerciantes adscritos a la institución
dirigirse al Ministros de Gobernación para “que sean destinadas a esta ciudad
seis u ocho parejas del Cuerpo de seguridad para que garanticen la tranquilidad
de este vecindario que hoy se halla a merced de los perturbadores del orden y
de la gente maleante”[29]
Meses
después, los dependientes del comercio solicitaron el cumplimiento de la
jornada de ocho horas y el aumento de sus sueldos. La Junta local de Reformas
Sociales ya lo había descartado. No obstante estas dos reivindicaciones son
tratadas por la Cámara de Comercio que determina que, aunque no era misión suya
tratar un aumento de sueldos, sí estaría dispuesta a intervenir entre “los
dependientes y sus patronos”. Y para ello se ofreció como mediador.
El día 3 de marzo de 1920 se produce un
hecho relevante. El industrial con fábrica de zapatillas, Santiago Sañudo
Solórzano, propone a la Cámara de Comercio “fundar un banco local en esta
ciudad”. Se estaba refiriendo al futuro Banco de Torrelavega[30]
(1920/1942). Muchas fueron las reuniones
celebradas por los comerciantes, aunque la
unanimidad estaba trabajada. Dos destacados comerciantes, Santiago Sañudo
Solórzano y Julián Urbina Alegre, se desplazan a la capital de la provincia para reunirse con
el Consejo de Administración del Banco de Santander. Consiguen implicar a este
banco comprometiéndose “a suscribir el
50% del capital social del nuevo banco”.
Mucho se ha hablado de los asuntos
ferroviarios como una de las preocupaciones que más tiempo ocupó a esta
prestigiosa institución en los primeros
años de su existencia. No obstante, quiero indicar que, sin negar lo anterior,
lo que me parece más relevante en esta época es que una ciudad con tan solo
diez mil habitantes fuese capaz de lograr un comercio floreciente, crear una
Cámara de Comercio para defender sus intereses y fundar un banco capaz de
financiarles. Este es el verdadero milagro de aquellas gentes, los comerciantes.
En ese año 1920 hubo en Torrelavega una
huelga general de importancia que golpeó duramente al comercio local. Para vigilar
el orden establecido y restablecer la normalidad se desplazaron tropas
militares. A César Campuzano le había pedido el alcalde, Francisco Muñoz Rodriguez, una gratificación para el
ejército desplazado. Pretendía ofrecerles un obsequio por los importantes servicios
realizados. Por ello el presidente de la Cámara propuso a su
Junta Directiva la conveniencia de “dirigiese a todos los comerciantes e
industriales para que contribuyeran, aportando dinero, a la citada suscripción”.
Toda la Junta Directiva dio ejemplo y aportó lo acordado.
Ese mismo año
y teniendo en cuenta “los servicios prestados por el secretario interino de
esta Cámara, Manuel Barquín Agüero, se le propone el nombramiento con carácter
de propietario” y también se aprueba el presupuesto que ha de regir el año
próximo[31].
Pasado el verano, César
Campuzano vuelve a reunir su Junta Directiva, el 4 de octubre. Lo hace para
reclamar “por tercera vez” el asunto de los guardias de seguridad que habían
solicitado una y otra vez. Expuso que no podía entender cómo ciudades más
pequeñas que la nuestra lo habían conseguido recientemente y nosotros seguíamos
igual. El asunto, que no era baladí, tensó la reunión. Feliciano Bilbao
Fernández hizo uso de la palabra para reclamar que era preciso concretar las
gestiones a realizar. La discusión estaba animada. Antonino Fernandez Gutierrez
propone dirigirse al diputado Juan José Ruano, director general de
comunicaciones del Gobierno de España, exponiéndole el asunto. Fidel Ramón
Palacio opina que es mejor dirigirse no solamente a este señor sino también “a todos los representantes en
Cortes que han intervenido en este asunto”. Al final todos de acuerdo
decidieron remitir al alcalde una comunicación trasmitiéndole las acciones que
iban a realizar y animándole a apoyar “junto a esta Cámara las gestiones
necesarias para llevarlo a cabo”. Eran los preámbulos. Más adelante se
conseguirán la instalación del cuartel en Torrelavega.
[…]Como quiera que desde que se constituyó este
organismo ha sido algo deficiente puesto que ha funcionado ilegalmente con
respecto a la elección de los vocales como manda la Ley es preciso entrar de lleno
en el camino de la legalidad para el buen nombre de esta Corporación. […]
Pese a lo dicho y a que algunos
comerciantes ya habían manifestado hace tiempo su deseo de dejar la Junta
Directiva, no había voluntarios. Todo
ello irrita, una vez más al presidente, no quedándole más remedio que “rogar el
sacrificio de continuar a los asistentes al no existir candidatos que se
presentaran a las elecciones”.
Alfonso Pérez Gallego es
el primero en “acatar la petición del presidente”. Le sigue su compañero Fidel Ramón Palacio. Otros
insistieron en abandonar. Por ello no hubo más remedio que convocar elecciones:
“por unanimidad se procedió a elegir a los nuevos vocales entre los electores
de esta Cámara”. Los afortunados: Julián Urbina Alegre, Valentín Sollet Alonso,
Alberto Diez, Pedro Compostizo Fernández y Pedro Sañudo. Y por tanto cesan de
su cargo Feliciano Bilbao Fernández,
Ignacio Pérez Canales, Alfredo Lavid Rebolledo, Antonino Fernández Gutierrez y
José Ortiz Ruiz. Posteriormente Pedro Sañudo renunciará al cargo, sustituyéndole
Feliciano Bilbao Fernández, que esa manera es repescado[32].
A los tres días, el
primero de abril, se oficializan los cambios en una reunión extraordinaria y se
elige la nueva estructura de la Junta Directiva que queda como sigue: presidente,
César Campuzano Ruiz; vicepresidente, Isidro Diaz-Bustamante Blanco; contador, Santos
Mesones García; tesorero, Valentín Sollet Alonso y como vocales: Alfonso Pérez
Gallego, Feliciano Bilbao Fernández, Fidel Ramón Palacio, José de Diego Sanchez,
Julián Urbina Alegre, Pedro Compostizo Fernández, Alberto Diez; como secretario
de la Junta, el de la Cámara, Manuel Barquín Agüero.
Después vendrán días complicados
para la Cámara de Comercio de Torrelavega.
El viernes día 3 de junio de 1921, el Rey de España Alfonso XIII, mediante un
Real Decreto firmado en ese día y publicado en la Gaceta de Madrid al día
siguiente, disuelve la Cámara de Comercio e Industria de Torrelavega. Habían
pasado solamente ocho años desde que se fundó. Sabemos que el Real Decreto le
llega al Gobernador de la provincia de Santander el día primero de agosto y no
será hasta el día 22 de septiembre cuando la Dirección General de Comercio
comunica a César Campuzano la disolución de la institución. Todo este ruido
tiene su origen en el Real Decreto del día 14 de marzo de 1918 que pretendía
mejorar el anómalo funcionamiento de las Cámaras de Comercio, Industria y
Navegación de España. Se buscaba imprimir una mayor disciplina y mucha más exigencia
a unas instituciones que habían proliferado en toda la geografía de España y
que actuaban, en bastantes casos, con incumplimientos de las normas
establecidas.
Firma
de César Campuzano Ruiz.
Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
Por este Real Decreto
eran disueltas las Cámaras, durante un tiempo, hasta concluir su
reorganización. La Cámara de Comercio de Torrelavega, al igual que otras
muchas, es una a las que se la aplica esta norma. Por ello mediante un Real
decreto, fechado el día 3 de junio de 1921, se disuelve La Cámara de Comercio, Industria y Navegación (sic) de Torrelavega.
Quedó reconstituida el día 10 de enero de 1922, una vez celebradas las
elecciones correspondientes. Por lo tanto, durante siete meses la Cámara de Comercio
estuvo intervenida[33].
El secretario de la Cámara que seguía siendo Manuel
Barquín Agüero lee el escrito a los asistentes:
[…]Por Real Decreto de tres del mes
de junio pasado publicado en la Gaceta
el día cuatro del mismo mes, se declaró disuelta la Cámara de Comercio e
Industria de Torrelavega y cumpliendo lo preceptuado en el artículo 64 del
Reglamento orgánico de 14 de marzo de 1918: S. M. el Rey (q.D.g.) se ha servido
disponer que se encargue interinamente de la administración de la citada Cámara
una comisión formada de los Sres. D. César Campuzano, D. Isidro D. Bustamante, D.
Valentín Sollet. D. Santos Mesones y D. Fidel Ramón Palacio, miembros que
fueron de la indicada Cámara, los que darán cumplimiento inmediato á lo
determinado en el artículo 64 del citado Reglamento.[…]
Estos fueron los que
gestionaron la institución hasta que fue levantada la intervención. Con este
panorama a César Campuzano Ruiz le tocó echar el resto. Viajó a Madrid y
después de muchas reuniones y desvelos puso en práctica la solución. Consigue
que el Gobernador Civil de la provincia de Santander publique “en el Boletín
Oficial provincial, número 134, la circular convocando elecciones para la
renovación total de los miembros de esta Cámara”. Era la salida, lo que tocaba.
Se celebran las
elecciones el miércoles día 23 de noviembre de 1921. A las ocho de la mañana se
constituye la mesa que va a presidir César Campuzano Ruiz. Era una de sus
últimas actuaciones[34].
Fueron elegidos los
comerciantes César Campuzano Ruiz, Santos Mesones García, Valentín Sollet
Alonso, José Molleda Ugarte, José de Diego Sanchez, César Herrero, Isidro
Diaz-Bustamante Blanco, Alberto Diez y Julián Urbina Alegre. Toman posesión de
sus cargos el día 3 de enero de 1922. Todos menos uno. Una vez más, ya lo hizo
en 1913, presenta su dimisión, mediante carta escrita al secretario, el
comerciante Julián Urbina Alegre. Su sustituto, el mismo que la otra vez,
Manuel Trugeda Cayuso.
Cinco días más tarde, y en una nueva reunión,
se votarán los distintos cargos de la Junta. Santos Mesones García, colaborador
del presidente desde los comienzos, toma la palabra para decir que sería muy
beneficioso para la Cámara que los nuevos cargos que se van a elegir sean
ocupados por personas que hasta ahora no los hubieran desempeñado. La salida
del presidente estaba pactada, él pensaba lo mismo. Después de nueve años ocupando el cargo era conveniente
dar un paso atrás. Santos Mesones propone para ocupar la presidencia de la
Cámara de Comercio de Torrelavega a “Isidro Diaz-Bustamante Blanco que presenta
excelentes condiciones para ejercer el cargo”.
Este nombramiento se
aprueba por unanimidad y “se faculta a la Corporación a que se traslade oficialmente
a su domicilio para comunicarle el nombramiento”. Para vicepresidente, e
igualmente por unanimidad, fue elegido el industrial con fábrica de zapatillas,
José Molleda Ugarte. Como contador, Manuel Trugeda Cayuso, con tienda de
ultramarinos; y como tesorero, Valentín Sollet Alonso, con tenería francesa.
Terminados los nombramientos y antes de
abandonar la reunión tomó la palabra César Campuzano Ruiz para pedir al vicepresidente, José Molleda Ugarte, que presidiera
la Junta Directiva en ausencia del nuevo presidente electo. Así lo hizo. Una
vez en su puesto dijo:
[…]Pido a toda la Corporación un voto de gracias a todos los miembros
salientes y muy especialmente a su digno presidente Don César Campuzano Ruiz que
supo desempeñar dignamente durante muchos la presidencia de esta Cámara. […]
Cuando
contaba 62 años, César Campuzano Ruiz cesa del cargo de presidente de la Cámara
de Comercio e Industria de Torrelavega. Era domingo, el día 8 de enero de 1922,
nueve años después de su elección[35].
Posteriormente
pasa largas temporadas en Madrid donde vive su hermano primogénito Gregorio y
sus hijos César y Pedro. En 1934 construye un edificio destinado a almacén para
su ferretería. La obra contó con un presupuesto de 7.014 pesetas:
Construcción de almacén destinado a útiles
de ferretería en una finca de su propiedad en la Avenida del Cantábrico y con
objeto de construir seguidamente una casa-habitación que estará en la línea que
da a dicha calle y de José María Pereda[36].
Con
80 años fallece en Torrelavega, el día 24 de enero de 1940. Después de un
multitudinario funeral, su cuerpo reposa en el cementerio de Geloria en el
panteón familiar de los Campuzano-Barreda[37]. Once años antes, el día 5 de marzo de 1929,
había fallecido su mujer Marcelina Cacho Obregón, que también está enterrada, junto a su marido,
en el cementerio de La Llama.
LA FAMILIA CAMPUZANO EN EL CEMENTERIO DE GELORIA
LA FAMILIA CAMPUZANO EN EL CEMENTERIO DE GELORIA
Panteón de la familia Campuzano-Barreda
Detalle del panteón
Tumba de César Campuzano Ruiz
Lápida de Gregorio Campuzano Ruiz
Lápida de César Campuzano Cacho
Cripta de la iglesia de la Virgen Grande
Tumba de Adelaida Campuzano Cacho.
Cripta de la iglesia de la Virgen Grande
Cripta de la iglesia de la Virgen Grande
Marcelina Cacho Obregón
Federico Campuzano Cacho
Jose Luis Campuzano Cacho
[1] Registro Civil
Torrelavega, libro 37, página 182, sección 3ª.
[2] Pedro Campuzano Barreda aparece en la relación
de la contribución de 1874 con comercio
en la calle del comercio de Torrelavega. Archivo Municipal Torrelavega.
[3] Ortiz Sal, José: El Circulo de Recreo de Torrelavega, 1861/2011. Artes Gráficas
Martínez, 2011.
[4] El hermano mayor de
nuestro biografiado, Gregorio Campuzano Ruíz (1857-1927), fue un distinguido
jurista que ejerció la abogacía en Madrid y ejerció
como letrado del ayuntamiento de la capital de España. Vivía en el número 53 de
la calle de San Bernardo y fue concejal del ayuntamiento de la capital de
España. Como dato curioso y gracias a una gestión suya, Francisco Gutiérrez Cossío, el conocido pintor Pancho Cossío,
consigue trasladarse a Madrid para formarse como pintor en el taller del afamado Cecilio Pla. Gregorio
Campuzano se casó con Amelia Horma con la que tuvo tres hijos: Fernando, María y Teresa. Pasa sus
últimos días en Renedo de Cabuérniga, donde fallece el día
2 de octubre de 1927.
[5] Padrones de Torrelavega de 1875/1876. Archivo Municipal Torrelavega.
[6] Archivo Municipal Torrelavega, legajo H 207, 1,27.
[7] El Liberal Montañés
editado el día 15 de julio de 1915, número 44.
[8] Ortiz Sal, José: El Círculo de Recreo de Torrelavega,
1861-2011. Gráficas J. Martínez, S. L. 2011.
[9] Revista Ilustrada de Ferrocarriles, Industria,
Bancos y Seguros del 25 junio 1906.
[10] Bustamante Gómez, Tomás; Los
comienzos de la Cámara de comercio e industria de Torrelavega. Gráficas
Quinzaños, 2012, Torrelavega.
[11] Bustamante Gómez, Tomás:
El Banco de Torrelavega, 1920/1942. Gráficas
Quinzaños, 2009, Torrelavega.
[12] Archivo Municipal
Torrelavega, P1:B2, 349 B.
[13] Bautizada en Cortiguera e
hija de Nicanor Cacho del mismo lugar y de Adela Obregón natural de Torrelavega. Archivo
Parroquial Torrelavega.
[14] Registro Civil Torrelavega, tomo 76, página 5v, sección 3ª.
[15] Registro Civil Torrelavega,
tomo 75, página 72v, sección 3º.
[16] Información facilitada
por su hijo Federico Campuzano Gómez, que falleció en Suances el 30 de mayo de
2020 a los 72 años de edad.
[17] Información aportada por Mayín García Arce,
bisnieta de César Campuzano Ruiz.
[18] Sesión 29 septiembre
1913. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[19] Sesión 28 octubre 1913. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[20] Sesión 9 diciembre 1913. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[21] Sesión 17 enero 1914. Archivo
Cámara de Comercio de Torrelavega.
[22] Sesión 16 octubre 1914.
Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[23] Sesión 11 noviembre 1914. Archivo Cámara de
Comercio de Torrelavega.
[24] Sesión15 enero 1916. No confundir a este Fernández
Diestro con el que más adelante regentará un importante comercio de
ultramarinos y la Granja Posch.
[25] Sesión 28 abril 1916.
Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[26] Sesión 23 octubre 1916.
Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega
[27] El conserje de la Cámara
era José Costales Viar. Fue nombrado ordenanza de
la secretaría en la sesión del 19 de enero 1914 y contaba con un sueldo anual
de 250 pesetas al año. Sesión 31 marzo 1919.
[28] Sesión 5 de mayo 1919. Archivo Cámara de
Comercio de Torrelavega.
[29] Sesión 3 junio 1919. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[30] Bustamante Gómez, Tomás: Banco
de Torrelavega, 1929/1942. Artes gráficas Quinzaños, 2009.
[31] El día 3 de febrero de 1920 tomará posesión. Acta correspondiente al mismo
día. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[32] Sesión 29 marzo 1921.
Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[33] Gaceta de Madrid, 10 de abril 1924, pág. 219.
[34] Acta 23 noviembre 1921. Archivo Cámara de
Comercio de Torrelavega.
[35] Sesión 8 enero 1922,
domingo, página 71. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[36] Archivo Municipal
Torrelavega, lega. H 207; 2,4.
[37] Registro Civil Torrelavega, libro 60, folio 37 vto.