miércoles, 26 de febrero de 2014

César Campuzano Ruiz (1860-1940), con casa de la banca y ferretería

César Campuzano Ruiz



            La historia de este comerciante, primer presidente electo de la Cámara de Comercio e Industria de Torrelavega, con ferretería en la calle del Comercio, comienza en la villa de Cartes a finales del siglo XVIII. Allí nace, en el lugar de Mijarojos, su abuelo Pedro Isaac Campuzano Caballero, que va a contraer matrimonio con Teresa Barreda González, del pueblo de Campuzano. Se instalan a vivir en el pueblo de su madre y allí verá la luz, el día 3 de octubre de 1834, su hijo Pedro Campuzano Barreda, padre de nuestro comerciante[1]. Cuando Pedro contaba seis años, en 1840, “baja” toda la familia a vivir a Torrelavega instalándose en la calle del Comercio y donde abre su primer establecimiento.
            Pedro Campuzano Barreda (1834-1896) pasa gran parte de su niñez y juventud correteando por los alrededores de la calle donde vivía, la más comercial de Torrelavega, enfrente de la Plaza Mayor en donde los días de mercado semanal el bullicio era palpable.
            Conoce a la torrelaveguense Adelaida Ruiz Pérez de la Sierra y con solo veintitrés años contrae matrimonio en la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación de Torrelavega, el día 14 de enero de 1856. La contrayente, Adelaida Ruiz, dos años mayor que él, había nacido en la villa de Torrelavega, el 13 de agosto de 1832. Era hija de Ángel Ruiz de la Cueva, natural de Mazcuerras y de Águeda Pérez de la Sierra y Portilla, natural de Comillas.
            Cuando el padre de nuestro comerciante se pone al mando del negocio anuncia su comercio como: Pedro Campuzano Barreda. Compras y ventas. Comisiones y Consignaciones. Torrelavega[2]. Pasan los años y junto a otras personas pudientes fundan la sociedad Círculo de Recreo de Torrelavega en 1861[3].       
            Tuvieron cinco hijos: Gregorio[4], nacido el día 24 de mayo de 1857; César, que nació el día 30 de enero de 1860; Federico, que había nacido el día 6 de noviembre de 1862; Darío, nacido el día 26 de diciembre de 1865; y Carmen, que lo había hecho el día 7 de octubre de 1871.

Ferretería de César Campuzano Ruiz un jueves con Mercado

Por los padrones de Torrelavega de 1875/1876 sabemos que la familia formada entre Pedro Campuzano, “que era propietario y del comercio”, y Adelaida Ruiz estaba formada por  Gregorio, que a los 19 años estaba ya estudiando en Valladolid; César, que  con 16 años empezó a trabajar en la ferretería de su padre; y  Federico que, al igual que su hermano Darío, estudiaba en Torrelavega[5]. Obviamente el censo de vecinos estaba incompleto, como era bastante habitual, faltaba la hija pequeña.
 Adelaida Ruiz, madre de nuestro comerciante, muere el día 17 de marzo de 1890 y seis años más tarde, el día 14 de marzo de 1896, lo hará su marido, Pedro Campuzano Barreda. Ambos están enterrados en el panteón de los Campuzano-Barreda en el cementerio de Geloria de la Llama.
 César Campuzano Ruiz (1860-1940) comienza a trabajar en la ferretería de su padre y es allí donde aprende las primeras prácticas comerciales. Hasta que le toca ponerse al mando y heredarlo. Sus aptitudes mercantiles y su valía personal transforman la ferretería convirtiéndola en un comercio más prospero y floreciente.
La Ferretería Campuzano estaba ubicada en lo que hoy son las dependencias de la oficina principal de Caja Cantabria, en la calle José María de Pereda frente a la Plaza Mayor. Estaba situada en el número 27 en la calle del Comercio. Cuando llamabas por teléfono a este establecimiento marcabas el 27. Los días del  Mercado de los Jueves las ventas aumentaban significativamente. El ajetreo era atrayente. Entraban a la tienda  clientes que llegaban en carros tirados por mulos y en caballos con cuévanos para proveerse de lo necesario. El trasiego en los soportales, que formaban la casa con cuatro arcos, era constante en esos días.
Allí se vendía casi de todo. Desde baterías de cocina hasta cualquier tipo de cristalería. Tenía la representación y era el expendedor oficial de explosivos para toda la comarca del Besaya. Contaba con un depósito de dinamita y vendía pólvora para la caza y sobre todo para las voladuras en las minas. Y también cañizos y esteras para carros.  Las ventas para las voladuras en las minas eran importantes. Hasta el punto de construir en 1928 en una finca de su propiedad llamada el Prado de la Aceña, en Campuzano, un polvorín[6].
Cesar Campuzano Ruiz vivió gran parte de su vida en Torrelavega aunque también pasaba temporadas en Madrid. Como otros comerciantes, era asiduo a pasar los veranos en Suances donde disponía de algo más que una simple vivienda:
La familia del rico hacendado y acaudalado comerciante Don Cesar Campuzano se encuentra saboreando la fresca brisa de la hermosa playa de Suances en su precioso palacete[7].
Era una persona con gran sentido del humor, con un gracejo personal. Una sordera incipiente le acompañó casi toda su vida aunque no le dificultó en su quehacer diario y empresarial. Ocupó diversos cargos en la sociedad de aquella época,  destacando el puesto de tesorero que desempeñó en la sociedad más antigua de Torrelavega, el Círculo de Recreo, en los períodos comprendidos de 1905 a 1909 y de 1913 a 1915. En este último año, acompañando al Barón de Peramola y Peracolls, Florencio Ceruti de Castañeda, como presidente, ocupa el cargo de depositario, junto a Antonio García de los Salmones como vicepresidente; a Juan Bautista Ruiz Noval como secretario; a Vicente Blanco como vicesecretario; a Antonio Argumosa como contador y a Vicente Muñoz como bibliotecario[8].
Durante los primeros años de mil novecientos se produce un hecho en España que marcará la diferencia con casi todos los países europeos de su entorno. Mientras que en los países cercanos el número de bancos que operaban era muy numeroso, por el contrario en España era llamativamente escaso. Este déficit se contrarrestaba por la existencia en España de las “casas de la banca”. Estas entidades menores, que suplían la carencia de los bancos, eran regentadas por comerciantes. Uno de ellos era César Campuzano Ruiz, que fue corresponsal del Banco de España en Torrelavega, y regentó una “casa de la banca” de 1918 a 1923[9].También tuvieron “casas de la banca” en Torrelavega Alejo Etchart Mendicouague (1918-1923)[10], E. Cabrillos (1922-1923) e Isidro Diaz-Bustamante Blanco (1922-1923)[11].
A finales de 1900 César Campuzano Ruíz y su hermano mayor Gregorio deciden reformar la casa donde vivían, el número 25 de la calle del Comercio. Presentan en el ayuntamiento, el proyecto firmado por el maestro de obras  Pablo Piqué para su aprobación el día 25 de octubre[12].
César Campuzano Ruiz se casó, cuando contaba 31 años, con Marcelina Cacho Obregón[13]  de 19 años de edad y oriunda de Suances,  el día 20 de febrero de 1881 en la iglesia de la Consolación de Torrelavega. Tuvieron cinco hijos: Adelaida, Federico, César, Pedro y Jose Luis.


Firma de Pedro Campuzano Barreda en 1876.


La mayor, Adelaida Campuzano Cacho (1892-1954), nace el día 14 de marzo. Contrae matrimonio con el vecino de Cartes e hijo de los dueños de los Torreones de Cartes, Joaquín García Arroyo[14] (1888-19559). Vivió en el número 22 de la calle Consolación y fue una de las personas que regentó la Ferretería Campuzano cuando César Campuzano Ruiz deja de trabajar. Tuvieron cinco hijos: Adelaida, Cristina, Enrique, Marcelina y Jose Luis García Campuzano, empresario de la Hostería del Santuario de las Caldas y juez de Paz de Torrelavega. Adelaida Campuzano Cacho falleció el 14 de marzo de 1954. Sus restos reposan en el cementerio de la Llama[15].
Su segundo hijo, Federico Campuzano Cacho (1895-1957), nació el 17 de octubre de 1895. Fue abogado y estuvo casado con Rosa Gómez Collado (1903 -1974) con la que tuvo un hijo del mismo nombre que su padre: Federico Campuzano Gómez. Ocupó la presidencia de la sociedad Círculo de Recreo de Torrelavega. Falleció el 4 septiembre 1957 y su cuerpo reposa en el cementerio de la Llama.
Lleva su nombre su tercer hijo, César Campuzano Cacho (1898-1970), que fija su residencia en Madrid al acabar sus estudios. Pasa temporadas en la casa de indianos que poseía en Villapresente denominada “Villa Leticia” en honor a su primera mujer. Se casa en primeras nupcias con Leticia Cacho Ruiz de Villa con la que tiene su único hijo: César. En segundas nupcias con Mercedes Sanchez de Movellán, con la que no tiene descendencia alguna. Fue lo que se denomina un “hombre de negocios”. Su hijo, César fue un destacado medico radiólogo con consulta en Madrid que se casó con Dolores Peñaranda. Como dato curioso cabe mencionar que César Campuzano Cacho fue una de las personas que descubrió y dio a conocer al golfista de fama mundial  Severiano Ballesteros. Falleció en Torrelavega el 13 de mayo de 1970. Sus restos reposan en el cementerio de Geloria en la Llama.
A su tercer hijo le ponen el nombre de su abuelo. Pedro Campuzano Cacho (1905-1978) nace en Torrelavega, al igual que todos sus hermanos y pronto la abandona para estudiar la carrera de medicina, especializándose en radiología. Se instala en Madrid y allí vive con su esposa Aurora González Campos, natural de Sevilla y sus cinco hijos: Aurora, Pedro, Carlos, Eduardo e Inés. A los 73 años muere[16] en Madrid el 30 de mayo de 1978.
Y por último, su hijo pequeño, José Luis Campuzano Cacho, muere siendo muy joven cuando solo contaba con 16 años y está enterrado en el panteón de los Campuzano-Barreda en el cementerio de Geloria en la Llama de Torrelavega[17].
Cesar Campuzano Ruiz es elegido presidente de la Cámara oficial de Comercio e Industria de Torrelavega en un acto que se celebra el 27 de abril de 1913 en el salón de plenos del Ayuntamiento, que por entonces estaba situado en la Plaza de los  Granos. Pero su relación con la Cámara comienza mucho antes.
Este comerciante de convicciones liberales estuvo desde los comienzos. Participó en las primeras reuniones en la primavera de 1912 y formó parte de la histórica comisión de comerciantes que propició la creación de la Cámara. Le acompañaron Isidro Diaz-Bustamante Blanco, Fidel Ramón Palacio, Julián Urbina Alegre, Pelayo Moreno Martinez de Pinillos, Angel Achustegui y Lorenzo Sánchez Alonso. Conseguida la autorización para la creación de la Cámara, por la primera Real Orden, es llamado a formar parte de su Junta Provisional presidida por Florencio Ceruti de Castañeda.
Más adelante forma parte de los cuarenta comerciantes que avalan con su firma todas las obligaciones exigidas en Madrid y firma la escritura de compromiso. Será el primer presidente electo de la Cámara de Comercio. Cuando el Rey de España disuelve la institución es designado nuevamente para formar parte de la Junta Interina encargada de los asuntos de trámite. Por tanto, estamos ante un comerciante que bien se merece que historiemos detalladamente su elección y los nueve años de servicio. Nuestra admiración.


Frente de la tienda de César Campuzano Ruiz en la Calle del Comercio en 1903. Archivo Municipal Torrelavega

Ese día de 1913, el 27 de abril, que era domingo, después de las diez de la mañana fueron llegando al ayuntamiento los miembros de la Cámara de Comercio que habían sido declarados elegibles. Les recibe el alcalde, Florencio Ceruti de Castañeda, que a su vez era el Presidente provisional de la Cámara recién creada. Van llegando Santos Mesones García, Arturo Fernández Diestro, Isidro Díaz-Bustamante Blanco y César Campuzano Ruiz. Después llegarán José Ortiz Ruiz, Miguel Zabala Gómez, Alfonso Pérez Gallego y, por último, lo hará José de Diego Sánchez.
Cerca de las 11 de la mañana, el secretario accidental, Francisco Fuente Fresnedo, da comienzo a la reunión leyendo el acta de la convocatoria que días antes habían recibido todos los allí presentes. Se les convocaba para, nada más ni nada menos, elegir a la  Junta Directiva que iba a regir los destinos de la nueva institución.
Antes de pasar a la votación se constató la ausencia sin justificar de los miembros Fidel Ramón Palacio, con comercio de alimentación y ultramarinos, e Ignacio Pérez Canales, con ferretería en la calle de La Estrella. También se echó en falta a una de las personas que más había influido en la creación de la Cámara, me estoy refiriendo a Julián Urbina Alegre. La causa de su ausencia se sabrá ya entrada la reunión.
Toma la palabra Florencio Ceruti, para manifestar “su gran satisfacción y alegría al haber conseguido entre todos este magnifico objetivo como es el de crear una Cámara de Comercio en Torrelavega”.
Comienza la votación, secreta y nominal, para elegir al primer presidente. Sale elegido con ocho votos y mayoría absoluta César Campuzano Ruiz. A partir de entonces será él el que presida este momento histórico, sustituyendo al alcalde. Ahora le toca el turno al vicepresidente y el afortunado, con seis votos, fue José Ortiz Ruiz. Como contador de la Junta Directiva es elegido Santos Mesones García con seis votos. En este momento se incorpora a la reunión con voz y voto, el comerciante Ignacio Pérez Canales. Ahora había que decidir quién era el tesorero de la Junta. Con ocho votos a favor resultó elegido Isidro Díaz-Bustamante Blanco. Y, por último, son nombrados los vocales de la Junta Directiva de la Cámara de Comercio, los comerciantes: Arturo Fernández Diestro, Ignacio Pérez Canales, Fidel Ramón Palacio, Miguel Zabala Gómez, Alfonso Pérez Gallego y  José de Diego Sánchez.
Cuando César Campuzano Ruiz anuncia una nueva votación para elegir al secretario de la Cámara, en ese momento toma la palabra el nuevo tesorero de la entidad Isidro Díaz-Bustamante Blanco, para rogar a la presidencia y a los demás compañeros, que este nombramiento recayese en una persona, “hijo de la localidad con suficientes facultades” para desempeñar el cargo. Se estaba refiriendo al entonces secretario accidental Francisco Fuentes Fresnedo. Le contesta el presidente que nada se puede hacer. Aunque reconoce el positivo y magnífico trabajo  realizado por el secretario accidental, ese cargo también debería ser votado. Isidro Díaz-Bustamante era de la opinión que debía de continuar el que hasta ahora lo había hecho a pleno rendimiento. No fue así: por mayoría de cinco votos salió elegido Vicente López Delgado frente  a Francisco Fuentes Fresnedo, que obtuvo solo tres.
Ya solo faltaba la elección de los denominados vocales cooperantes según  reflejaba el artículo veintitrés del Reglamento de las Cámaras de Comercio de veintinueve de diciembre de 1911. Manuel Trujeda (sic) Cayuso con ocho votos, Severino Setién Barquín con seis votos y Vicente Arques Payá con cinco votos, fueron los comerciantes afortunados.
Y por fin llegó el momento de saber por qué no había asistido Julián Urbina Alegre, uno de los muñidores en la creación de la Cámara. Fue leída una carta en la que presentaba la dimisión del cargo de miembro de la Junta de Directiva por motivos de salud. La carta de dimisión fue acompañada por un certificado medico donde se aconsejaba reposo y tranquilidad. Después de un cambio de impresiones se acordó admitir su dimisión quedando pendiente su resolución definitiva, la elección de su sustituto, para la siguiente reunión.

Reforma de la casa de César Campuzano Ruiz en la calle del Comercio en 1900.
 Archivo Municipal Torrelavega.


Tomó en ese momento la palabra César Campuzano Ruiz para, en un improvisado discurso, dar las gracias a sus compañeros por la elección y se ofreció para, entre todos, fomentar el comercio y la industria en la ciudad. Así mismo dio las gracias a Florencio Ceruti de Castañeda, por sus grandes, insistentes y desinteresadas gestiones cerca del Gobierno para ver de conseguir la creación de esta Cámara.  
Por indicación de Alfonso Pérez Gallego, vocal allí presente, se extendió esta gratitud a cuantas personas coadyuvaron en Madrid en misión del citado Señor Alcalde. El encargado de comunicar este acuerdo a todos recayó en el comerciante y tesorero de la Cámara Isidro Díaz-Bustamante Blanco.  
Se estaban viviendo días históricos en la historiografía económica y social de la ciudad. Años atrás quedó el entorno geográfico y económico de un valle fértil entre dos ríos; un cruce de caminos; el Camino Real con Castilla; la concesión del Mercado de los Jueves y el permiso para celebrar Ferias Ganaderas. Todo dibujó este lugar hasta llegar a la creación de la Cámara de Comercio e Industria de Torrelavega.
Fueron muchas las gestiones realizadas por César Campuzano Ruiz durante estos años. Días intensos y laboriosos. Había que empezar desde abajo creando una nueva organización para lo que no se tenía experiencia. Las reuniones fueron constantes y los contactos muchos. Se emitieron saludas y presentaciones a todos los poderes de la época y a todas las Cámaras de Comercio de España. En una de las primeras reuniones de la Junta Directiva se acordó publicar el Boletín Oficial de la Cámara. Se decide que el primer número fuera el del mes de octubre del año de la fundación. Después de escuchar ofertas de las distintas imprentas locales, resulto elegida la de El Impulsor de Manuel Blanco, con una adjudicación de catorce pesetas setenta y cinco céntimos cada tirada de 200 ejemplares[18].

Sello del comercio de  de Pedro Campuzano Barreda 1876.


            Durante este primer año de mandato  preside varias Juntas donde poco a poco se va dando cuerpo a esta institución. El director general de Comercio, Industria y Trabajo aprueba el Reglamento Interno de la Cámara[19].  Y ya en diciembre de este mismo año se recibe una notificación de la alcaldía informándoles la concesión de una subvención de 300 pesetas anuales. Y por último, en este mismo mes se aprobó[20] el presupuesto para el año siguiente de 1914.
            El año siguiente no comenzó bien para la economía de la ciudad. Los periódicos se habían hecho eco del rumor  que afirmaba que el Consejo de Administración de la Sociedad General Azucarera de España había acordado el cierre definitivo de la Fábrica Azucarera Montañesa de Torrelavega. No quedaba mucho margen de maniobra. El presidente se puso en contacto con el alcalde, con la Cámara Agrícola de Santander y con la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de la provincia. La Cámara de Comercio de Torrelavega m y preocupada por la repercusión que podría tener sobre la economía local decide crear una comisión que se traslada a Madrid para reunirse con los máximos mandatarios de la empresa[21]. De poco sirvió porque el cierre ya estaba decidido.
            A la vuelta del verano tocaba renovar la Junta. El procedimiento era el estatutario: “proceder al sorteo que habrá que determinar los cinco miembros de entre los once que componen la Junta Directiva que han de cesar en el desempeño de su cargo”. En un bombo preparado al efecto, “se insacularon once papeletas exactamente iguales conteniendo cada una el nombre manuscrito de los once miembros de esta Junta Directiva y extraídas cinco  de dichas papeletas resultaron ser las que de Ignacio Pérez Canales, Fidel Ramón Palacio, José de Diego Sánchez, Miguel Zabala Gómez y Alejo Etchart Mendicouague”[22].  
            Pasaron solo tres días y César Campuzano Ruiz se lleva una decepción. No había voluntarios  para renovar la Junta Directiva. Y por tanto no quedó más remedio que volver a nombrar a los tres primeros y sustituir a los dos últimos, que insistieron una y otra vez en abandonar. Los nuevos fueron Feliciano Bilbao Fernández e Isidro Díaz-Bustamante Blanco[23].
            Nos adentramos en 1915 y gracias a una gestión de César Campuzano y sus compañeros de Junta, se consigue ante el servicio de Correos que las cartas sin franqueo o con franqueo insuficiente llegaran a su destino. También entabla negociaciones con la Compañía de Ferrocarriles del Cantábrico para solicitar “unos billetes especiales”, con descuento, a las personas que iban a tomar las aguas en el mes de septiembre a los sitios de baños: Comillas, San Vicente de la Barquera, Suances y la Hermida.
            Curiosamente en los dos primeros años de existencia de la Cámara no se hicieron memorias anuales. La primera será aprobada en la sesión correspondiente al  día 12 de octubre de 1915. Se aprovecha esta fecha para aprobar, como era preceptivo, todos los trabajos realizados por la institución desde su constitución hasta esa fecha.
Comienza 1916 con nuevas incorporaciones. Es elegido por unanimidad para formar parte de la Junta, el industrial con panadería en Torrelavega, Alfredo Lavid Rebolledo en sustitución de Arturo Fernández Diestro[24].
 Durante todos estos primeros años de mandato se atiende prioritariamente a todo lo relacionado con el transporte “por los caminos de hierro”. Entre otras muchas actuaciones consigue, después de entrevistarse con los responsables de la Compañía Ferroviaria del Norte de España, de la Compañía de Santander a Bilbao y de la Compañía del Cantábrico, “que con motivo de las ferias de esta ciudad estableciesen servicios extraordinarios y especiales tanto para el trasporte de ganado como para viajeros”. Además, solicitó, al igual que lo había hecho la Cámara de Comercio de Sevilla, “la supresión del pago de cinco céntimos de peseta por el reparto a domicilio de la correspondencia nacional y la baja del franqueo de la misma”[25].
 El pésimo funcionamiento del transporte de mercancías por tren repercutía negativamente en el comercio en una ciudad donde las fábricas de zapatillas tenían mucha importancia. Los retrasos eran constantes y el servicio muy deficiente. El descontento lo lideró el que más tarde será el tercer presidente de la Cámara, José Molleda Ugarte, con fábrica de zapatilla. El empresario puso de manifiesto “el escandaloso retraso con que se reciben todas las expediciones de mercancías con destino a esta Ciudad y pidió a la Junta haga llegar ante quien corresponda las justas quejas del comercio de esta plaza por los perjuicios que esos retrasos le ocasionan y que deben de ser evitados a toda costa”. César Campuzano Ruiz y su Junta Directiva comprobaron lo denunciado y ofrecieron la solución[26].
Parecido ocurría con el correo postal. Aquel año, la Administración de Correos de Torrelavega había reducido drásticamente su horario de atención al público que era de tres horas por la mañana y dos por la tarde,  pasándolo a solo tres horas por la mañana. Los comerciantes lo desaprueban:
[…]Este nuevo horario perjudica grandemente al vecindario en general, pero más especialmente al comercio, se haría preciso recabar de quien corresponda que vuelva a implantarse el antiguo servicio. […]
En vista del mal funcionamiento de estos dos servicios, básicos en un comercio pujante y en una economía competitiva, la Junta Directiva aprueba una interesante resolución fechada hace cien años y que parecería que todavía en gran medida estuviera en vigor actualmente, en el año 2012:
[…]Elevar a los respectivos Ministerios respetuosas exposiciones en súplica de que se hagan observar y cumplir a las Compañías ferroviarias los plazos establecidos en cada tarifa para el trasporte y entrega de mercancías; que la estación del ferrocarril de la Compañía del Norte en esta ciudad sea de más categoría a fin de que sea mayor la dotación de su personal y estén por tanto mejor atendidos sus servicios: que en ella se aumenten las vías para facilitar y acelerar la carga y descarga de mercancías cuya falta es causa hoy y muy principal del retraso de las entregas; que también se dote esta administración de Correos de más personal para que sus servicios no estén desatendidos ni limitados como lo están hoy.
También se acordó oficiar al Director de la Compañía del Cantábrico responsable dé las órdenes oportunas para que se arreglen el firme desde la portilla a los almacenes de carga y descarga en la estación de esta Ciudad pues su mal estado hace muy difícil el tránsito de los carros de transporte que conducen mercancías a los mismos.[…]
Comienza 1917 y mediados del mes de enero  “se aprueba el  presupuesto para el año actual y las cuentas del ejercicio anterior”. Las reparaciones solicitadas para la Estación del Norte al Ministerio de Fomento se retrasaban más de lo deseado, lo que provoca una “huelga de los carreteros de transportes y de las estaciones ferroviarias  motivada por el mal estado de los muelles de descarga y carga de la Estación del Norte y cuyas obras de reparación han sido solicitadas a tiempo por esta”.
Los dos años siguientes trascurrieron sin grandes novedades. En el año anterior a 1920 y después de una larga enfermedad, había fallecido el secretario de esta Cámara de Comercio. Correspondía a la Junta Directiva nombrar a su sustituto. Siete fueron los aspirantes y en una sesión celebrada en este año de 1919, el día 26 de marzo, se acuerda “nombrar como secretario de la Cámara de Comercio e Industria de Torrelavega a Manuel Barquín Agüero”. Cuatro días más tarde, en la siguiente sesión, celebrada el día 31, tomó posesión. Para esta época (no sabemos a ciencia cierta si también antes) la Cámara estaba ubicada en el primer piso izquierda del número 32 de la calle Consolación. Los servicios que demandaban los asociados cada vez eran mayores e iban en aumento por lo que se aprueba “habilitar la sede social de la Cámara, y fijar un tiempo de atención al público que será de seis a ocho de la tarde y, también, la compra de material de oficina para dicha sede”. Está bastante claro que comienza una nueva época en esta emblemática institución[27].
En la primavera de este año va ocurrir otro hecho que obliga al presidente a intervenir. Sin tener mucho sentido “se prohíbe la facturación de mercancías en la estación del norte del término municipal de Torrelavega”. La medida era un perjuicio económico importante. Rápidamente se toman cartas en el asunto y se forma un comisión presidida por César Campuzano Ruiz y en la que también estarán, Isidro Diaz-Bustamante, Santos Mesones y Alfonso Pérez. El objetivo era reunirse con los directivos de la Compañía de los Ferrocarriles del Norte para conseguir el levantamiento de esta absurda orden. Se trabajó mucho hasta la revocación de la prohibición[28].
 La seguridad de la ciudad era otra de las grandes preocupaciones del presidente. En el verano de este año acuerdan los comerciantes adscritos a la institución dirigirse al Ministros de Gobernación para “que sean destinadas a esta ciudad seis u ocho parejas del Cuerpo de seguridad para que garanticen la tranquilidad de este vecindario que hoy se halla a merced de los perturbadores del orden y de la gente maleante”[29]
 Meses después, los dependientes del comercio solicitaron el cumplimiento de la jornada de ocho horas y el aumento de sus sueldos. La Junta local de Reformas Sociales ya lo había descartado. No obstante estas dos reivindicaciones son tratadas por la Cámara de Comercio que determina que, aunque no era misión suya tratar un aumento de sueldos, sí estaría dispuesta a intervenir entre “los dependientes y sus patronos”. Y para ello se ofreció como mediador.
El día 3 de marzo de 1920 se produce un hecho relevante. El industrial con fábrica de zapatillas, Santiago Sañudo Solórzano, propone a la Cámara de Comercio “fundar un banco local en esta ciudad”. Se estaba refiriendo al futuro Banco de Torrelavega[30] (1920/1942). Muchas fueron las reuniones celebradas por los comerciantes, aunque la unanimidad estaba trabajada. Dos destacados comerciantes, Santiago Sañudo Solórzano y Julián Urbina Alegre, se desplazan  a la capital de la provincia para reunirse con el Consejo de Administración del Banco de Santander. Consiguen implicar a este banco comprometiéndose  “a suscribir el 50% del capital social del nuevo banco”.
Mucho se ha hablado de los asuntos ferroviarios como una de las preocupaciones que más tiempo ocupó a esta prestigiosa  institución en los primeros años de su existencia. No obstante, quiero indicar que, sin negar lo anterior, lo que me parece más relevante en esta época es que una ciudad con tan solo diez mil habitantes fuese capaz de lograr un comercio floreciente, crear una Cámara de Comercio para defender sus intereses y fundar un banco capaz de financiarles. Este es el verdadero milagro de aquellas gentes, los comerciantes.
En ese año 1920 hubo en Torrelavega una huelga general de importancia que golpeó duramente al comercio local. Para vigilar el orden establecido y restablecer la normalidad se desplazaron tropas militares. A César Campuzano le había pedido el alcalde, Francisco Muñoz Rodriguez, una gratificación para el ejército desplazado. Pretendía ofrecerles un obsequio por los importantes servicios realizados. Por ello el presidente de la Cámara  propuso a su Junta Directiva la conveniencia de “dirigiese a todos los comerciantes e industriales para que contribuyeran, aportando dinero, a la citada suscripción”. Toda la Junta Directiva dio ejemplo y aportó lo acordado.
Ese mismo año y teniendo en cuenta “los servicios prestados por el secretario interino de esta Cámara, Manuel Barquín Agüero, se le propone el nombramiento con carácter de propietario” y también se aprueba el presupuesto que ha de regir el año próximo[31].
            Pasado el verano, César Campuzano vuelve a reunir su Junta Directiva, el 4 de octubre. Lo hace para reclamar “por tercera vez” el asunto de los guardias de seguridad que habían solicitado una y otra vez. Expuso que no podía entender cómo ciudades más pequeñas que la nuestra lo habían conseguido recientemente y nosotros seguíamos igual. El asunto, que no era baladí, tensó la reunión. Feliciano Bilbao Fernández hizo uso de la palabra para reclamar que era preciso concretar las gestiones a realizar. La discusión estaba animada. Antonino Fernandez Gutierrez propone dirigirse al diputado Juan José Ruano, director general de comunicaciones del Gobierno de España, exponiéndole el asunto. Fidel Ramón Palacio opina que es mejor dirigirse no solamente a este señor  sino también “a todos los representantes en Cortes que han intervenido en este asunto”. Al final todos de acuerdo decidieron remitir al alcalde una comunicación trasmitiéndole las acciones que iban a realizar y animándole a apoyar “junto a esta Cámara las gestiones necesarias para llevarlo a cabo”. Eran los preámbulos. Más adelante se conseguirán la instalación del cuartel en Torrelavega.
            Llegamos a 1921, penúltimo de su mandato, y César Campuzano Ruiz anuncia cambios importantes:
            […]Como quiera que desde que se constituyó este organismo ha sido algo deficiente puesto que ha funcionado ilegalmente con respecto a la elección de los vocales como manda la Ley es preciso entrar de lleno en el camino de la legalidad para el buen nombre de esta Corporación. […]
            Pese a lo dicho y a que algunos comerciantes ya habían manifestado hace tiempo su deseo de dejar la Junta Directiva,  no había voluntarios. Todo ello irrita, una vez más al presidente, no quedándole más remedio que “rogar el sacrificio de continuar a los asistentes al no existir candidatos que se presentaran a las elecciones”.
            Alfonso Pérez Gallego es el primero en “acatar la petición del presidente”.  Le sigue su compañero Fidel Ramón Palacio. Otros insistieron en abandonar. Por ello no hubo más remedio que convocar elecciones: “por unanimidad se procedió a elegir a los nuevos vocales entre los electores de esta Cámara”. Los afortunados: Julián Urbina Alegre, Valentín Sollet Alonso, Alberto Diez, Pedro Compostizo Fernández y Pedro Sañudo. Y por tanto cesan de su cargo  Feliciano Bilbao Fernández, Ignacio Pérez Canales, Alfredo Lavid Rebolledo, Antonino Fernández Gutierrez y José Ortiz Ruiz. Posteriormente Pedro Sañudo renunciará al cargo, sustituyéndole Feliciano Bilbao Fernández, que esa manera es repescado[32].
            A los tres días, el primero de abril, se oficializan los cambios en una reunión extraordinaria y se elige la nueva estructura de la Junta Directiva que queda como sigue: presidente, César Campuzano Ruiz; vicepresidente, Isidro Diaz-Bustamante Blanco; contador, Santos Mesones García; tesorero, Valentín Sollet Alonso y como vocales: Alfonso Pérez Gallego, Feliciano Bilbao Fernández, Fidel Ramón Palacio, José de Diego Sanchez, Julián Urbina Alegre, Pedro Compostizo Fernández, Alberto Diez; como secretario de la Junta, el de la Cámara, Manuel Barquín Agüero.
            Después vendrán días complicados  para la Cámara de Comercio de Torrelavega. El viernes día 3 de junio de 1921, el Rey de España Alfonso XIII, mediante un Real Decreto firmado en ese día y publicado en la Gaceta de Madrid al día siguiente, disuelve la Cámara de Comercio e Industria de Torrelavega. Habían pasado solamente ocho años desde que se fundó. Sabemos que el Real Decreto le llega al Gobernador de la provincia de Santander el día primero de agosto y no será hasta el día 22 de septiembre cuando la Dirección General de Comercio comunica a César Campuzano la disolución de la institución. Todo este ruido tiene su origen en el Real Decreto del día 14 de marzo de 1918 que pretendía mejorar el anómalo funcionamiento de las Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de España. Se buscaba imprimir una mayor disciplina y mucha más exigencia a unas instituciones que habían proliferado en toda la geografía de España y que actuaban, en bastantes casos, con incumplimientos de las normas establecidas.

Firma de César Campuzano Ruiz. 
Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.


            Por este Real Decreto eran disueltas las Cámaras, durante un tiempo, hasta concluir su reorganización. La Cámara de Comercio de Torrelavega, al igual que otras muchas, es una a las que se la aplica esta norma. Por ello mediante un Real decreto, fechado el día 3 de junio de 1921, se disuelve La Cámara de Comercio, Industria y Navegación (sic) de Torrelavega. Quedó reconstituida el día 10 de enero de 1922, una vez celebradas las elecciones correspondientes. Por lo tanto, durante siete meses la Cámara de Comercio estuvo intervenida[33].
             El secretario de la Cámara que seguía siendo Manuel Barquín Agüero lee el escrito a los asistentes:
            […]Por Real Decreto de tres del  mes de junio pasado  publicado en la Gaceta el día cuatro del mismo mes, se declaró disuelta la Cámara de Comercio e Industria de Torrelavega y cumpliendo lo preceptuado en el artículo 64 del Reglamento orgánico de 14 de marzo de 1918: S. M. el Rey (q.D.g.) se ha servido disponer que se encargue interinamente de la administración de la citada Cámara una comisión formada de los Sres. D. César Campuzano, D. Isidro D. Bustamante, D. Valentín Sollet. D. Santos Mesones y D. Fidel Ramón Palacio, miembros que fueron de la indicada Cámara, los que darán cumplimiento inmediato á lo determinado en el artículo 64 del citado Reglamento.[…]
            Estos fueron los que gestionaron la institución hasta que fue levantada la intervención. Con este panorama a César Campuzano Ruiz le tocó echar el resto. Viajó a Madrid y después de muchas reuniones y desvelos puso en práctica la solución. Consigue que el Gobernador Civil de la provincia de Santander publique “en el Boletín Oficial provincial, número 134, la circular convocando elecciones para la renovación total de los miembros de esta Cámara”. Era la salida, lo que tocaba.
            Se celebran las elecciones el miércoles día 23 de noviembre de 1921. A las ocho de la mañana se constituye la mesa que va a presidir César Campuzano Ruiz. Era una de sus últimas actuaciones[34].
            Fueron elegidos los comerciantes César Campuzano Ruiz, Santos Mesones García, Valentín Sollet Alonso, José Molleda Ugarte, José de Diego Sanchez, César Herrero, Isidro Diaz-Bustamante Blanco, Alberto Diez y Julián Urbina Alegre. Toman posesión de sus cargos el día 3 de enero de 1922. Todos menos uno. Una vez más, ya lo hizo en 1913, presenta su dimisión, mediante carta escrita al secretario, el comerciante Julián Urbina Alegre. Su sustituto, el mismo que la otra vez, Manuel Trugeda Cayuso.
             Cinco días más tarde, y en una nueva reunión, se votarán los distintos cargos de la Junta. Santos Mesones García, colaborador del presidente desde los comienzos, toma la palabra para decir que sería muy beneficioso para la Cámara que los nuevos cargos que se van a elegir sean ocupados por personas que hasta ahora no los hubieran desempeñado. La salida del presidente estaba pactada, él pensaba lo mismo. Después de  nueve años ocupando el cargo era conveniente dar un paso atrás. Santos Mesones propone para ocupar la presidencia de la Cámara de Comercio de Torrelavega a “Isidro Diaz-Bustamante Blanco que presenta excelentes condiciones para ejercer el cargo”.
            Este nombramiento se aprueba por unanimidad y “se faculta a la Corporación a que se traslade oficialmente a su domicilio para comunicarle el nombramiento”. Para vicepresidente, e igualmente por unanimidad, fue elegido el industrial con fábrica de zapatillas, José Molleda Ugarte. Como contador, Manuel Trugeda Cayuso, con tienda de ultramarinos; y como tesorero, Valentín Sollet Alonso, con tenería francesa. Terminados los nombramientos y antes de abandonar la reunión tomó la palabra César Campuzano Ruiz para pedir al  vicepresidente, José Molleda Ugarte, que presidiera la Junta Directiva en ausencia del nuevo presidente electo. Así lo hizo. Una vez en su puesto dijo:
            […]Pido a toda la Corporación un voto de gracias a todos los miembros salientes y muy especialmente a su digno presidente Don César Campuzano Ruiz que supo desempeñar dignamente durante muchos la presidencia de esta Cámara. […]
            Cuando contaba 62 años, César Campuzano Ruiz cesa del cargo de presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Torrelavega. Era domingo, el día 8 de enero de 1922,  nueve años después de su elección[35].
Posteriormente pasa largas temporadas en Madrid donde vive su hermano primogénito Gregorio y sus hijos César y Pedro. En 1934 construye un edificio destinado a almacén para su ferretería. La obra contó con un presupuesto de 7.014 pesetas:
Construcción de almacén destinado a útiles de ferretería en una finca de su propiedad en la Avenida del Cantábrico y con objeto de construir seguidamente una casa-habitación que estará en la línea que da a dicha calle y de José María Pereda[36].


            Con 80 años fallece en Torrelavega, el día 24 de enero de 1940. Después de un multitudinario funeral, su cuerpo reposa en el cementerio de Geloria en el panteón familiar de los Campuzano-Barreda[37].  Once años antes, el día 5 de marzo de 1929, había fallecido su mujer Marcelina Cacho Obregón,  que también está enterrada, junto a su marido, en el cementerio de La Llama.


LA FAMILIA CAMPUZANO EN EL CEMENTERIO DE GELORIA


Panteón de la familia Campuzano-Barreda


Detalle del panteón


Tumba de César Campuzano Ruiz


Lápida de Gregorio Campuzano Ruiz


Lápida de César Campuzano Cacho
Cripta de la iglesia de la Virgen Grande


Tumba de Adelaida Campuzano Cacho.
Cripta de la iglesia de la Virgen Grande



           
Cripta de la iglesia de la Virgen Grande
Marcelina Cacho Obregón
Federico Campuzano Cacho
Jose Luis Campuzano Cacho




[1] Registro Civil Torrelavega, libro 37, página 182, sección 3ª.
[2]  Pedro Campuzano Barreda aparece en la relación de la contribución de 1874 con  comercio en la calle del comercio de Torrelavega. Archivo Municipal Torrelavega.
[3] Ortiz Sal, José: El Circulo de Recreo de Torrelavega, 1861/2011. Artes Gráficas Martínez, 2011.
[4] El hermano mayor de nuestro biografiado, Gregorio Campuzano Ruíz (1857-1927), fue un distinguido jurista que ejerció la abogacía en Madrid y               ejerció como letrado del ayuntamiento de la capital de España. Vivía en el número 53 de la calle de San Bernardo y fue concejal del ayuntamiento de la capital de España. Como dato curioso y gracias a una gestión suya, Francisco     Gutiérrez Cossío, el conocido pintor Pancho Cossío, consigue trasladarse a Madrid para formarse como pintor en el  taller del afamado Cecilio Pla. Gregorio Campuzano se casó con Amelia Horma con la que tuvo tres hijos:      Fernando, María y Teresa. Pasa sus últimos  días  en Renedo de Cabuérniga, donde fallece el día 2 de octubre de 1927.
[5] Padrones de Torrelavega de 1875/1876. Archivo Municipal Torrelavega.
[6] Archivo Municipal Torrelavega, legajo H 207, 1,27.
[7] El Liberal Montañés editado el día 15 de julio de 1915, número 44.
[8]  Ortiz Sal, José: El Círculo de Recreo de Torrelavega, 1861-2011. Gráficas J. Martínez, S. L. 2011.
[9]  Revista Ilustrada de Ferrocarriles, Industria, Bancos y Seguros del 25 junio 1906.
[10] Bustamante Gómez, Tomás; Los comienzos de la Cámara de comercio e industria de Torrelavega. Gráficas Quinzaños, 2012, Torrelavega.
[11] Bustamante Gómez, Tomás: El Banco de Torrelavega, 1920/1942.                Gráficas Quinzaños, 2009, Torrelavega.
[12] Archivo Municipal Torrelavega, P1:B2, 349 B.
[13] Bautizada en Cortiguera e hija de Nicanor Cacho del mismo lugar y de Adela  Obregón natural de Torrelavega. Archivo Parroquial Torrelavega.
[14] Registro Civil Torrelavega, tomo 76, página 5v, sección 3ª.
[15] Registro Civil Torrelavega, tomo 75, página 72v, sección 3º.
[16] Información facilitada por su hijo Federico Campuzano Gómez, que falleció en Suances el 30 de mayo de 2020 a los 72 años de edad.
[17]  Información aportada por Mayín García Arce, bisnieta de César Campuzano Ruiz.
[18] Sesión 29 septiembre 1913. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[19] Sesión 28 octubre 1913. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[20] Sesión 9 diciembre 1913. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[21]  Sesión 17 enero 1914. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[22] Sesión 16 octubre 1914. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[23]  Sesión 11 noviembre 1914. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[24] Sesión15  enero 1916. No confundir a este Fernández Diestro con el que más adelante regentará un importante comercio de ultramarinos y la Granja Posch.
[25] Sesión 28 abril 1916. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[26] Sesión 23 octubre 1916. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega
[27] El conserje de la Cámara era José Costales Viar. Fue nombrado ordenanza   de la secretaría en la sesión del 19 de enero 1914 y contaba con un sueldo anual de 250 pesetas al año. Sesión 31 marzo 1919.
[28]  Sesión 5 de mayo 1919. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[29] Sesión 3 junio 1919. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[30] Bustamante Gómez, Tomás: Banco de Torrelavega, 1929/1942. Artes gráficas Quinzaños, 2009.
[31] El día 3 de febrero de 1920 tomará posesión. Acta correspondiente al mismo día. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[32] Sesión 29 marzo 1921. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[33] Gaceta de Madrid, 10 de abril 1924, pág. 219.
[34]  Acta 23 noviembre 1921. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[35] Sesión 8 enero 1922, domingo, página 71. Archivo Cámara de Comercio de Torrelavega.
[36] Archivo Municipal Torrelavega, lega. H 207; 2,4.
[37] Registro Civil  Torrelavega, libro 60, folio 37 vto.