En Memoria de Carlos Gómez Blázquez sacerdote que se
ordenó en esta iglesia de Nuestra Señora de la Asunción el día 24 de diciembre
de 1954.
Los
Orígenes
“Desde la Alta Edad Media este valle donde se asienta Torrelavega se llamó
las Asturias de Santillana"[1].
Era el lugar un Concejo de hombres libres regidos por diferentes cargos que se elegían por
votación el día uno de enero de cada año. El de La Vega y otros concejos fueron
sometidos a la jurisdicción de la Casa de la Vega, más adelante de los
marqueses de Santillana y duques del Infantado. Durante los siglos XIV y XV se
llamó Mayordomado de la Vega, formado por los concejos de Campuzano, Dualez,
Barreda, Ganzo, Cohicillos, La Montaña, Lobio, Tanos, Polanco, Pando, Torres,
Viérnoles y La Vega, además de la Honor de Miengo[2].
Ya en el siglo XIX, con la desamortización, está estructura quedó formada por
"tres o cuatro" ayuntamientos, hasta 1885, año en que se constituye
el ayuntamiento de Torrelavega, tal como hoy lo conocemos.
La Casa de la Vega se
asentaba en un complejo defensivo al que rodeaba un foso inundado por las aguas
del río Sorravides, de modo que el único acceso era un puente levadizo. El
Palacio de la Vega, también llamado Castillo de la Vega, estaba formado por tres
amplias torres con almenas y la iglesia de Santa María, todo "cercado de
murallas a cal y canto"[3].
(La desaparición de esas murallas y esos fosos dará origen a la Plaza del
Grano). Alrededor del Palacio se extendía una aldea agrícola, formada por
barrios pequeños de dos a siete casas, cuyos nombres eran: Tras la Torre, El
Majuelo, La Puebla, El Nogal, El Regato, La Calleja, La Plaza, Los Corrales, El
Hospital, La Veguía y La Quebrantada.
Según el codicilo de
Gonzalo Ruiz de la Vega[4],
en el siglo XIV los señores de la Vega construyeron una capilla en su palacio,
“destinada al uso de los moradores y a los pocos vecinos de la población.
Anteriormente, la primitiva iglesia parroquial se hallaba en el lugar de Pando,
correspondiente al señorío del monasterio de Oña”[5].
Tiempo después, la capilla de la Casa de la Vega sufrió una transformación,
añadiéndose dos naves más, la central y la de la epístola.
Hasta 1810, año en que
entró en funcionamiento el cementerio de Geloria, los enterramientos se
realizaban en este templo y en “un corral junto a la iglesia de Nuestra Señora
de la Consolación”, nombre este, y también "la Vieja", que corresponde en el siglo XIX a la antigua
iglesia de Santa María[6].
Interior de la iglesia de Santa María
Cuarenta años después,
en 1850, debido al mal estado de sus estructuras, se emprende la reparación de
este templo, porque “aparte de ser poco decente, está amenazando desmoronarse
un día de tormenta”[7], y
se aprovechará la circunstancia para realizar también una ampliación. El
permiso para realizar la obra fue concedido por el abogado Nicanor Díaz de
Labandero[8],
Administrador del Duque de Osuna, a quien pertenecía esta iglesia. Era hijo de Pedro Alcántara Diaz de Labandero,
natural de Aguilar de Campoó, que fue Ministro de Hacienda de 1836 a 1838.
Su hijo Nicanor que vivía en Torrelavega, donde falleció el día 5 de marzo de
1856, además de abogado era intendente de provincias. Sus restos, junto a los
de su hermano Joaquín Díaz de Labandero Cuadrillero, reposan en el cementerio
de Geloria.
"Se encargó el proyecto al arquitecto Manuel Gutiérrez Vélez,
previó informe del arquitecto de la Academia de Nobles Artes de San Fernando
José Moreno Texeira" que dibujó un plano “para una iglesia de arquitectura
sencilla y elegante, edificio de absoluta necesidad en la Villa”. Las
obras empezaron en 1852, finalizándose
seis años después. Se agregó una nueva nave, destruyendo el muro norte y
ocupando los huertos que estaban junto a la Torre de la Vega. Actuaron como
maestros canteros, Joaquín García del Rivero y Pedro García Quijano, y como
maestro carpintero, Juan García de los Salmones.
Más adelante,
concluyendo el siglo XIX, comienzan las obras de construcción de una nueva
iglesia, la de Nuestra Señora de la Asunción.
Restos del Castillo de la Vega
***
La villa de Torrelavega
en el siglo XVIII, dibujada por la confluencia de los ríos Saja y Besaya, estaba situada a 5 leguas de Santander y a 2
de Santillana del Mar. La formaban poco más de 100 casas, asentadas en muy
pocas calles y contaba con varias construcciones religiosas. La iglesia
parroquial de Nuestra Señora de la Consolación, “servida por cuatro curas que
nombraba el duque del Infantado”[9]
y la ermita de San Jorge, en la casa de los Ceballos.
La Plaza del Cantón que
estaba separada del centro por un pequeño riachuelo que más adelante se
denominará río Indiana cambió de nombre, pasó a denominarse de San Bartolomé
por encontrarse junto al camino que conducía a la ermita, situada en el cerro
del mismo nombre.
Existían en la Villa
otras dos ermitas: la de San José y la de Nuestra Señora del Rosario. La ermita
de San José, que aparece en el plano de Hilarión Ruiz Amado de 1852, estaba
situada, hasta 1873, en lo que hoy es la confluencia de la calle del mismo
nombre con las del Limbo y de Alonso Astúlez. Fue fundada con capellanía por
Pedro de Barreda Benito y Catalina Sainz de Villanueva. Por último, en Ganzo
todavía se conserva la ermita de Nuestra Señora del Rosario, situada en la casa
de los Castañeda. El papa Pío IX concedió, el día 7 diciembre de 1846, el
privilegio perpetuo de Altar de Anima a esta ermita.
Casa en la Plaza Mayor donde se aloja el ayuntamiento en 1860
Un nuevo camino abierto
en 1753 para las lanas y convertido en harinero, que desde Reinosa al puerto de
Santander discurrió por esta Villa, “estimula el desarrollo de la provincia y
consolida y orienta a Torrelavega”[10].
Según el Catastro del Marqués de la Ensenada, de 1753, a mediados del siglo
XVIII la villa de Torrelavega “contaba con tres casas de molino que muelen con
agua del río Besaya, y que está poblada por sesenta y tres vecinos enteros y
treinta viudas que componen quince, y que está formada por noventa y cinco
casas, incluido el palacio del Duque del Infantado, y que hay una casa que sirve
de hospital”.
Sesenta y tres años
después, en 1816, se establece un padrón de “vezinos estantes y habitantes que
tiene esta parroquia”, referido no solo a la Villa, sino a todas las parroquias
que formaban la jurisdicción de Torrelavega. Los vecinos contabilizados en la
Parroquia de Nuestra Señora de la Consolación y pertenecientes a la villa de
Torrelavega, ascendían a 84[11].
Como vemos todavía muy pocos feligreses.
Tres años más tarde
acontece un hecho trascendental para este lugar y sus moradores. En 1853 se
inician los trabajos para la construcción de una de las “fabricas” más
importantes de la zona, la Real Compañía Asturiana de Minas. Este hecho por sí
solo acelerará, en gran medida, el proceso de transformación de la Villa,
marcando un antes y un después. Finaliza aquí la etapa de “cruce de caminos” y
comienza la que dará mayor esplendor a esta Villa primero y ciudad después: la
etapa industrial.
Los orígenes de la implantación de la industria en la
villa de Torrelavega los encontramos en la promulgación del Reglamento de Libre
Comercio de 1778. Este hecho es uno de los factores que más van a contribuir a
la localización de fábricas en Torrelavega. Solo al año siguiente de la
promulgación de este Decreto, José Zuloaga decide instalar una fábrica de
harinas. Cinco años después, en 1784, otras dos en Barreda; y al año siguiente,
una fábrica de cerveza.
La segunda oleada industrial, la de 1844, coincide con
otro periodo de gobierno liberal en Madrid. Toda la prensa hace llamamientos
para poner en marcha fábricas bien de nueva construcción o que habían dejado de
producir. Esta sugerencia llega hasta los Pirineos franceses, allí vivían
varias familias que van a tener una relación importante con el desarrollo de
Torrelavega. Nos estamos refiriendo a los Etchart, a los Mendicouague y a los
Sollèt[12].
Más adelante, Carlos IV
va a favorecer la expansión de esta industria mediante una disposición en la
que, modificando la anterior Cédula de Carlos III, decreta la libertad
económica y reduce de una manera clara
los impuestos. Estas ventajas hacendísticas van a ser decisivas para que
se produzcan movimientos migratorios que partiendo del sur de Francia penetren
por los pirineos.
La Quebrantada
Torrelavega en el cambio de siglo
La transformación económica y social a la que se ve sometida la
villa de Torrelavega en el cambio de siglo es, cuando menos, llamativa. Cuando pasa en 1895, de Villa a
Ciudad, comienza un periodo trascendental para este lugar. Sin duda será el primer
tercio del siglo XX la etapa más importante en la historiografía económica y
social de esta localidad. El comercio es pujante y la industria floreciente.
Hasta llegar a un punto en que se convierte en un centro comercial con una
influencia palpable en toda la antigua provincia de Santander “llegando a
rivalizar en algunos momentos con la capital en dinamismo económico y
aspiraciones sociales”[13].
El Mercado de los Jueves
constituye uno de los motivos más importantes en su desarrollo económico a lo
largo del siglo XIX y buena parte del XX. Sin su existencia, primero, y la de la Feria de Ganados, después, no se
podría explicar la trasformación de Torrelavega.
El Mercado de los jueves
Históricamente,
existía una importante tradición ganadera que con el paso de los años se
convertirá en un centro ganadero de primera magnitud. Será con la Real Cédula
de 1 de septiembre de 1767, en tiempos de Carlos III, cuando se concede a
Torrelavega un mercado semanal franco y libre, que por diversos motivos, no
entró en funcionamiento hasta 1799.
Otros hechos ganaderos importantes de la época fueron la introducción de
la vaca pinta holandesa en 1878 y la creación de las ferias de Santa Isabel,
Santa María y la de San Juan. Otro acontecimiento comercial importante se
produce el día 19 de febrero de 1842, cuando el Ayuntamiento hace una lectura
“amplia y generosa” de la Real Cédula de 1767 al plantear a las autoridades
competentes la celebración, el primer jueves de cada mes, de una feria de
ganado en la Llama. Será el día 14 de noviembre de 1844 cuando se celebre la
primera feria de ganado. Aproximadamente movía cerca de tres millones de
pesetas/año y provocaba unas ventas en torno a diecisiete mil cabezas de ganado
y año.
Cuando en
1866 se concluye la construcción del ferrocarril de Isabel II que enlaza Alar
de Rey con Santander, pasando por Torrelavega, se dará un paso importante en el
crecimiento económico y social de esta zona provocando una transformación urbana,
sin precedentes, y un aumento considerable de la población.
El desarrollo industrial va a
alcanzar, en estos años, su máximo esplendor. La Real Compañía Asturiana de
Minas y la empresa Solvay & Cía, que comienza
su construcción en 1904 y que inicia su producción cuatro años más tarde,
destacarán sobre las demás. La conexión entre la mina de Reocín y el puerto de
Requejada mediante la construcción de una vía férrea, influyó, también, en el
crecimiento económico de la zona, provocando el asentamiento de nuevos
pobladores. A la vez aparecen, aprovechando las sinergias de estas
instalaciones, un número significativo
de talleres alrededor de una industria boyante. Por sectores, sin
lugar a dudas, destacan las industrias lácteas, las de la piel y las metalúrgicas.
Dentro del primer sector destacamos
a La Granja Poch que comienza su andadura
en 1914; Queserías Reunidas S. A. y la Sociedad Industrias Lácteas. Las
fábricas de calzados y zapatillas tuvieron un gran desarrollo. Dos de ellas
serán gerenciadas por José Molleda Ugarte[14]
y Santiago Sañudo Solórzano[15].
Además se crearon otras fábricas de calzados como las de “Hijo de Manuel
Gutiérrez”; la fábrica de zapatillas de “Sucesores de Moreno Luque, Diaz y
Alvarez”; la fábrica de calzados de “Ramón Peña” y la de “Pedro Sañudo” entre
otras. Tendrán, además, mucho relieve dos importantísimas fábricas de curtidos,
Tenerías Francesas, propiedad de dos
industriales de entidad, Alexis Etchart y
Valentín Sollet Alonso. También toma importancia el sector
metalúrgico destacando la fundición de Pascual Alonso; los Talleres Obregón
que comienzan su andadura en 1910, y cinco años después, los Talleres de Casto
Arce.
La
actividad agrícola de la zona era similar a la de otros lugares. La
instalación de La Azucarera Montañesa en 1898/1899, en el lugar donde antes
estuvo instalada la fábrica de algodón del Duque del Infantado, hace posible
que se modifique parte de la actividad agrícola de la zona pasándose a cultivar
remolacha. El cierre, por falta de rentabilidad del negocio, provocó una
significativa crisis laboral.
Escritura de constitución del Banco de Torrelavega
Al sector financiero le
ocurre lo mismo que a los demás. Poco a poco se van creando nuevas estructuras económicas que darán
empaque a una ciudad en pleno despegue. En los comienzos de siglo, en 1900, se
instala en la calle José Felipe Quijano la sucursal del Banco Mercantil de
Santander. En 1917 se traslada a la calle Barón de Peramola, a la casa que
tenía el notario Mariano Muñiz y Castaño frente al Círculo de Recreo. Tres años
después, en 1920, se constituye El Banco
de Torrelavega. Esta escasa presencia de bancos en una población que ya había
iniciado el despegue se verá compensada, al igual que en toda España, por la
existencia de las Casas de la Banca. Mientras que en los países cercanos, el número de bancos
que operaban eran numerosos, por el contrario, en España eran llamativamente
escasos. Este déficit se contrarresta por la existencia en España de las “Casas
de la Banca”. Estas entidades menores, que suplían la carencia de los bancos,
eran regentadas por comerciantes e industriales. Tuvieron “Casas de la Banca”
en Torrelavega, César Campuzano Ruiz[16]
(1918-1923), E. Cabrillos (1922-1923), Isidro Diaz-Bustamante Blanco[17]
(1922-1923) y Alejo Etchart (1918-1923).
Deportivamente
hablando, y desde 1907, todo giraba alrededor de la Sociedad Gimnástica y el Teatro Hoyos hasta que en 1920 comienzan
las obras de El Malecón, un magnifico campo de futbol con importantes pistas de
atletismo[18].
La
transformación urbana y el
aumento de la población aconsejaron
mejorar la vida de nuestros convecinos. Se construyen nuevas casas y se ordenan las calles y plazas existentes, alcanzando su
punto álgido con la llegada de la luz en 1895 y la instalación del primer
teléfono público en 1912. Un año antes hubo necesidad de un recinto donde
ubicar permanentemente diversos comercios para suministrar alimentos a una
población que no dejaba de crecer. Por ello en 1912 se inaugura la Plaza de Abastos. Pero es, sin lugar a
dudas, la Traída de Aguas que se inaugura en 1907, es el avance más
significativo para la calidad de vida de aquellas gentes.
Compañía Eléctrica Montaña
Gran
parte de la actividad cultural se produce alrededor de una sociedad que se había creado en 1861 con
objetivos lúdicos, El Circulo de Recreo.
Posteriormente, ya en el siglo XX, se inaugurará, en 1902, El
Teatro Principal. En 1912 comenzará su andadura La Banda de Música. La afición por las agrupaciones musicales, muy
arraigadas en estos lares, origina el nacimiento, en 1925, de La Coral. Y llegamos a 1927, cuando un grupo de inquietos convecinos
crea La Biblioteca Popular. Allí
estaban, entre otros, los inolvidables Gabino Teira, Ricardo Lorenzo y Ramón
Miguel y Crisol[19].
La educación
giraba sobre las Escuelas Públicas que estaban ubicadas no solo en la Villa
sino que se extendían por cada uno de los pueblos que componen el término
municipal y, también, sobre el colegio de
Sacrès Coeurs[20].
En el segundo tercio del siglo XIX son expulsadas las
órdenes religiosas de Francia. Este hecho y las gestiones del párroco, Ceferino
Calderón son las que hacen posible la instalación, en 1881, de la congregación
Sacrès Coeurs en Torrelavega. Ocuparán su primera sede en el número dos de la
Plaza Mayor hasta que en 1887 construyen un emblemático edificio en unos
terrenos propiedad de José de Argumosa en la calle Julián Ceballos. Los
estudios que se impartían en régimen de internado eran de cultura general. El
internado constituía un elemento educativo muy importante y es partir de
1903/1904 cuando se establecerá el internado llamado Pennsionat des Sacrès
Coeurs.
Este
era el dibujo de una ciudad que no hacía más que crecer. Atrás quedó la aldea
medieval. Después vino la conexión con Castilla y las “vías de ferro” hasta que
aquellas gentes, nuestros antepasados, consiguen el Mercado de los jueves y las
Ferias ganaderas. Lo demás vendría solo. Quedaba esperar al buen quehacer de
“los hombres de mandil y vara de medir”, los comerciantes.
La
llegada de personas de otras localidades y de otros países enriquece y hace
grande a Torrelavega
Me voy a referir, en este punto, a la industria de la piel que se crea en la
villa de Torrelavega a través de emigrantes franceses que buscan para instalarse lugares cuya economía principal
era la crianza de ganado vacuno. Algunos vieron negocio en un subproducto del
ganado, la piel.
Estos primeros
emigrantes enseguida se dan cuenta de las bondades de su experiencia y reclaman
a otros familiares que inician el viaje. Este grupo, muy bien organizado, forma
una comunidad con importantes lazos fraternales. Se esfuerzan en mantener sus
tradiciones hasta tal punto que en las mismas Tenerías Francesas, que es como
así se llaman las fábricas de curtidos, celebran las principales fiestas francesas
llegando incluso a cantar en algunas de ellas La Marsellesa. Vienen de pequeñas
localidades del sur de Francia. Algunos se casan con mujeres de aquí, otros con hijas de
franceses, y casi todos dejan numerosos descendientes que se convierten, la
gran mayoría, a la nacionalidad española modificando algunos sus nombres y
apellidos.
De Abense, región
francesa de Aquitania llegará la persona que dona el Cristo Yacente a la
parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. Abense, era una pequeña población
de no más de 650 habitantes en los Pirineos franceses. Allí habían nacido
muchos de los Etchart.
Después de la entrada a
la sacristía y antes de llegar a la
escultura del párroco Ceferino Calderón encontramos a la derecha, el
Cristo Yacente. Esta figura, esculpida en madera policromada en el siglo XIX,
fue donada a la iglesia de la Asunción por el francés Alejo Etchart. ¿Pero
Quién era este francés?
Cuando Thèrèse Mendicouague Aguer (1822-1893), más
conocida por “Sallaber”, da a luz en Abense
a Alexis Etchart Mendicouague, su marido, André Arhex Etchart, no pensó
que su hijo iba a construir una fábrica de curtidos en Torrelavega. Y mucho
menos que iba a donar a su parroquia una imagen tallada del siglo XIX. Por
tanto la historia del industrial Alexis Etchart Mendicouague, que en el último
tercio de mil ochocientos llega a Torrelavega y construye una tenería francesa, comienza a gestarse en
la región de Aquitania. Allí habían nacido muchos de sus antepasados. Por ejemplo
su abuelo, André Arguinsol Etchart, que
había nacido en 1815 y era hijo de Jacques Arguinsol (1785-1855) y de Marie
Etchart que lo había hecho en 1790. Estos son los bisabuelos de nuestro
benefactor[21].
Los padres, André y Thèrèse, contraen matrimonio, el
día 24 de junio de 1847, en la iglesia de la villa de Abense de-Haut. Tendrá
este matrimonio, además de Alexis, cinco hijos más:
Arnaud que lo hará en 1848; Jacques, en1851; Anne en1856; Dominique en 1861
y André que verá la luz en 1863.
Los primeros emigrantes
que llegan a la antigua provincia de Santander son dos hermanos de la madre de
nuestro benefactor, Ambroise (n.1820) y
Jean-Pierre Mendicouague Casenave (n.1833). Pioneros que emigran de Francia e
instalan una tenería francesa en el barrio de Pronillo de Santander. Ellos son los que convencen a su sobrino y
ahijado Alexis a iniciar el mismo camino. Aprende el oficio con su tío en la
fábrica de Pronillo e instala otra fábrica de curtidos, esta vez en
Torrelavega. Lo hace en
1875, cuando contaba 25 años. El lugar
escogido fue en la Mies de Vega en una finca llamado “Porreo” que previamente
había adquirido.
Además, era propietario en Campuzano de un molino de
cortezas de árbol, necesarias para el curtido de las pieles. La Tenería de
Alexis Etchart llegó a producir más de 20.000 pieles anuales.
A los cuatro años de haber construido su fábrica
decide hacerse una casa donde vivir. En Mies de Vega, como la fábrica, pero más
cerca de “La Quebrantada”. Los planos los diseña el Maestro de obras de la
villa José Varela.
Se
casó con la francesa Dominique Kiliscabia Erecart y en segundas nupcias
con Antonieta Maytic Chorho, de la misma
nacionalidad que la primera. No tuvo descendencia en ninguno de los dos
matrimonios.
Plano de la casa de Alejo Etchart
Fue Alejo una persona de
carácter, expeditiva y con mucho genio. Formó parte de los órganos de gobierno
de la Sociedad Círculo de Recreo de
Torrelavega. Ocupa el cargo de tesorero, llegando a desempeñar la
vicepresidencia. Era, junto a Juan Obregón Aguilar y Demetrio Herrero Proigas,
uno de los tres propietarios del Teatro Principal. También formó parte de
la Junta Directiva de la Cámara de
Comercio e Industria de Torrelavega nada más constituirse. Y por último, perteneció a la Asociación Patronal de
Curtidores de la provincia de Santander. Además de la fábrica de curtido de pieles y el molino
de cortezas, Alejo Etchart Mendicouague regentó desde 1918 a 1923 una “Casa de
la Banca”.
Desde los comienzos se
comprometió en la construcción de esta iglesia. Cuando el día uno de febrero de
1893 se crea la “Junta para la construcción de la nueva iglesia”, que era así
como se llamaba, presidida por el párroco
Ceferino Calderón y siendo su
vicepresidente José Fernández Hontoria,
entre los 24 vocales estaba Alejo Etchart Mendicouague.
En su testamento, que hizo
ante el notario de Santander Juan
Arregui el día 20 de octubre de 1923 y que modificó un mes y unos días antes de su
fallecimiento, podemos apreciar que era
una persona muy religiosa. Dejo establecido lo siguiente:
1.-
“Para el Asilo de Pobres de la ciudad, 25.000 pesetas que serán
invertidas en comprar una Lámina
Intransferible para que el Asilo disfrute a perpetuidad de la renta que produzca”.
2.-
“A la Iglesia Parroquial de Torrelavega 10.000 pesetas para que
invertidas en Laminas Intransferibles se
depositen en el Obispado de Santander y pueda disponer
la parroquia con la sola obligación de decir cada año nueve misas por mí y nueve por mi esposa Antonieta”.
3.-
“A la Iglesia Parroquial de mi pueblo natal Abenz de Haut 20.000 francos
franceses con la obligación de decir
todos los años nueve misas por mí y mi esposa
Antonieta Maytic Chorho”.
Cuando
contaba 78 años, el 25 de noviembre de 1929, fallece Alejo
Etchart Mendicouaague en su domicilio,
el segundo piso del número 27 de la calle Posada Herrera de Torrelavega. Sus
restos reposan en el panteón familiar de Pedro Mendicouague López en
el Cementerio de Ciriego de Santander. Incumpliendo así la cláusula primera del
testamento que dice: “ Confieso profesar la religión Católica, Apostólica Romana,
encargándoles a mis herederos que manden hacer en el pueblo donde ocurra mi
fallecimiento, Torrelavega, un panteón para que en él reposen los restos míos y
de mi esposa a perpetuidad”. Esta desobediencia privó a Torrelavega de un
bonito panteón.
Este post es el contenido de una charla que impartí el
día 29 de septiembre de 2016 desde el altar mayor con motivo del 115 Aniversario de la inauguración de la
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Torrelavega.
[1]
Casado Soto, José Luis y otros autores; Breve historia del crecimiento de
Torrelavega, pág. 2. Imprenta Antonino, 1977.
[2]
García García, Manuel; Incendio en la villa de la Vega, 1695, pág. 10.
Editorial Hojas de Quercus, Artes Gráficas Quinzaños,2007.
[3]
Según descripción de José de la Cámara, Corregidor de la Villa. Apeo de 1667.
[4]
De octubre 1349. Fernández Escalante, Serafín: Medio siglo de Torrelavega, pág. 19.
[5]
Del Río Gatoó, Pablo: Torrelavega en su
Historia, pág. 42
[6]
En septiembre de 1852 Hilario Ruiz Amado, alumno de la Escuela de Ingeniaros de
Montes, realizó el plano más antiguo que se conserva de la villa de Torrelavega.
[7]
Palabras del escritor Espirón, pronunciadas en el Seminario Pintoresco Español.
[8]
Está enterrado en el Cementerio de Geloria, en el panteón adquirido por su
padre, Pedro Alcántara Díaz de Labandero.
[9]
Madoz, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones
de ultramar. 16 volúmenes. Madrid 1845-1850, pág. 280/282, Santander.
[10]
Ortega Valcárcel, José: Introducción al
Atlas de España de Francisco Coello.
[11]
Archivo Histórico Provincial Cantabria, leg. 231, 1ª.
[12]
Ver http://www.torrelavegantigua.com/2013/05/valentin-sollet-alonso-curtidor-y.html
[13]
Bustamante Gómez, Tomás; El Banco de Torrelavega 1920/1942. Artes
Gráficas Quinzaños, 2009.
[14]
Ver http://www.torrelavegantigua.com/2012/05/jose-molleda-ugarte.html
[15]
Ver http://www.torrelavegantigua.com/2012/04/santiago-sanudo-solorzano.html
[16]
Ver http://www.torrelavegantigua.com/2014/02/cesar-fernandez-fernandez-1882-1949-con.html
[17]
Ver http://www.torrelavegantigua.com/2013/10/isidro-diaz-bustamante-blanco.html
[18]
Bustamante Gómez, Tomás; Sociedad Gimnástica Torrelavega, 1907-1920. Artes
Gráficas Quizaños,2007.
[19]
Ver http://www.torrelavegantigua.com/2012/03/ramon-miguel-y-crisol.html
[20]
Ver http://www.torrelavegantigua.com/2012/03/el-colegio-de-los-sagrados-corazones.html
[21]
Para más información y ver
notas de este tercer bloque ver http://www.torrelavegantigua.com/2014/01/alexis-etchart-mendicouague-1850-1929.html