ANTECEDENTES FAMILIARES
Ángel y Horacio Bustamante Hurtado, fotógrafos de profesión, fueron hijos, el segundo y el pequeño de cuatro hermanos, del matrimonio formado por Elías Bustamante y Florencia Hurtado[1]. Su padre, Elías Bustamante Herrero (1879-1927), había nacido[2] en el pueblo de Bárcena de Pie de Concha el 21 de mayo de 1879; y su madre, Florencia Hurtado Montes (1888-1954), lo había hecho en el mismo lugar, nueve años después, el día el 11 de mayo de 1888.
Elías Bustamante Herrero era maquinista naval. Se enroló en varios
barcos que navegaban por otros mares. Hasta que con 34 años conoció a la mujer
de su vida, Florencia Hurtado. Tres años después se casan en Valencia en donde su
barco estaba atracado, era su último viaje por mar y comienza una nueva
familia, los Bustamante Hurtado.
Elías Bustamante nos lo deja escrito de su puño y letra un resumen
de su historia familiar que titila: “Amores contraídos con la señorita
Florencia Hurtado[3].
La conocí el 24 de junio de 1913 en el pueblo de Bárcena de Pie de Concha. La
ofrecí mi amor el día 29 del mismo mes y año. Continuando nuestras relaciones
hasta el 28 de febrero del año 1916 fecha en que salió nuestra primera proclama[4] en la
Ciudad de Valencia en la iglesia del Santísimo Cristo de la Cruz Cubierta”.
El Cairo era una joyería de Hipólito
Caamaño y Gómez que estaba situada en la Bajada de San Francisco en Valencia.
Allí compró Elías a su prometida Florencia el anillo de boda. La ceremonia se
celebró en un año bisiesto, el día 29 de febrero de 1916. Era lunes y las 7 de
la mañana. “Ese mismo día, nos comenta Elías, marchamos para Bárcena de Pie de
Concha y llegamos el 2 de marzo”. Allí vivían sus padres. Dos meses después, el
9 de mayo “ingresé en la fábrica de Solvay y Cía. situada en el término de
Barreda y Polanco”.
Ese mismo año, en diciembre, nació la hija mayor Elena (n.1916);
después vendrá el primer fotógrafo, Ángel (n.1918); el siguiente nacerá mi
padre, Tomás (n.1920) y, por último, vendrá al mundo el hijo pequeño, el
fotógrafo Horacio (n.1922). Los que más adelante serán fotógrafos, Ángel
Bustamante Hurtado nació[5] en la
casa de sus padres en el barrio obrero de Barreda, a las seis de la mañana del
día 5 de agosto de 1918, siendo sus padrinos Fidel Hurtado, del que hablaremos
más adelante, y Adela Hernández. El segundo fotógrafo será el cuarto y último
hijo, Horacio Bustamante Hurtado que nació a las 10 de la noche del día 2 de
julio de 1922, siendo sus padrinos Antonio Cantero y Dolores Fernández
Bustamante.
Elías nos recuerda donde nacieron: “Todos
nuestros hijos son nacidos en Barreda y Polanco. Civilmente en Polanco y
eclesiásticamente en Barreda”. Vivian Elías y Florencia en un piso que les
había proporcionado la empresa Solvay en el barrio obrero de Barreda cerca de
la Farmacia de Polanco de Francisco Carrera Pardo[6], abuelo
de mi mujer Pilar Pérez Carrera. Allí nacieron los cuatro hijos. Pasaron su
niñez, correteando por el barrio obrero y acudiendo a la escuela, a las
Escuelas de Solvay que fueron inauguradas en 1914.
Un hecho grave da un giro de ciento ochenta grados en la vida de nuestra
familia, los Bustamante Hurtado. Escrito con tinta y plumín, aparece en el
libro familiar, otra caligrafía. Es la de Florencia Hurtado porque su marido
había fallecido. Nos cuenta nuestra abuela: “Elías Bustamante Herrero falleció
el 3 de noviembre, a las nueve y media de la mañana, a los 48 años de edad en Barreda,
el 3 de 11 de 1927. Sus hijos, Elena, Ángel, Tomás, Horacio Bustamante y su
esposa Florencia Hurtado”. Cuando fallece Elías, con tan solo 48 años, su hija
mayor Elena, tenía solo 11 años, Ángel 9, Tomás 7 años y el pequeño Horacio 5
años.
Muerto su marido, Florencia asume el gobierno de su casa y la
crianza de sus cuatro hijos. Dejan la casa en que vivía, mientras que su marido
trabajó en Solvay, y se viene con sus cuatro hijos a vivir a Torrelavega.
Durante unos años y gracias a la familia Ruiz de Villa van a vivir a una parte
muy pequeña de La Casa de los Escudos con acceso lateral a la huerta de la casa
de los Ruiz de Villa, antes de los Quijanos. Esta relación les servirá para más
adelante, cuando busquen un local para instalarse como fotógrafos.
Después de estos primeros años, se van a vivir al primer piso de la
casa colindante con la Casa de los Escudos, al número cinco de la calle de los Mártires.
Allí tuvieron
de vecinos a Benigno González y Cándida Maray (los de la Pista Río) y también a
la familia Arconada que eran fruteros.
En
esta casa del número 5 de la calle de Los Mártires estuvo Florencia y sus
cuatro hijos hasta 1954. El primero que abandona el nido familiar fue Tomás
para casarse con Carmen Gómez Blázquez, el 7 de abril de 1947, e irse a vivir a
la calle de la Viña donde nace sus dos hijos Socorro y Tomás[7]. Dos años después se casa
Horacio con Angelines Amenabar San Emeterio, el 23 de mayo de 1949 en la
iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. La novia era natural de Torrelavega e
hija de Jesús Amenábar Dosal e Inés San Emeterio Sánchez con domicilio en el
número 4 de la calle Argumosa de esta ciudad. El nuevo matrimonio se viene a
vivir a la casa de Los Mártires donde nace al año siguiente, su hijo el
fotógrafo Gelo Bustamante. Ángel permaneció soltero. Cuatro años después
se trasladan a vivir al número dos de la calle de Pablo Garnica esquina a la de
Los Mártires donde permanecerán todos juntos hasta mediados los años sesenta
del siglo XX.
Por entonces, no había ni pensiones ni
subsidios y había que seguir llevando dinero a casa para sobrevivir. Florencia
entra a trabajar en la Lechera Montañesa, su hija mayor Elena se queda al mando las labores del hogar; Ángel entra de
aprendiz a la Farmacia de Quintana que, por entonces, muerto el farmacéutico
titular Emilio Quintana Solorzano (1853-1923) la regenta su hija Asunción
Quintana Solorzano bajo el nombre de Farmacia “Hija de Quintana”. Estaba
ubicada esta farmacia en el número 8 de la Plaza Mayor al lado de la
antigua ferretería de Berrazueta, y como
Asunción no era farmacéutica estaba contratado el licenciado de farmacia
Mariano Lahuerta.
El tercer hijo Tomás de recadista a la zapatería “Calzados
Capillas”[8] en donde
se jubilará como gerente; y Horacio, más adelante, porque todavía era muy
pequeño, irá como aprendiz a la misma farmacia que su hermano mayor a la
Farmacia de Quintana. Más adelante y siguiendo con esta farmacia, cuando en
1937 Ángel se va como voluntario a la guerra incivil solicita a la hija de
Quintana, Asunción una carta de recomendación porque quería hacer la mili en
Sanidad Militar y lo consiguió. Fue practicante militar de Farmacia. En este
certificado, firmado por la propietaria y el licenciado de farmacia contratado,
se puede leer, Ángel es un “muchacho activo, trabajador y de buenas costumbres
y ha prestado aquí sus servicios en 1933 y 1934.
Horacio
entrará a trabajar, en los años treinta del siglo pasado, como aprendiz en la
Farmacia de Quintana. En el laboratorio de esta farmacia aprende Horacio la
técnica de revelado de fotografía. Porque hay que recordar que las fotografías
se llevaban para su revelado a las farmacias y Droguerías, como Hilario e
Ingelmo. Incluso, Horacio, hace una aportación a la fotografía construyendo una
ampliadora que será una de sus herramientas de trabajo.
Nos
explica Gelo Bustamante que le contaba su padre que “comenzaron a revelar las
fotos en platos soperos y a construir su propia ampliadora con la ayuda de
algunos amigos que disponían de herramientas adecuadas para su fabricación. Un
ejemplo fue Toño Manúz que era relojero y les fabricó algunas de las piezas de
precisión, porque la adquisición de una ampliadora nueva estaba muy lejos de
sus posibilidades económicas”.
Florencia
tenía un hermano, Fidel Hurtado, con el que tuvo mucha relación. Era maquinista
de Renfe y hacia el trayecto Madrid – Santander en un tren con una gran
locomotora. Vivía en Madrid, en el número 4 de la calle Andrés Mellado, con su
mujer y sus siete hijas. Trabajaban de modistas y enseñaron a Elena Bustamante
a coser. Siempre tuvieron una gran relación, tal es así que todos los veranos
venia alguna de las hermanas a pasar las vacaciones a Torrelavega a casa de
Florencia.
En
los años treinta del siglo XIX, concretamente en 1839, “François Arago,
científico y diputado, presenta una comunicación en la Academia de las Ciencias
francesa sobre los progresos que el pintor y escenógrafo, Daguerre ha logrado
en sus experimentos para reproducir la realidad por medio de una cámara oscura
y procedimientos químicos”[9]. Había nacido la
fotografía.
Hay que esperar más de cuarenta años para que aparezca el primer fotógrafo en esta villa de Torrelavega[10]. Sobre 1885 se instala[11] en el número 1 del Pasaje de Saro, al lado de la Plazuela del Grano, el primer fotógrafo, Alfonso Redón García (1860-1910). Era hijo de Antonio Redón, natural de Córdoba y de Cayetana García nacida en Madrid. Alfonso nació en Madrid para después instalarse en Torrelavega. Se casa con Eloísa Valcarcer Vallejo, que era natural de Frómista, Palencia, con la que tiene siete hijos, Pedro, Dolores, Matilde, José, Antonio, Adela e Isabel. Son sus hijos Pedro (1880-1955) y Antonio Redón Valcarcer, los que continúan con el negocio, al fallecimiento de su padre en 1910. El fotógrafo Alfonso Redón García muere[12] en Torrelavega cuando contaba con 50 años, el 15 de mayo de 1910. Sus restos reposan en el cementerio de Geloria.
Antes
de abrir la tienda en 1944, los hermanos Ángel y Horacio revelaban fotografías
en un pequeño laboratorio que tenían en su casa, en la calle de los Mártires,
al lado de la casa de los Escudos antes citada. En la foto, que pensamos que es
un buen documento histórico, podemos ver los frascos de los químicos que se
empleaban para el proceso de revelado, una balanza de precisión para pesar los
productos que se usaban en el proceso y varias cajas de material fotográfico.
Además, a la izquierda de esa foto aparece un retrato de la que más adelante será
su mujer Angelines Amenabar San Emeterio.
A
mediados de los años cuarenta[13], los hermanos Ángel y
Horacio Bustamante Hurtado instalan una “tienda de fotos”, en la calle José
María Pereda de Torrelavega, esquina con la calle de la Paz, cuando todavía
existían las antiguas escaleras.
En
1944. cuando Ángel tenía 25 años y su hermano Horacio 22 deciden independizarse
y montar su propio negocio, un “Laboratorio Fotográfico y Óptica”, en la calle
de José María de Pereda esquina con la calle de la Paz cuando todavía existían
las antiguas escaleras. El 1 de abril de 1944 firman el contrato de
arrendamiento con María y Micaela Ruiz de Villa Pérez Carral, hermanas del
diputado a Cortes Generales por Torrelavega Manuel Ruiz de Villa e hijas de
Joaquín Ruiz de Villa Gonzalez-Campuzano[14]
(1850-1932). Era un local de nueva planta que se alquilaba por primera vez y en
donde podría también instalarse una también perfumería, según consta en el
contrato.
LA
TIENDA
Como
ya hemos explicado, Ángel y Horacio adquieren los conocimientos del revelado
fotográfico y del manejo de las máquinas de hacer fotos en la Farmacia de
Quintana, en las que ejercen como aprendices. Allí van estudiando las fórmulas
químicas para preparar los líquidos de revelar fotografías, reveladores, fijadores
y agua, que en aquella época se hacían mezclando productos químicos, en sus
dosis exactas. Más adelante, comienzan a realizar fotos a los amigos, a gente
en la calle y, sobre todo, en los eventos sociales, como romerías, pruebas
deportivas, etc. Esta iniciativa, que poco a poco va prosperando, los lleva a
montar su propio laboratorio en su casa.
La
buena acogida que tenían las fotografías que iban haciendo fue lo que los llevó
a montar su propio negocio. Se embarcan en instalar una tienda de fotografía
que era una novedad porque todavía no existía ninguna en Torrelavega. Había
estudios fotográficos, farmacias y droguerías donde se revelaban las escasas fotos
que se hacían, pero no había ninguna tienda especializada. Pensamos que fue un
atrevimiento de mis tíos Ángel con 27 años y Horacio con 22, que se lanzaran a
la aventura de montar su propio negocio, sin ningún recurso económico, y de una
especialidad todavía inexistente en la ciudad. Contratan el alquiler del local
que estaba situado en la calle de José María Pereda esquina a la de la Paz que
anteriormente hemos descrito. A partir de abril de 1944 comienza la andadura.
“Así nace una tienda y una marca que va a
perdurar durante ochenta años. Aquel local que no llegaba a 30 metros
cuadrados, le acondicionan montando un despacho para atender al público en la
parte anterior, y en la parte interior,
“El laboratorio” en el que pasé gran parte de mi infancia, con un olor típico a
producto químico que no sé cómo describir” “siempre a oscuras con las típicas
luces rojas; al entrar laboratorio unos grandes tanques que estaban
constantemente rebosando agua dejaban un paso estrecho donde se encontraban las
ampliadoras y las cubetas de revelado, en la parte de arriba una gran secadora
esmaltadora de bombo rotativo se encargaba de secar y dar brillo a las fotos de
aquellos papeles baritados”.
Al poco tiempo de la apertura de la
tienda, mi padre que debía librarse de la mili por ser hijo de viuda, le
deniegan el permiso y es requerido a filas, incorporándose a Melilla en 1946.
Hay una curiosa anécdota que siempre me contaba Jaime Asensio, Me decía: “por
culpa de tu padre tuve que ir yo a la Mili porque él se iba a librar por ser
hijo de viuda y como se lo denegaron y yo era el siguiente de la lista me
hicieron ir a mí, pero sorpresa, cuando estaba allí a los tres meses se
presenta Horacio así que nos fastidiaron a los dos”. Está un tiempo en Melilla
y poco después le trasladan al Ministerio del Interior en Madrid donde tiene
familia, se aloja en casa de sus tíos, esta estancia en Madrid le va a servir
para conocer bien la capital y los entresijos del mercadeo.
Ante la ausencia de mi padre por el
servicio militar, Ángel queda solo en la tienda y necesita una persona para que
le ayude. Es entonces cuando comienza a trabajar como aprendiz Ángel García Barreda
(Gelin) (1931-2006), padre de Jesús Adolfo, siendo todavía un chaval y
permaneciendo en la tienda hasta su jubilación. A Gelín le conocieron
trabajando con ellos en la Farmacia de Quintana.
De vuelta a Torrelavega, el negocio se va
consolidando, pero no sin dificultad. Son años de posguerra en los que se
encuentran con muchos problemas para conseguir material fotográfico, sobre todo
película, ya que la mayoría era de importación o bien de Alemania, las marcas
de Agfa y Gevaert, o de América, la marca Kodak. En España había dos fábricas
que estaban comenzando su andadura, Negra Industrial en 1932 y unos años
después, en 1939 Valca, pero no eran suficientes para abastecer el mercado.
Estando, así las cosas, mi padre se desplaza en tren a Madrid en varias
ocasiones y consigue el material fotográfico necesario para poder seguir
trabajando.
Uno de los primeros trabajos importantes
que acomete es fotografiar parte de la Cabaña Ganadera de la mano de su buen
amigo y veterinario Manuel Gutiérrez Aragón. Por aquellos años todavía no
existía ningún tipo de control, así que Manuel Gutiérrez Aragón le requiere
para que le acompañe por las cuadras para que a la vez hacer el registro
técnico veterinario que él llevaba a cabo, le adjuntara una fotografía del
animal. Así que durante mucho tiempo recorren la provincia realizando la
catalogación de la Cabaña. Este veterinario que había nacido en Cuba y que
desarrolló su profesión en Torrelavega fue un pilar fundamental en la ganadería
de esta zona y precursor de novedosas iniciativas. Destacó, entre otras cosas,
en el estudio de las razas Tudanca y Pasiega de las que era una autoridad.
Una de las pasiones y podíamos decir que
de las especialidades del tío Ángel era el ciclismo, dos de sus mejores amigos
eran Toño Guerra y Paco Aresti, tenían los dos una moto de marca Norton que en
aquella época pocos podían disfrutar. Juntos iban a casi todas las carreras
ciclistas que se disputaban en la zona, por eso podemos ver interesantes
fotografías de bonitos esprints y de espectaculares caídas.
Ángel en 1953 cuando tenía 34 años y vivía
con su familia en el número 2 de la calle Pablo Garnica, solicita, al
Ministerio de la Gobernación, concretamente a la Comisaría de Orden Público,
autorización para poder trabajar como fotógrafo ambulante con una maquina
Contax con un objetivo Carl Zeiss 50/1,5.
El negocio va en alza, pero las
dificultades económicas de aquellos momentos y el escaso poder adquisitivo de
los torrelaveguenses hace difícil que el público en general pueda realizar sus
propias fotografías. Por ello se inventan un nuevo negocio, “el alquiler de
máquinas fotográficas”.
Adquieren unas pocas maquinas sencillas y
de fácil manejo de marca “Fowell” que a partir de ese momento van a ir
prestando a todos los que las quieran utilizar, sin otro coste que el precio de
la película y del revelado. Esta práctica va cuajando y todos los fines de
semana hay una gran afluencia de personas que se acercan a la tienda a por una
prestada para hacer sus propias fotografías. La demanda fue creciendo hasta
llegar a tener cerca de treinta en alquiler. De esta manera garantizaban tener
una producción fija y fomentaban la idea de, que hacer fotos era posible.
Una de las maquinas favoritas de mi padre,
nos comenta Gelo Bustamante, fue la Contax con óptica Carl Zeiss. Fue su
primera cámara profesional pero cuando sale una evolución más moderna que incorpora
fotómetro, la vende y adquiere el nuevo modelo. El afortunado en comprarla fue
uno de sus buenos amigos, Servando Saiz, un gran amante de la fotografía, que
la disfrutará durante un largo tiempo, hasta que él también se la vende a un
conocido medico de Torrelavega, D. Pedro Peña, que la usará durante muchos
años. A finales de los años noventa se produce un hecho digno de contar. “Se
acercó un día por la tienda del Boulevard y me dijo: Mire usted como yo soy muy
mayor he pensado que tengo una máquina Contax que perteneció a su padre y creo
que nadie mejor que usted para que la conserve porque si no cuando yo me muera
la van a tirar a la basura”. Ese día D. Pedro me regaló la Contax que había
pertenecido a mi padre. Es un bonito
recuerdo que hoy conserva mi hijo Pedro.
Los primeros vuelos para hacer fotos
aéreas están fechados los días 30 y 31 de octubre de 1950. “ese día nacía yo”.
Poco después entabla amistad con su amigo Paco Vidal y desde el Aeródromo de la
Albericia realiza varios vuelos en avioneta para hacer bonitas e interesantes
fotos aéreas de Torrelavega. Paco Vidal más tarde sería el presidente del
Aeroclub de Santander y director del Aeropuerto de Parayas hasta su jubilación.
En esta foto le podemos ver en una avioneta STINSON 108-3.
La economía había mejorado y cada vez son
más demandados los hermanos Bustamante Hurtado, acuden a los domicilios para
hacer fotos de familias o reportajes a los niños en sus casas porque hasta el
momento solo se hacían fotos en los estudios. Las bodas fue un gran nicho de
negocio, los novios o sus familias empezaron a encargar a los fotógrafos este
evento. Fueron miles los reportajes de boda que hizo la firma Bustamante
Hurtado.
La
tienda va tomando cuerpo y en las vitrinas que instalan en la fachada, van
colocando fotos de los diferentes eventos que se producen en la ciudad y
alrededores. Los lunes el futbol con la Gimnastica o el Barreda y como no, los
jabalíes que cazaban las cuadrillas de El Coco, Posada o El Cuca, llenaban la
acera de visitantes. Accidentes, actos sociales o alguna que otra noticia
gráfica destacable completaban las vitrinas que tantos y tantos visitantes se
acercaban a mirar. Siempre jugaban con la inmediatez, se publicaban antes en la
tienda que en los periódicos.
Comienzan a trabajar para la prensa,
Alerta, Diario Montañés y La Hoja del Lunes en Cantabria también para
periódicos de tirada nacional como, Marca, ABC y Agencia EFE, cubriendo toda la
información tanto de actos políticos, sociales y deportivos. Esto les hace
darse a conocer más y conseguir mayor número de clientes. “Creo que fue en 1956
cuando una noche después de cenar se presentó la policía en casa, preguntan por
mi padre y le llevan detenido”. La sorpresa fue grande, en ese momento Ángel no
estaba, había salido como era habitual a tomar el café al Cántabro. Horas más
tarde, no recuerdo exactamente, yo era muy pequeño, regresa como si nada
hubiera sucedido. El único delito que cometió fue publicar en las vitrinas unas
fotos del hundimiento de los túneles del abastecimiento de agua a Torrelavega.
En aquella época esta ciudad tenía muchos problemas con el suministro y para
solucionarlo habían construido en Los Corrales una depuradora y un túnel que
traía el agua. En el interior del túnel
se produjo un desprendimiento y dejó a Torrelavega sin agua, es entonces cuando
acude mi padre para hacer las fotos para la prensa y las pone en las vitrinas
como noticia de actualidad. Esas fotos van a delatar que el verdadero motivo
del hundimiento fue la falta de hormigón en el túnel. Con quitar las fotos de
las vitrinas y suspender la publicación en la prensa quedo todo solucionado.
El negocio va creciendo y apareciendo
nuevas líneas de trabajo, así comienza la relación entre la industria y la
fotografía. Fábricas como Solvay,
Sniace, La General en Torrelavega, La Mina en Reocín y Nueva Montaña Quijano en
Los Corrales requieren sus servicios. Torrelavega empieza a despegar y Talleres
Obregón, Casto Arce, los fabricantes de muebles y todo lo que rodea a la
publicidad también demandan sus servicios.
Recuerdo oír a mi padre contarme como
hacia las primeras fotos industriales, para ello utilizaba una antigua máquina
de madera de gran formato y placas de cristal. Él se obsesionaba mucho con la
corrección de las líneas por eso esta máquina le permitía descentramientos de
óptica y mejorar la convergencia consiguiendo gran calidad en las fotografías, pero
esto tenía sus inconvenientes, mucho peso y limitación de almacenamiento de las
placas, así que el trabajo se hacía pesado y lento. Años más tarde adquieren
una Linhof, una máquina que era también de gran formato, pero de placas de
celuloide y además mucho más ligera y versátil. Más tarde, esta máquina
acompañará a Ángel en todas las tomas de postales que realizó.
Es en 1956 cuando la casa de productos
fotográficos Valca con sede en Bilbao organiza unos cursos de revelado de
fotografía en color. Mi padre se va a allí y aprende la técnica del revelado,
las formulaciones que eran mucho más complejas que las del blanco y negro, el
filtrado por el sistema sustractivo. Uno de los mayores problemas a los que se
tuvo que enfrentarse fue el control de la temperatura y agitación estable,
también aprendió el revelado de diapositivas por inversión lumínica.
Cuando regresa de Bilbao se pone manos a
la obra y hace una adaptación en el laboratorio de la tienda para poder realizar
las fotos en color, es entonces cuando su buen amigo Manolo Vila le hace un
sistema de temperatura controlada con una bandeja móvil para conseguir una
agitación constante que además no produjera oxígeno para evitar la oxidación.
Los resultados son excelentes tenemos muchos ejemplos de ello con fotos que
después de casi setenta años están perfectamente conservadas, como por ejemplo
las de nuestra comunión, de ¡almirantes! Ya sabíamos revelar en color y cómo
hacerlo, pero el proceso era tan sumamente complejo y costoso que no era
factible emplearlo de cara al público así que la idea quedo aparcada por el
momento.
Hay una época algo más reciente, en los
principios de los años sesenta, que los periódicos como Marca o la Agencia EFE
demandaban más inmediatez en las entregas, ya no valía revelar las fotos y
subirlas al tren Correo para que al día siguiente estuvieran en Madrid. Había que enviar las fotos muy urgentes, así
que como todavía no disponíamos de ningún “Telefoto” en Cantabria, después de
cada partido tenía que revelar y positivar las fotos y rápidamente ir en coche
hasta Bilbao para poderlas enviar por “Telefoto”, eso sí que fueron auténticas
palizas por las carreteras de entonces.
Una de las ideas que tuvieron los hermanos
Bustamante, que se salía del ámbito de la fotografía, fue la realización de
unos Patines de pedales que pretendían poner en alquiler para navegar por el
rio Ansar. En 1948 Ángel hace el diseño, y en los Talleres de German Marcos,
que era amigos suyos, construyen seis unidades de un bonito aspecto y gran
calidad. Fue un auténtico éxito, pero varias dificultades y el difícil
almacenamiento les hizo dejar la idea aparcada hasta que una empresa de
Valladolid los adquiere para navegar por el Pisuerga. En esta bonita foto
podemos ver a mis padres probando uno de esos patines en el Ansar.
Fue a finales de los años sesenta,
concretamente en 1968, cuando los dos hermanos deciden separar el negocio.
Ángel se instala a escasos metros del local existente y Horacio coje el
traspaso del antiguo Bar Tomás frente al Bulevar, en la parte de abajo, donde
nos establecemos, digo nos establecemos porque en esta nueva andadura empiezo a
trabajar yo, nos relata Gelo Bustamante. Hasta entonces se habían acrecentado
diferentes formas de cómo debía evolucionar el negocio. Ángel, pensaba más en
el trabajo de las tarjetas postales, que realizó durante muchos años,
consiguiendo excelentes vistas y que tan buena acogida tuvieron; por otro lado,
Horacio, mi padre pensaba más en seguir con la línea de la industria, la prensa
etc., esto hace que los hermanos Ángel y Horacio decidan separarse
definitivamente. Así comienza la segunda época en esta familia.
LA
TIENDA EN FOTOS
En
estas fotos que a continuación publicamos vemos la evolución de la tienda de
los hermanos Ángel y Horacio Bustamante Hurtado en los primeros años.
Como ejemplo de su
trabajo podríamos dar a conocer muchos de los reportajes fotográficos de los
dos hermanos.
Fue Horacio el que más se dedicó a los reportajes de la actualidad social y
deportiva de Torrelavega, era corresponsal gráfico del diario ABC, de la
Agencia EFE, del semanario gráfico Norte y del periódico Marca. En cambio, su
hermano Ángel se centró más en una forma de fotografía que estaba muy en boga,
la tarjeta postal. El reportaje escogido para mostrar en este blog los trabajos
fotográficos de los Bustamante Hurtado es el “Entierro de Ángel Menéndez”.
Este
benefactor de los pobres fue una persona dedicada a los demás. Concejal del
Ayuntamiento de Torrelavega y miembro de varias asociaciones católicas, le tocó
vivir años difíciles, socialmente delicados y económicamente muy complicados.
La guerra incivil española y la postguerra enmarcaron su obra. El hambre, los
desahucios[15]
y la miseria le hacen una persona solidaria dedicado íntegramente en ayudar a
los demás.
Ángel
Menéndez falleció en Torrelavega muy pronto, soltero, cuando solo contaba con
40 años, el 22 de julio de 1948. La corporación municipal de entonces, con el
alcalde Manuel Barquín al mando decidió[16] cambiar un nombre
histórico, La Plazuela del Sol por el de Plazuela de Ángel Menéndez.
Afortunadamente, con el trascurrir de los años, es el nombre histórico es el
que ha prevalecido.
FOTOS
PARA EL RECUERDO
***
Para
este primer post se ha trabajado con más de 26.000 fotos pertenecientes al
Archivo Bustamante Hurtado de los años 1946 a 1950 custodiado por Jesús Adolfo
García. Estas fotos nos ayudan a conocer mejor Torrelavega y sus gentes.
Las
fotografías que aquí publicamos están libres de uso para fines divulgativos o
privados, pero nos gustaría que citaran a los autore: el Archivo Bustamante
Hurtado, Colección J. Adolfo.
Para
uso comercial se ruega contactar con el coleccionista, J. Adolfo Gracía.
Tomás Bustamante Gómez
Gelo Bustamante Amenabar
[1] Son los
abuelos del autor de este escrito y de este Blog.
[2] Libro
Bautizados Bárcena de Pie de Concha (1861-1880), folio 200 vto.
[3] Libro familiar escrito primero por Elías Bustamante Herrero y después por su mujer Florencia Hurtado Montes cuando estaba viuda. Una de las herencias de mi padre.
[4] Segunda
proclama el día 22 y la tercera en el día 27 de febrero de 1916.
[5] Registro
Civil Polanco, tomo 26 y página 67.
[6] https://www.torrelavegaantigua.com/2012/04/francisco-carrera-pardo.html
[7] El autor
de esta investigación y de este Blog.
[8] Ver https://www.torrelavegaantigua.com/2018/03/amancio-ruiz-capillas-del-castillo-1893.html
[9] Riego,
Bernardo y de la Hoz, Ángel; Cien años de la fotografía en Cantabria.
Lunwerg editores, 1987.
[10] Torcida
Valiente, José Antonio y Villegas López, Ramón; Torrelavega en la tarjeta
postal. 2008.
[11]
Aparece por primera vez en 1890 en las Matrículas y Padrones de la
contribución Industrial y Comercial, 1835/1914,
Archivo Municipal Torrelavega, legajo H 426; 1.
[12] Libro
Difuntos Torrelavega (1908-1916), folio 61 vto. Y 62.
[13] Y no en
los años cincuenta como aparece en algún libro publicado.
[14] Ver https://www.torrelavegaantigua.com/2018/09/joaquin-ruiz-de-villa-gonzalez.html
[15] Barrio
González, Antonio; Recuerdos y Anécdotas, 1991. Imprenta Quinzaños.
[16] Esta
decisión fue ratificada en los últimos años del siglo XX.