Antes de construirse el nuevo cementerio civil por los
hermanos Herrero, librepensadores y ateos y regalárselo al pueblo de
Torrelavega, existía un antiguo cementerio civil en unas condiciones
deplorables. Construido el nuevo cementerio civil en 1903, hay que esperar
nueve años más para que los restos de Santiago Gervasio, Luciano y Federico
Herrero González reposen en el panteón de la Familia Herrero como así se
denomina.
La cronología de los primeros inhumados en esta localidad la
encontramos en el solar de
La Vega. Conocemos los que existen en la iglesia de Santa María, “una pequeña
capilla oratorio que estaba incluida dentro de las murallas y palacios, su
jardín con naranjos, limoneros y perales, y los fosos y contrafosos que
circundan y rodean. Los palacios tienen dos torres almenadas y hay otra torre,
donde están las campanas y una tribuna que da al palacio, para oír misa, y la
sala de audiencia con las armas de la casa y un Santo Cristo, todo dentro de
las murallas”[1].
Según el codicilo de Gonzalo Ruiz de la Vega[2], en el siglo XIV los señores de la Vega construyeron una capilla en su castillo/palacio, “destinada al uso de los moradores y a los pocos vecinos de la población. Anteriormente, la primitiva iglesia parroquial se hallaba en el lugar de Pando, correspondiente al señorío del monasterio de Oña”[3]. Contaba la capilla primitiva con “tres pequeñas tumbas o sarcófagos de piedra, totalmente deshornados, con dos vertientes, en los cuales, por tradición, reposaban los restos de algunos de los progenitores del linaje de los Garcilasos”. Estos son los primeros enterramientos datados. Se situaban en el presbiterio y en el centro, perpendicularmente al altar mayor. Delante, un banco de madera en cuyo respaldo se podía leer: Garcilaso de la Vega en la batalla del Salado, venció al moro que llevaba a la cola del caballo el Ave María.
Hasta 1810, año en que entró en funcionamiento el
cementerio de Geloria, los enterramientos se realizaban en la iglesia de
Nuestra Señora de la Consolación y en “un corral junto a la iglesia”, nombre este, que corresponde en el siglo
XIX a la antigua iglesia de Santa María[4]. En
la nave del Evangelio se alzaba un arco de dos pilastras de piedra cerrado por
una lápida de mármol negro, en la que se podía leer:
Estos tres sepulcros que según de la
tradición y antiguos escritos contienen los cuerpos de Doña Leonor de la Vega,
de Gonzalo Ruiz de la Vega y de Francisco de la Vega.
Es el historiador Javier Ortiz Real quien nos hace
saber que el tercero de los allí enterrados no es Francisco de la Vega (nunca
existió un Francisco que fuera señor de la Casa de la Vega), sino Garci Lasso
de la Vega. Por lo tanto, conocemos la verdadera identidad de estos sepultados
desde el año 2004, año de la publicación de la obra sobre Leonor de la Vega
escrita por el mencionado historiador. El error de identificación tiene su
origen en la información publicada por Amador de los Ríos y copiada después por
varios historiadores locales, que a continuación reproduzco:
Estos tres
sepulcros que según la tradición y antiguos escritos contienen los cuerpos de
Doña Leonor de la Vega, de Gonzalo Ruiz de la Vega y de Francisco de la Vega,
señores de los estados y casa de la Vega, fueron trasladados en su forma
primitiva del centro de la iglesia a este panteón en el año 1853 con permiso
del excelentísimo señor Duque de Osuna y del Infantado, poseedor de dicha casa
por este último título[5].
En la actualidad los restos de estas personas de la Casa de la Vega reposan en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción debajo de esta lápida. El error permanece.
PRIMEROS ENTERRAMIENTOS EN LA IGLESIA DE SANTA MARÍA
Leonor de la Vega Gonzalo Ruiz de la Vega Garci Lasso de la Vega
Al final del siglo XVIII
se promulgaron nuevas leyes que obligaban a alejar los cementerios de los
pueblos con objeto de mejorar la salud de los convecinos. La villa de
Torrelavega retrasó la puesta en marcha de estas nuevas leyes y su reglamento hasta
el primer decenio del siglo XIX que es cuando se construye el nuevo cementerio,
el de Geloria[6].
Ni había espacio disponible ni lo permitían las nuevas reglamentaciones. Se
hacía preciso construir un nuevo cementerio fuera de la Villa. Y así se hizo.
En 1809 comienzan las
obras que finalizaron al año siguiente. Se construyó un sencillo camposanto que
se inaugura el día 23 de abril de 1810, con el enterramiento de Antonio Ruiz de
Villa Gómez Piélago[8].
Las obras se costearon mediante una cantidad que ascendió a 5.235,17 maravedíes[9] donada a
la iglesia de la Villa por José de Ceballos, vecino de Méjico[10].
En
este dibujo/croquis[11], el más antiguo que existe, vemos dibujada a la
derecha la portalada de entrada al cementerio. Es de dimensiones reducidas. Una
franja de terreno de solo 72 pies de ancho, donde estaba ubicada la entrada,
por 177 pies de largo. Lo que hacía un total de 12.744 pies, es decir
aproximadamente 6 carros de tierra. No se necesitaba más. No tenía mucha actividad porque se producían
10 defunciones al año, menos de una al mes. Eran[12]
tan solo “84 vezinos en 1816”. Hay que
esperar a la segunda mitad el siglo XIX que con más población se amplía el
cementerio. Era 1854 cuando se amplía
este cementerio. Se llamó la obra el “Ensanche”.
INVERSIÓN CEMENTERIO
Primer cementerio 1809/1810 5.235,17
maravedíes
Ensanche 1854/1855 6.477,68
maravedíes
No todos los torrelaveguenses abrazaban la religión
católica. En 1880, concretamente en la sesión celebrada[13]
el 28 de febrero de 1880 en el ayuntamiento de Torrelavega, se aprobó construir
el primer cementerio civil en esta Villa. El lugar escogido fue un pequeño
espacio situado a la izquierda de la entrada al católico. Al final de ese mismo
año, el 2 de diciembre, el consistorio municipal, aduciendo falta de recursos, construye
solamente tres paredes para su delimitación[14],
nada más.
Era tan deplorable el lugar, que los hermanos Herrero
González solicitan al ayuntamiento la construcción de un nuevo cementerio civil
en la mies de Miravalles,
separado del católico por varias fincas. Fue construido, y más adelante donado
al consistorio municipal por los hermanos Luciano, Demetrio y Federico Herrero
González.
A finales del siglo XIX cuando bajaba crecido el río
de la Indiana y se desbordaba, la zona de La Llama se inundaba. En este mismo
lugar comienza una cuesta, la “calle del Desengaño”, que termina en la puerta
de entrada del cementerio católico. A la derecha, continuaba el camino de la
Mies que daba acceso a los prados de Miravalles y al cementerio civil, separado
del católico por unas fincas.
Estas
fincas, que como se ha dicho separaban los dos cementerios, fueron vendidas en
1929 al Ayuntamiento de Torrelavega por su propietario, Eufrasio Sáinz Crespo,
pasiego natural de Selaya. Intervino en la negociación José Mazón
Samperio, concejal del consistorio en aquel momento, unido por una gran amistad
con el citado propietario, al que nombrará su albacea testamentario. En ese
mismo acuerdo, se formaliza por parte de Eufrasio Sainz Crespo la compra en
este cementerio de una parcela de 20 metros cuadrados, destinada a albergar su
panteón familiar[15].
Dos años más tarde, en 1931, instaurada la segunda República, se derribará la tapia que separaba los dos cementerios, siendo alcalde de Torrelavega José Mazón Samperio.
En el primer decenio del siglo XX Torrelavega había conseguido despegar económicamente. La instalación de importantes fábricas y la afluencia de gentes de otros lugares y países contribuyeron a que alcanzara una situación privilegiada. Mejoraron, y mucho, las condiciones de vida pero se daba un tratamiento inadecuado a los enterramientos que se producían. Las personas no católicas eran enterradas en un deplorable y lúgubre cementerio civil que estaba a la izquierda de la puerta al cementerio católico.
Se decía entonces que un ayuntamiento empobrecido económicamente “no estaba en condiciones de distraer fondos para su arreglo”[16]. Estando así las cosas los hermanos Herrero González, Demetrio, Luciano y Federico, solicitan al consistorio municipal un permiso para construir un cementerio civil por su cuenta “para regalárselo al pueblo”, cuyas llaves serán entregadas el día de la apertura. La solicitud la firma Demetrio Herrero González que era el que vivía en Torrelavega, Luciano y Federico vivían en Barcelona. Además, solicitaron “la cesión en propiedad de un terreno dentro de este cementerio civil para la construcción de un panteón familiar” [17]
La solicitud la firma el 9 de enero de 1903 Demetrio Herrero. Este
mismo mes se inicia el expediente por el secretario del Ayuntamiento Manuel Trugeda
de Velasco[18].
Además de firmar la solicitud Demetrio
Herrero había presentado un “plano de fachada” del nuevo cementerio que quería
construir. Por ello, se envía a la comisión de Gobernación presidida por
Antonio Obregón, tercer teniente de alcalde del Consistorio, para su estudio y también al maestro de obras Pablo Piqué y Camí[19].
Después de ver “el terreno al sur
del cementerio católico”[20], fue
Federico Rodríguez Piró el que propuso que fuera el maestro de obras el que redactase un plano de este nuevo enterramiento, en una
sesión celebrada el día 25 de enero de
1903. Se aprobó construirlo “al sur del cementerio católico pero separado de
él” por un amplio terreno entre ambos. Fiel a sus principios, Federico
Rodríguez Piró que unos años después sería alcalde[21],
votó en contra de ampliar aquí el cementerio católico. Siempre defendió el
traslado de este cementerio a otro lugar.
La Junta local de Sanidad también
intervino aprobando la petición de los hermanos Herrero “siempre que se tengan
en cuenta la futura ampliación del cementerio católico”. Y concluyeron
afirmando que “este terreno es de las mismas condiciones que en donde está construido el cementerio
católico”[22].
Días después, el 17 de febrero de
1903 el ayuntamiento comunica a Demetrio Herrero Proigas como representante de
sus tíos y de su padre Luciano la aprobación por unanimidad de su petición. Estando
así las cosas, los hermanos Herrero entregan al ayuntamiento las “Bases de
entrega”, que no eran otra cosa que unas condiciones que ponían al Consistorio
antes de producirse este regalo. Decían lo siguiente[23]:
1.
El
cementerio civil quedará exclusivamente bajo la autoridad Municipal nunca
eclesiástica.
2.
La
venta de nichos o parcelas de panteones valdrán
la mitad que se cobra en el cementerio católico.
3.
Para
poder enterrarse en el cementerio civil el ayuntamiento solo podrá pedir una
simple solicitud y ningún otro requisito
4.
El
ayuntamiento se encargará de la conservación y la vigilancia del cementerio
Civil.
5.
Se
reserva para su panteón una franja de
terreno de 7.5 metros por 10 es decir 7,5 metros cuadrados.
Tiempo después, el 8 de octubre de
1903, el ayuntamiento modifica y mejora estas peticiones quedando como sigue[24]:
-
Este
cementerio queda bajo la autoridad del municipio con exclusión de toda
jurisdicción eclesiástica.
-
El
municipio no podrá cobrar por las sepulturas del cementerio civil cantidad que
exceda por la que se cobra en el cementerio católico
-
El
Municipio se compromete a permitir la entrada en el cementerio civil a todo
cadáver sin tener en cuenta su procedencia atendiendo solamente a la solicitud
que le entregue la familia del finado.
-
El
Municipio de acuerdo con una Junta que se nombrará designará las personas
encargadas de velar por el buen estado y conservación del Cementerio Civil, no
católico, no pudiendo ser otras que aquellas que están siendo laicas o sean
ciudadanos librepensadores.
-
El
municipio no podrá en ninguna ocasión vender, ceder, trasferir o regalar dicho
Cementerio Civil a ninguna persona ni corporación ni dedicarle a otra cosa que
no sea cementerio civil.
-
Se
reserva para su panteón una franja de
terreno de 7.5 metros por 10 es decir 7,5 metros cuadrados.
Siendo alcalde Florencio Ceruti
Castañeda y como secretario Manuel T. de Velasco se aprobó el 11 de octubre de
1903 “Dar las gracias a los hermanos Luciano, Demetrio y Federico Herrero
González por tan importante regalo.
Años después, será Demetrio Herrero Proigas[25], hijo de Luciano Herrero González, uno de los
benefactores, el que solicite la construcción en 1912 del panteón de la
familia, Herrero. Terminada la obra se depositaran los restos de tres hermanos
Herrero, Gervasio[26]
que falleció en 1902, Luciano en 1905 y
Federico que lo hizo en 1908. Panteón de
la familia Herrero que ha llegado hasta nuestros días.
[1]
Según descripción de José de la Cámara, Corregidor de la Villa. Apeo de 1667.
[2] De octubre 1349. Fernández Escalante, Serafín: Medio siglo de Torrelavega, página 19.
[3] Del Río Gatoó, Pablo: Torrelavega en su Historia, pág. 42.
[4] En septiembre de 1852 Hilario
Ruiz Amado, alumno de la Escuela de Ingeniaros de Montes, realizó el plano más
antiguo que se conserva de la villa de Torrelavega.
[5] Santander,
Barcelona, 1891.
[6] Bustamante
Gómez, Tomás y Fernández-Regatillo Ruiz, Amparo; El Cementerio de Geloria en
el siglo XIX. Tomo I, II, III y IV. Artes Gráficas Quinzaños.
[7] En la
actualidad forma parte de la tapia que rodea al cementerio de la Llama y se
encuentra a escasos metros a la izquierda de la puerta de entrada.
[8] El
primer cadáver que es sepultado en el nuevo cementerio es el de ANTONIO RUIZ DE
VILLA GOMEZ DEL PIÉLAGO, de profesión labrador.
Falleció a los 46 años "más o menos" el día 23 de abril de
1810. Ofició el acto religioso el cura Alberto del Hoyo Velarde. No testó. Su
mujer María González Campuzano falleció el día 16 de Abril de 1828 a los 68 años de edad, y testó ante el
notario D. José Marcos Sánchez el 12 de abril de 1828. Este torrelaveguense
había nacido en esta Villa hacia 1764.
Sus padres Francisco Antonio Ruiz de Villa y Josepha Gómez del Piélago
contrajeron matrimonio en Torrelavega el día 26 de noviembre de 1753. Además de
Antonio, tuvieron tres hijos más: Manuel, casado con Narcisa de Revilla
Calderón y Gándara; Alberto, residente en los Reinos de Indias y Teresa, casada
con Juan Hortiz Mantecón. Antonio Ruiz de Villa se casó con María González
Campuzano, hija de José González Campuzano y María de Zeballos, el 16 de enero
de 1786 en la iglesia de Nuestra Señora de Consolación, siendo sus padrinos
Joseph González del Piélago, vecino de Suances y Theresa Ruiz de Villa, hermana
del contrayente. Recibieron dispensa por tercer grado de consanguinidad. El matrimonio tuvo seis hijos: Bartolomé
Luis, Francisco Juan, Domingo María y Lucia Josefa. Estos cuatro primeros
murieron párvulos. Después nacerán José Antonio que se casa con Vicenta
Ceballos y Pedro Patricio Joaquín que lo hace con Antonia de la Gándara
Argumosa. Los abuelos por línea paterna de Antonio Ruiz de Villa fueron
Francisco Ruiz de Villa y Manuela de Quijano, y por línea materna Joseph Gómez
del Hoyo y Andrea del Piélago. Su madre, Josepha Gómez del Piélago que falleció
el día 28 de Mayo de 1804, testó ante el notario Jacinto Ruiz Tagle el 6 de
abril de ese mismo año, declarando sin explicar los motivos, que su hijo
Antonio "había renunciado a la herencia de su padre ante la Justicia
Ordinaria de esta Villa y ante el testimonio del escribano Juan Antonio
Campuzano". Bustamante Gómez, Tomás y Fernández-Regatillo Ruiz, Amparo; El
Cementerio de Geloria en el siglo XIX. Tomo I. Gráficas Quinzaños, 2016,
ver página 97.
[9] Archivo
Municipal Torrelavega, legajo H165;04,19.
[10] Página
11 informe del letrado Gregorio Campuzano Ruiz. Archivo Municipal Torrelavega,
leg. H165;04.
[11] Archivo
Municipal Torrelavega, legajoH165;4,14.
[12] Bustamante
Gómez, Tomás y Fernández-Regatillo Ruiz, Amparo; El Cementerio de Geloria en
el siglo XIX. Tomo I. Gráficas Quinzaños, 2016, Ver páginas 43 a la 47.
[13] Archivo
Municipal Torrelavega, Leg H 165;4.
[14] Archivo
Municipal Torrelavega, Leg H 165;4.
[15] Bustamante Gómez, Tomás y Fernández-Regatillo
Ruiz, Amparo; El Cementerio de Geloria en el siglo XIX. Tomo I. Gráficas
Quinzaños, 2016, Ver páginas 79 a la 88.
[16] Expediente
de secretaria. Documento de acuerdo entre el Ayuntamiento y la familia Herrero González
sobre la construcción del Cementerio Civil y su posterior regalo. Ver página
1 y posteriores.
[17] Página
2 del documento de secretaria.
[18] Ver https://www.torrelavegaantigua.com/2020/04/manuel-trugeda-de-velasco-1840-1907.html
[19] Hoyo
Maza, Sara; El maestro de obras Pablo Piqué (1848-1919) en Torrelavega.
Artes Gráficas Quinzaños, 2016.
[20] Páginas
3 y 4 del documento de secretaria.
[21] De 1907
a 1909.
[22] Página
8 del documento de secretaria.
[23] Página
9 del documento de secretaria.
[24] Páginas
10 y 11 del documento de secretaria.
[25] Era hijo de Luciano Herrero
González, natural de Villanueva de la Peña y Rosa Proigas Culey, natural de La
Habana. Fueron sus abuelos por línea paterna Valentín Herrero y Josefa
González, ambos naturales de Selaya. Y por línea materna Agustín Proigas y Rosa
Culey. El primero natural de Barcelona y la segunda de San Feliu de Giso
(Guixol). Libro Bautizados Torrelavega (1835-1890), folio 171 y 171 vto.
Ver
también https://www.torrelavegaantigua.com/2021/03/bonifacio-del-castillo-orcajo-1872-1933.html
y Ortiz Sal, José;Luciano Demetrio Herrero Proigas(1870-1939). Artes Gráficas Quinzaños, 2021.
[26] Ver http://www.torrelavegantigua.com/2013/11/n-unca-pensaron-los-bisabuelos-de.html.