domingo, 13 de octubre de 2013

Jacobo Díaz Iglesias (1863-1941), adinerado, banquero y ferretero


            En 1838, concretamente el día 19 de mayo, contrae matrimonio, en la iglesia de San Salvador de Viveda (Santillana del Mar), Anselmo Díaz de Entresotos (n.21.4.1819) en Hinojedo (Suances) y de 19 años de edad con Dorotea Iglesias (n.30.4.1823) en Queveda de quince. Veinticinco años después nacerá su hijo Jacobo Díaz de Entresotos Iglesias. El matrimonio tuvo quince hijos: Segunda (n.2 mayo 1843); Lázaro (n.17diciembre1844); Baldomero (n.26 febrero1847); Fulgencio(n.16 enero1849); Frodolina (n.26 agosto1850); Elías(n.21 julio1852); Ramón(n.2 julio 1854); Filomena(n.23 junio1856); Valentín (n.14 febrero1858); Petra(n.31 enero1860); Escolástica(n.10 febrero1862); Jacobo(n.25 julio186); Martina (n.30 enero1865); Lucila (n.31 octubre1866); Consolación (n.15 septiembre1868).
          Jacobo Díaz Iglesias que nació en Viveda el 25 de julio de 1863 fue el duodécimo hijo del matrimonio. Al día siguiente fue bautizado con los nombres de  Jacobo, Cristóbal, Genaro Díaz de Entresotos Iglesias. Fueron sus abuelos paternos Rafael Díaz de Entresotos de Hinojedo y Manuela Ruiz nacida en San Miguel de Aguayo. Y sus abuelos maternos Cayetano Iglesias, niño de la casa de  expósitos de Santander  y de María Ana Gómez natural de Queveda. Sus bisabuelos por línea paterna: Francisco Díaz de Entresotos y Ana María Cacho; y Pedro Ruiz y Francisca Gutiérrez. Por línea materna: por parte de padre al ser niño expósito se desconocen; y Francisco Gómez natural de San Martín de Elines y Celestina Vitorero natural de Viveda. Si bien los apellidos de Jacobo y de sus hermanos son Díaz de Entresotos Iglesias con el paso del tiempo lo simplifican perdiendo en el primer apellido el “de Entresotos”.
            La suerte le cambió al joven Jacobo cuando conoce a la que más adelante será su mujer. Luisa Fernández Borges, cubana de nacimiento e hija de Antonio Fernández Corona que era natural de Cohicillos. Este montañés como muchos emigró a Cuba  para hacer fortuna. Y lo consiguió. Era un indiano. En Cuba fue capitán del batallón de voluntarios primero de Ligeron de la Habana, Cuba. Más adelante asciende a comandante que le confiere, el 23 de septiembre de 1870, Antonio Caballero y Fernández de Rodas, Gobernador General Militar de la isla de Cuba, con categoría de Capitán General. Tras varios años en la isla, regresa a España con una importante fortuna instalándose en Torrelavega, en la Plaza Mayor.

            Los indianos van a tener una importancia capital en todos los procesos económicos que afectan a la provincia de Santander, también a Torrelavega. Solo en lo referente al sistema financiero conviene recordar que cuando se constituye el primer Consejo de Administración del Banco de Torrelavega, van a formar parte del mismo, dos consejeros indianos: José Arce López, primer presidente del Banco desde 1920 a 1930 que trajo su fortuna de Filipinas y Saturnino Briz Larín, consejero fundador del Banco y presidente desde 1930 hasta su absorción por el Banco de Santander en 1942, con fortuna procedente de Cuba.


       El día 11 de agosto de 1894 Jacobo Díaz Iglesias se casa con Luisa Fernández Borges con la que tiene doce hijos. Mantiene el matrimonio una muy buena amistad con Luciano Herrero al estar los dos casados con dos cubanas. Se dedicó fundamentalmente a gestionar la importante fortuna que heredó de su suegro. Además, entre otros negocios, instaló “una ferretería y tienda de muebles” en la esquina entre la calle Ancha y la Plaza Mayor en la casa de los Quijano que regentaron sus hijos. Posteriormente en 1926 abrirá otra ferretería en Santander con el mismo nombre “Ferretería Jacobo Díaz” frente al Mercado del Este, en el número siete de la calle Arcos de Dóriga, que regentó su hijo Eladio. Posteriormente hereda el negocio el hijo de este último Armando, nieto de Jacobo Díaz Iglesias. Toda una saga de ferreteros. En 1890 en este mismo lugar, como podemos ver en la fotografía, estaba la estación de tren de Gandarillas en los arcos de Doriga en Santander. La crisis económica del primer tercio del siglo XXI provoca el cierre de la tienda de Santander en 2015.
            Sus propiedades eran importantes, destacando una extensa finca que poseía en la zona de Sierrallana, “finca rústica en el paraje llamado Sierra de la Gallina y de la Llana”, donde actualmente está instalado el Hospital de Sierrallana, que compró al General Ceballos, Andrés de Ceballos y Avilés. La finca de 1.243 carros de tierra pertenecía a los municipios de Torrelavega, Santillana del Mar y Puente San Miguel y fue valorada en 128.500 pesetas. Cuando se instaló la empresa SNIACE se vieron obligados a vendérsela a dicha sociedad bajo la amenaza de expropiación.




            Jacobo Díaz Iglesias vivió en el magnífico chalet que se había construido en la calle Consolación, cerca de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. El arquitecto de esta mansión, que se construyó en 1907, fue el mismo que proyectó el edificio donde estaba alojada la sociedad el Círculo de Recreo de Torrelavega Valentín Lavín Casalis. Posteriormente, los hijos de Jacobo Díaz Iglesias, venden este chalet a la familia Sañudo; y esta, más tarde, se la vende a la Real Compañía Asturiana de Minas. También construyó una casa de “piedra de sillería, mampostería y ladrillo; se compone de planta baja, principal, piso segundo y desván señalada en el número dos de la calle Ancha, hoy J. Felipe Quijano de Torrelavega”.



            Cuando comienza la guerra de Marruecos, guerra del Rif (1919/1926), muchos jóvenes de la ciudad son llamados a filas y viajan a África. Cuatro de los hijos de Jacobo Díaz Iglesias fueros desplazados para hacer la guerra junto a otros muchos torrelaveguenses. Por este hecho, varios padres de soldados de Torrelavega, entre ellos él, compran y donan un camión cisterna al ejército español en Marruecos. El camión llega a Melilla para abastecer de agua a las tropas allí desplazadas. Dos de sus hijos, Eladio y Jacobo, jugaron al futbol en la Sociedad Gimnástica de Torrelavega, en una época difícil para el club, cuando tenían que comprarse las botas los mismos jugadores. Todos cuando podían pasaban el verano en la playa de Suances a donde acudía en los periodos estivales con su familia.
            Torrelavega en aquellos años era una ciudad de olores. Cuando te ausentabas la recordabas por sus olores. Y cuando regresabas disfrutabas, por ejemplo, del olor a café tostado, cuando detrás de la casa de Jacobo Díaz pasabas por las cercanías de la tienda de coloniales de Sandi. Podías ver y oler, en plena calle, el tostado del café. O cuando paseabas cerca del obrador de Ángel Blanco, entre las calle Ancha y Consolación, y disfrutabas del olor del “chocolate a brazo”. Torrelavega era una ciudad de buenos olores.
            Jacobo Díaz Iglesias fue consejero fundador del Banco de Torrelavega junto a otros destacados comerciantes e industriales de la ciudad. Formó parte del primer Consejo de Administración del banco. Mantuvo en su cartera de valores 100 acciones del Banco de Torrelavega siendo uno de los mayores accionistas particulares del banco junto a Saturnino Briz Larín. Vendió y deshizo posiciones al año siguiente de cesar como consejero del banco en 1930. Fue por tanto consejero fundador del Banco de Torrelavega.
            Jacobo Díaz Iglesias fallece en Santander, el 28 de enero de 1941, a los 77 años. Nueve años más tarde lo hará su mujer, el 19 de junio de 1950. Ambos están enterrados en el cementerio de Geloria en la Llama de Torrelavega en su  panteón.

Para más información ver la biografía que sobre Jacobo Díaz Iglesias contiene el libro "El Banco de Torrelavega, 1920/1942"  que ha publicado el autor de este blog.


1 comentario:

  1. Que frase más bonita,la de Torrelavega era una ciudad de buenos olores. Interesante la vida de estas familias emprendedoras, que trajeron empleo y riqueza, creando un tejido comercial que fue envidia sana en toda la provincia y alrededores, que hoy en día ya no existe.

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