En 1838, concretamente el día 19 de
mayo, contrae matrimonio, en la iglesia de San Salvador de Viveda (Santillana
del Mar), Anselmo Díaz de Entresotos (n.21.4.1819) en Hinojedo (Suances) y de
19 años de edad con Dorotea Iglesias (n.30.4.1823) en Queveda de quince.
Veinticinco años después nacerá su hijo Jacobo Díaz de Entresotos Iglesias. El
matrimonio tuvo quince hijos: Segunda (n.2 mayo 1843); Lázaro (n.17diciembre1844); Baldomero (n.26
febrero1847); Fulgencio(n.16 enero1849); Frodolina (n.26 agosto1850); Elías(n.21
julio1852); Ramón(n.2 julio 1854); Filomena(n.23 junio1856); Valentín (n.14
febrero1858); Petra(n.31 enero1860); Escolástica(n.10 febrero1862); Jacobo(n.25
julio186); Martina (n.30 enero1865); Lucila (n.31 octubre1866); Consolación (n.15 septiembre1868).
Jacobo Díaz Iglesias que nació en Viveda
el 25 de julio de 1863 fue el duodécimo hijo del matrimonio. Al día siguiente
fue bautizado con los nombres de Jacobo, Cristóbal, Genaro Díaz de
Entresotos Iglesias. Fueron sus abuelos paternos Rafael Díaz de Entresotos de
Hinojedo y Manuela Ruiz nacida en San Miguel de Aguayo. Y sus abuelos maternos
Cayetano Iglesias, niño de la casa de
expósitos de Santander y de María Ana Gómez natural de Queveda.
Sus bisabuelos por línea paterna: Francisco Díaz de Entresotos y Ana María
Cacho; y Pedro Ruiz y Francisca Gutiérrez. Por línea materna: por parte de
padre al ser niño expósito se desconocen; y Francisco Gómez natural de San
Martín de Elines y Celestina Vitorero natural de Viveda. Si bien los apellidos
de Jacobo y de sus hermanos son Díaz de Entresotos Iglesias con el paso del
tiempo lo simplifican perdiendo en el primer apellido el “de Entresotos”.
La suerte le cambió al joven Jacobo
cuando conoce a la que más adelante será su mujer. Luisa Fernández Borges,
cubana de nacimiento e hija de Antonio Fernández Corona que era natural de
Cohicillos. Este montañés como muchos emigró a Cuba para hacer fortuna. Y lo consiguió. Era un
indiano. En Cuba fue capitán del batallón de voluntarios primero de Ligeron de
la Habana, Cuba. Más adelante asciende a comandante que le confiere, el 23 de
septiembre de 1870, Antonio Caballero y Fernández de Rodas, Gobernador General
Militar de la isla de Cuba, con categoría de Capitán General. Tras varios años
en la isla, regresa a España con una importante fortuna instalándose en
Torrelavega, en la Plaza Mayor.
Los indianos van a tener una importancia
capital en todos los procesos económicos que afectan a la provincia de
Santander, también a Torrelavega. Solo en lo referente al sistema financiero
conviene recordar que cuando se constituye el primer Consejo de Administración
del Banco de Torrelavega, van a formar parte del mismo, dos consejeros
indianos: José Arce López, primer presidente del Banco desde 1920 a 1930 que
trajo su fortuna de Filipinas y Saturnino Briz Larín, consejero fundador del
Banco y presidente desde 1930 hasta su absorción por el Banco de Santander en
1942, con fortuna procedente de Cuba.
El día 11 de
agosto de 1894 Jacobo Díaz Iglesias se casa con Luisa Fernández Borges con la
que tiene doce hijos. Mantiene el matrimonio una muy buena amistad con Luciano
Herrero al estar los dos casados con dos cubanas. Se dedicó fundamentalmente a
gestionar la importante fortuna que heredó de su suegro. Además, entre otros
negocios, instaló “una ferretería y tienda de muebles” en la esquina entre la
calle Ancha y la Plaza Mayor en la casa de los Quijano que regentaron sus hijos.
Posteriormente en 1926 abrirá otra ferretería en Santander con el mismo nombre
“Ferretería Jacobo Díaz” frente al Mercado del Este, en el número siete de la
calle Arcos de Dóriga, que regentó su hijo Eladio. Posteriormente hereda el
negocio el hijo de este último Armando, nieto de Jacobo Díaz Iglesias. Toda una
saga de ferreteros. En 1890 en este mismo lugar, como podemos ver en la fotografía, estaba la estación de tren de Gandarillas en los arcos de Doriga en Santander. La crisis económica del primer tercio del siglo XXI provoca el cierre de la tienda de Santander en 2015.
Sus propiedades eran importantes,
destacando una extensa finca que poseía en la zona de Sierrallana, “finca
rústica en el paraje llamado Sierra de la Gallina y de la Llana”, donde
actualmente está instalado el Hospital de Sierrallana, que compró al General
Ceballos, Andrés de Ceballos y Avilés. La finca de 1.243 carros de tierra
pertenecía a los municipios de Torrelavega, Santillana del Mar y Puente San
Miguel y fue valorada en 128.500 pesetas. Cuando se instaló la empresa SNIACE
se vieron obligados a vendérsela a dicha sociedad bajo la amenaza de
expropiación.
Jacobo Díaz Iglesias vivió en el
magnífico chalet que se había construido en la calle Consolación, cerca de la
iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. El arquitecto de esta mansión, que se
construyó en 1907, fue el mismo que proyectó el edificio donde estaba alojada
la sociedad el Círculo de Recreo de Torrelavega Valentín Lavín Casalis. Posteriormente,
los hijos de Jacobo Díaz Iglesias, venden este chalet a la familia Sañudo; y
esta, más tarde, se la vende a la Real Compañía Asturiana de Minas. También
construyó una casa de “piedra de sillería, mampostería y ladrillo; se compone
de planta baja, principal, piso segundo y desván señalada en el número dos de la
calle Ancha, hoy J. Felipe Quijano de Torrelavega”.
Cuando comienza la guerra de
Marruecos, guerra del Rif (1919/1926), muchos jóvenes de la ciudad son llamados
a filas y viajan a África. Cuatro de los hijos de Jacobo Díaz Iglesias fueros
desplazados para hacer la guerra junto a otros muchos torrelaveguenses. Por
este hecho, varios padres de soldados de Torrelavega, entre ellos él, compran y
donan un camión cisterna al ejército español en Marruecos. El camión llega a
Melilla para abastecer de agua a las tropas allí desplazadas. Dos de sus hijos,
Eladio y Jacobo, jugaron al futbol en la Sociedad Gimnástica de Torrelavega, en
una época difícil para el club, cuando tenían que comprarse las botas los
mismos jugadores. Todos cuando podían pasaban el verano en la playa de Suances a
donde acudía en los periodos estivales con su familia.
Torrelavega en aquellos años era una
ciudad de olores. Cuando te ausentabas la recordabas por sus olores. Y cuando
regresabas disfrutabas, por ejemplo, del olor a café tostado, cuando detrás de la
casa de Jacobo Díaz pasabas por las cercanías de la tienda de coloniales de
Sandi. Podías ver y oler, en plena calle, el tostado del café. O cuando
paseabas cerca del obrador de Ángel Blanco, entre las calle Ancha y
Consolación, y disfrutabas del olor del “chocolate a brazo”. Torrelavega era
una ciudad de buenos olores.
Jacobo Díaz Iglesias fue consejero
fundador del Banco de Torrelavega junto a otros destacados comerciantes e
industriales de la ciudad. Formó parte del primer Consejo de Administración del
banco. Mantuvo en su cartera de valores 100 acciones del Banco de Torrelavega
siendo uno de los mayores accionistas particulares del banco junto a Saturnino
Briz Larín. Vendió y deshizo posiciones al año siguiente de cesar como
consejero del banco en 1930. Fue por tanto consejero fundador del Banco de
Torrelavega.
Jacobo Díaz Iglesias fallece en
Santander, el 28 de enero de 1941, a los 77 años. Nueve años más tarde lo hará
su mujer, el 19 de junio de 1950. Ambos están enterrados en el cementerio de
Geloria en la Llama de Torrelavega en su
panteón.
Para más información ver la biografía que sobre Jacobo Díaz Iglesias contiene el libro "El Banco de Torrelavega, 1920/1942" que ha publicado el autor de este blog.
Para más información ver la biografía que sobre Jacobo Díaz Iglesias contiene el libro "El Banco de Torrelavega, 1920/1942" que ha publicado el autor de este blog.
Que frase más bonita,la de Torrelavega era una ciudad de buenos olores. Interesante la vida de estas familias emprendedoras, que trajeron empleo y riqueza, creando un tejido comercial que fue envidia sana en toda la provincia y alrededores, que hoy en día ya no existe.
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