En aquellos años era costumbre las procesiones de Semana Santa en la ciudad. Los pasos recorrían las calles acompañados por los más devotos y seguidores de la tradición. El Cristo de la Agonía de la escuela de Alonso Cano, la Virgen Grande, patrona del pueblo y el Sepulcro con el Cristo Yacente constituían las imágenes con más partidarios. Esta última de madera policromada del siglo XVIII fue regalada a la iglesia de La Asunción y a la ciudad de Torrelavega por el industrial francés Alejo Etchart Mignaçabal en los primeros años del siglo veinte. Vino de Abense, pirineos franceses, para trabajar en la fábrica de curtidos, tenerla francesa que había instalado en el lugar de El Cristo en Mies de Vega su tío y ahijado Alejo Etchart Mendicouague.
Para más información ver el libro Los comienzos de la Cámara de Comercio e Industria de Torrelavega del mismo autor que este blog.