A principios de mil novecientos el ocio era más bien escaso. El comercio ya empezaba a ganar peso aunque las labores en la ganadería y la agricultura eran las mayoritarias. El poco tiempo libre del que disponían lo empleaban aquellas gentes en las romerías, el juego de los bolos y la caza. Esta última actividad era para algunos una diversión pero para la gran mayoría constituía una ayuda en aquella economía de subsistencia. Muchos Torrelaveguenses participaban en aquellas jornadas por los montes aledaños como en la que intrevino Eduardo López Pisano en 1914. En el monte El Moral próximo a Iguña, cazó una jabalina de más de 90 kilos de peso. Los sabuesos enfilaron al bicho y el tirador le disparó hasta 5 tiros. Con él iban los famosísimos cazadores del valle de Iguña: Melitón Castillo, Lucas Garcia, Ramón Gómez, Julio Fernández, Angel Pérez, Luis Gutierrez, Pedro Collantes y los monteros, con sus perros sabuesos, Atanasio Fernández y Ramón Fernández. Estos dos cobraron otro jabalí y una pequeña corza. Los perros eran en número de doce. Unos y otros eran de la cuadrilla del Conde de San Martin de Hoyos: Andrés Fernández de Henestrosa y Ortiz de Mioño (1852-1914).
El I Conde se San Martin de Hoyos había nacido en Madrid el día 5 de noviembre. Era hijo de Ignacio Fernández de Henestrosa y Santisteban (1819-1896), VII Conde de Moriana del Río y de Rafaela Ortíz de Mioño Urra (1821-1905), XI Marquesa de Cilleruelo. A los pocos días de celebrarse está cacería Andrés Fernández de Henestrosa fallece en Las Fraguas, el día 8 de marzo del año de la cacería.