domingo, 8 de abril de 2012

Francisco Carrera Pardo (1883-1936), farmacéutico de la curva de la botica




Francisco Carrera Pardo (1883-1936) farmacéutico, conocido popularmente como el de “la curva de la botica” de Polanco. Nació en La Concha de Villaescusa. Hijo de Manuel Carrera y de Teresa Pardo. Fue hijo único. Su padre, al año y medio de contraer matrimonio se quedo viudo, casándose posteriormente, en segundas nupcias, con Cristina Montes. Comenzó a estudiar la carrera en la facultad de farmacia de la Universidad de Santiago de Compostela para acabar licenciándose el 19 de Junio de 1910 en  Madrid. Fue farmacéutico titular  y miembro de la Junta Local de Sanidad de Polanco desde el año 1911 hasta 1931, como así consta en el Archivo Municipal de Polanco en las actas de la “junta local de sanidad desde 1855 al 1918”. Un día al hacer el trasbordo del tren de FEVE al de RENFE y al intentar subirse al tren en marcha, resbaló y se cayó. Por este accidente tuvieron que amputarle una mano, la derecha. Desde ese momento Francisco Carrera pasó a llamarse “Don Paco el manco”, el de la curva de la botica. Se casó con Josefa Fernández Fernández-Regatillo. Tuvieron 7 hijos. Josefa, Francisco, Carolina, Manuel, Teresa, Carmen y Marcos.
 Francisco Carrera, que era muy católico, perteneció desde muy joven a la Comunión Tradicionalista. Allí coincidió también, con su amigo  Ramón Miguel y Crisol, médico tocólogo. En la rebotica de su farmacia se celebraba una animada tertulia, también, acudía,  Francisco Carrera, junto con Ramón Miguel, a la tertulia del farmacéutico Hermenegildo Fernández Sainz,  que se hacia, en la farmacia de los portalones de la Plaza Mayor de Torrelavega. Fue detenido el 6 de Agosto de 1936, y aquella misma noche fue conducido a la Cárcel Provincial de Santander. A los pocos días le trasladaron al buque prisión “Alfonso Pérez”, donde volvió a coincidir con su amigo  Ramón Miguel y Crisol, también detenido. El día 15 de octubre lo trasladaron a la cárcel del Dueso, Santoña. Y el día 21 del mismo mes fue llevado a la Checa, de donde, al día siguiente, le sacaron para asesinarle vilmente, pasándole antes por delante de su casa. Apareció su cadáver junto con el de un joven sacerdote en las inmediaciones del pueblo de  Udias, en cuyo cementerio esta enterrado.